Aumento de costes, problemas de suministro e inflación, las consecuencias para las empresas valencianas de la crisis en Oriente Medio
Industria pesada y transporte, agroalimentación, tecnología y turismo figuran como los sectores más vulnerables
Como ya sucediera con el mar Rojo, el foco de la economía internacional se ha dirigido ahora, tras el bombardeo de EE UU sobre tres ... instalaciones nucleares de Irán, al estrecho de Ormuz, ya que su clausura -como amenaza el régimen de los ayatolás- derivaría en un encarecimiento de la gasolina, el diésel y el gas, además de un nuevo brote inflacionario o disrupciones en las cadenas de suministros con repercusiones tanto para las empresas como para los consumidores.
Y no sólo para las que tienen relaciones comerciales con Irán o con Israel (45 y 1.059, respectivamente, en el caso de la Comunitat) sino para la economía global. Como señalan desde el área financiera de GB Consultores, «el conflicto con Irán podría impactar directamente en los costes empresariales y el consumo global».
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Entre esas posibles repercusiones económicas de la escalada de tensión bélica en la zona apuntan, por ejemplo, el aumento de costes energéticos. «Irán desempeña un papel estratégico en el mercado energético global. Cualquier restricción en sus exportaciones de crudo o bloqueos en el estrecho de Ormuz –por donde transita alrededor del 20% del petróleo mundial– podría desencadenar un alza en los precios del petróleo y del gas natural«, explican desde la consultora valenciana.
Esto, a su juicio, impactaría directamente en los costes operativos de sectores intensivos en energía (transporte, azulejero, industria, agricultura) y se trasladaría al consumidor final en forma de subida de precios en carburantes, electricidad y productos básicos.
A ello suman los riesgos en la cadena de suministro global, pues las rutas comerciales en la región podrían verse comprometidas, «provocando interrupciones logísticas que afectarían a sectores como automoción, tecnología, alimentación o textil». ¿Consecuencias? Retrasos, escasez de ciertos productos y un incremento adicional de precios, mostrando de esta forma la vulnerabilidad del tejido empresarial ante la apertura al exterior por la alta dependencia de las importaciones.
También volatilidad financiera e incertidumbre empresarial. De hecho, señalan, «los mercados financieros ya reflejan movimientos de cautela ante la posibilidad de una escalada prolongada. Empresas con exposición internacional podrían ver afectados sus valores bursátiles, mientras que los flujos de inversión podrían ralentizarse. Asimismo, el encarecimiento del crédito es un riesgo tangible ante una posible respuesta restrictiva por parte de los bancos centrales».
Consumidores y sectores
Este encarecimiento de la energía y los bienes importados podría derivar en un nuevo repunte inflacionario, como el vivido tras el inicio de la guerra entre Rusia y Ucrania. «Esto afectaría directamente al poder adquisitivo de los hogares, que verían incrementados sus gastos cotidianos y reducido su margen de consumo. Las decisiones de compra podrían tornarse más conservadoras, afectando a sectores dependientes del consumo privado», alertan desde la firma valenciana que preside Gonzalo Boronat.
Para GB Consultores, los sectores especialmente expuestos, y por tanto más vulnerables en este contexto, serían la industria pesada y transporte por la dependencia energética; la agroalimentación por el impacto en fertilizantes y logística; la tecnología debido a la fragilidad de los suministros globales; y el turismo por el posible descenso de la demanda en zonas percibidas como inestables.
En resumen, apuntan desde GB Consultores, «el conflicto con Irán no sólo es un desafío diplomático y de seguridad, sino también un riesgo económico con implicaciones globales. Empresas y consumidores deben prepararse para un contexto de precios elevados, disrupciones logísticas y mayor incertidumbre financiera. La resiliencia, la diversificación y una planificación estratégica adecuada serán clave para mitigar su impacto».
El puerto, sobre el conflicto: «Es un punto más de inestabilidad en el comercio internacional»
La Autoridad Portuaria de Valencia (APV) contempla la escalada del conflicto en Oriente Medio con preocupación. «El conflicto añade un punto más de inestabilidad en el comercio internacional. Estamos atentos a los acontecimientos», ha asegurado su presidenta, Mar Chao. Según el último boletín estadístico de la APV, el tráfico con el golfo arábico acumula 944.475 toneladas hasta mayo, un descenso del 13,76% en la comparativa con el año anterior, mientras que en TEU la caída es del 4,82%, con 63.385 en total.
Mientras desde Propeller, la asociación de empresarios logísticos, se ha recordado que desde el punto de vista de los intercambios comerciales, hace meses que el tráfico con Irán «está bloqueado», por lo que no se esperan cambios, «al menos en los intercambios directos». «Nos preocupa mucho más el estrecho de Ormuz y las consecuencias que pueda tener en el precio del petróleo. Eso nos afectará a todos, no sólo a la logística», ha añadido su presidente, Alfredo Soler.
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