La Fonteta pertenece a toda la gente que le dio vida
El cielo taronja está formado por el legado de Miki Vukovic, Martín Labarta, Pablo Martínez, Jorge Mora y todas las personas que llenaron sus gradas y nos han dejado en estos años. Su recuerdo nunca se apagará
En un día de partido cualquiera en la Fonteta, Miki Vukovic se tomaría un café de la máquina, en pesetas, situada en el pasillo de ... las oficinas del Pamesa. Invitaría, eso no se negocia, al primero que pasara por allí. Es posible que fuera Martín Labarta, con traje impoluto y zapatos relucientes, antes de que saliera a recibir a los árbitros del encuentro y comprobar que estuviera todo listo en la mesa de anotadores. Sería fácil que los dos se encontraran con el director general, Lluis Muñoz, que se habría asomado un momento a calmar los nervios, con un purito pequeño, fuera del pabellón. En ese día de partido cualquiera, Pablo Martínez estaría supervisando los vendajes de los jugadores mientras comparte con ellos alguna confidencia y el doctor Jorge Mora daría el último parte de los lesionados y su ánimo a la plantilla.
Aunque fuera día de partido, Amador Alcaide se encontraría preparando alguna acción de marketing para los siguientes eventos y Ángel Fonfría la próxima colaboración del club con UNICEF. Que luego, todo son prisas. Con la apertura de puertas, Loren Lopera estaría comprobando en la rampa las acreditaciones de prensa y dedicando la mejor de sus sonrisas a los aficionados con movilidad reducida. En la zona de palco, se improvisaría una pequeña reunión del consejo con Jorge Bauset, Miguel Burdeos, Alfonso Roig y Ángel Porcar. A la conversación se uniría Pipo Arnau, socio fundador del club. Por las antiguas naves de la cantera, Roberto Soler estaría contando los balones no vaya a ser que le hubieran vuelto a hacer la broma de esconderle alguno. Que ya está bien.
En un día de partido cualquiera en la Fonteta, la grada comenzaría a tener color mucho antes del salto inicial. Juanma Pérez, con el fanzine de la Bàsquet Che recién impreso, comenzaría a repartirlo por la grada de canasta donde calienta el Pamesa. Ya con el guante puesto para tocar el bombo. Rosa Laserna sería de las primeras en coger su ejemplar. La grada, con alguna anécdota del último viaje como chascarrillo, se iría llenando con David Amorós, Antonio Pérez, Felix Matute, Pedro Vidallach, Dani Arocas, Kike Vázquez, Vicente Albert, José March, siempre con sus hijos Jaime y Alberto, o Jaime 'Marciulionis', a pie de pista. Todos estarían preparados.
En un día de partido cualquiera en la Fonteta, Vicente Tarancón estaría dándole vueltas al próximo diseño de Luanvi para las camisetas y Quique Chust, con una de sus míticas boinas, y Javier Pérez Palomo, con una gorra de la colección, analizando con fina ironía la actualidad del equipo. En caso de no estar por Valencia, Tommy Capitani se las estaría ingeniando para seguir el partido desde territorio italiano, mientras Ariel Serfaty, después de arbitrar un partido y prepararlo todo para el campus de Calvestra, llegaría al pabellón. Junto a Álvaro Fernández Almela, recién terminado su entrenamiento en el Morvedre, para ver el partido junto a su hermano Miguel, su padre Miguel Ángel y su madre Pilar. La Fonteta forma parte de todos los que la honraron con su presencia en cada asiento. Su legado será eterno para aquellos que ya no están con nosotros y fueron dando un color taronja al cielo todos estos años. La Fonteta les pertenece, porque nadie fallece del todo mientras exista el recuerdo. Y ese recuerdo, para todos ellos, será eterno.
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