El Roig Arena se cierra para recibir al Hapoel Tel Aviv
El Valencia Basket se ve abocado a jugar sin público tras la recomendación de la Policía Nacional por motivos de seguridad. La decisión el domingo del Manresa y La Laguna de recibir a equipos de Israel con las gradas vacías dejó sin margen de error al club taronja
Cuando hay un conflicto sobre la interpretación de las cosas, la RAE es un buen refugio. Un seguro. La palabra presión, en su segundo apartado, recibe la definición de «fuerza moral o influencia ejercida sobre una persona para condicionar su comportamiento». El Valencia Basket decidió no vender billetes para el partido contra el Hapoel Tel Aviv que se disputará este miércoles en su nueva casa (20:30 horas, Movistar Plus) para evitar la entrada de aficionados del Hapoel, que tuvieron por cierto un comportamiento indecente hace seis meses tanto en la Fonteta como en Samokov, pero con la intención de que sus 11.000 socios pudieran asistir al partido. En esa acción ya había una renuncia importante de la entidad puesto que eran 4.500 entradas, con sus ingresos, que desaparecían del mapa. El domingo, la primera presión llegó con la decisión de La Laguna Tenerife y el Manresa de realizar a puerta cerrada sus partidos contra el Bnei Herzliya y el Hapoel Jerusalem. La segunda presión, definitiva y a buen seguro sin ser su intención, llegó, el lunes, con las palabras en público de la Delegada del Gobierno en la Comunitat, Pilar Bernabé: «La recomendación que le hemos trasladado al Valencia Basket van en la línea de que el partido ante el Hapoel se celebre a puerta cerrada». Ante ese escenario, la entidad taronja sólo tenía dos opciones; seguir la recomendación del informe de seguridad de la Policía Nacional o hacer caso omiso del mismo. O lo que es lo mismo, abrir el Roig Arena en contra de una recomendación oficial y hacerlo bajo su responsabilidad.
La decisión lógica en un contexto así, aunque injusta, era anunciar la puerta cerrada. Así lo confirmó el Valencia Basket ayer a mediodía en un comunicado, dejando claro que habían «apurado todas las opciones posibles para que sus abonados no tengan que perderse el partido». La decisión, tal y como pudo confirmar este periódico, se basó en ese informe de la Policía Nacional que recomendaba una acción de seguridad conjunta de los tres partidos en territorio español, sumando al de Manresa y La Laguna, contra equipos de Israel esta semana. Una monitorización global de los tres partidos que avanzó el pasado 15 de septiembre este periódico. «Ante el riesgo existente y las recomendaciones de las fuerzas y cuerpos de seguridad así como la delegación del gobierno, el club se ve obligado a poner por delante la seguridad tanto de aficionados como de trabajadores, tomando la decisión de que el encuentro se dispute a puerta cerrada», argumentó la entidad valenciana que asumió que «en el contexto actual, ninguna decisión es del agrado de todos» pero incidió en que «en este caso se cree conveniente primar por encima de cualquier otra cosa la seguridad de toda la Familia Taronja y apostar por la decisión 'menos mala'».
La hemeroteca es bastante clara con respecto a la afectación que ha tenido en la historia del Valencia Basket, sin tener ninguna culpa, el conflicto entre Israel y Palestina. En marzo de 2004 el entonces Pamesa se negó a viajar a Tel Aviv al entender que no se reunían las condiciones de seguridad para jugar un partido de Euroliga contra el Maccabi en un contexto donde el ejército israelí asesinó en un ataque con misiles al entonces líder de Hamas, Ahmed Yasin, en una acción donde también murieron civiles. Lo único que pidió el club en aquel momento fue jugar el partido fuera de Israel. Nadie les hizo caso, autoridades políticas nacionales y valencianas incluidas, y la entidad fue duramente sancionada. Dos décadas después, la historia les ha dado la razón y aquellos silencios, en Madrid y en Valencia, suenan aún más atronadores. A nadie se le pasa hoy por la cabeza que los partidos como local en la Euroliga de los equipos de Israel se disputen en Tel Aviv. El Hapoel juega en Sofía (Bulgaria) y el Maccabi en Belgrado (Serbia). Tan sencillo como eso es lo que pedía aquel Pamesa. Por cierto, 21 años después se han repetido aquellos silencios. En los últimos días, el alcalde de La Laguna, Luis Yeray Gutiérrez, pidió la suspensión del partido en su ciudad. En Catalunya, el conseller d'esports Berni Álvarez pidió la expulsión de los equipos de Israel de las competiciones. En Valencia, nadie se ha pronunciado ni en el Ayuntamiento ni en la Generalitat. Silencio. Otra vez, así se escribe la historia, el Valencia Basket ha estado sólo para tomar la decisión.
El gran beneficiado de la situación es el Hapoel. El equipo israelí voló a Manises el lunes, tras mandar un saludo en sus redes sociales a Donald Trump, y este martes se ejercitó a puerta cerrada en la Fonteta con un gran despliegue policial. Se saltaron, por cierto, el protocolo al no entrar directamente con el autobús sino cruzando andando por la acera de L'Alquería.