Félix se despide de su torneo de casa con un recital
El mitger, que se retira a final de año, completa una partida excelsa para ganar junto a Francés el Trofeu de Dénia ante Giner y Pere (60-40)
El Trofeu de Dénia es un torneo veraniego más. Uno de esos campeonatos cortos de ese periodo entreguerras que va de la final del Individual a la presentación de la Copa. Y más para un pilotari con un palmarés envidiable: para citarlo entero igual haría falta una página completa, pero sirvan como resumen los tres títulos de Lliga, el de Copa y los dos Trofeu de Mestres. A Félix Peñarrubia, camino de cumplir los 43 años, un torneo como este es caza menor. Salvo por el detalle de que se retira a final de 2022 y la cabecera de la Marina Alta es su localidad natal.
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Y no, esta edición del Trofeu de Dénia definitivamente no era una más para Félix Peñarrubia. Quizás hasta la tuviera marcada en rojo desde que anunció que lo dejará pocas semanas después de cumplir los 43 años. Pero diga lo que diga el DNI del mitger, su brazo no desfallece. «Ya se va notando, me cuesta ir a entrenar, tantos viajes», razona el pilotari cuando se le pregunta por qué colgará los guantes cuando, casi siempre, da la sensación de tener aún mucha pilota.
En Dénia, en su casa y junto a un Francés cada vez más cerca de su mejor versión, lo volvió a demostrar. Completó una partida absolutamente perfecta, excelsa para sumar un título más a su palmarés. Ganaron a Giner y Pere, que para nada hicieron honor al tanteo de 60-40 que encajaron. Es más, fue de esos duelos donde debería estar permitido indultar a los derrotados.
Fue necesaria la mejor versión de Félix, un martillo cuando le entraba al aire, porque al otro lado de la cuerda se vio a un Giner felino y a un Pere muy solvente, pétreo. Prueba de ello fue que sumaron los dos primeros juegos y parecían tener totalmente anestesiada a la pareja azul. Pero el mitger se desperezó. Era su último Trofeu de Dénia y no se había plantado en la final, ni había ido al trinquet en plena ola de calor, para decir adiós con indiferencia al torneo de casa. Empezó a jugar como sabe desde niño y Francés le acompañó con golpes de maestro, esos que tanto gustan a la cátedra.
Igualaron, el dúo rojo volvió a irse un par de parciales y equilibraron la partida de nuevo. Eso fue con el 35-35, el punto de inflexión de la partida. A partir de ese instante, lo de Francés y Félix fue sencilla mente bestial. Sin tanta pelotada como sus rivales, pero con su conocida y privilegiada técnica, también con una pequeña dosis de fortuna, fueron sumando juegos hasta colocarse con un 50-35 que había sentenciado la victoria.
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Y no fue porque Giner y Pere se rindieron. Al contrario. Siguieron en partida, peleando hasta el último quinze, sabedores de que no perdían por una cuestión de estar por debajo de su nivel. Para nada. Se vieron intercambios de primera categoría, de partida grande. Igualdad máxima sobre las losas que ya no se plasmaría en el tanteo. El dúo rojo aún sumó un juego más, ya no por maquillar el resultado sino por convencimiento de que la gesta era posible. Pero no lo fue. Francés y Félix mantuvieron la concentración y el rigor hasta el último quinze, que el veterano mitger celebró con más efusividad de lo habitual. No, definitivamente el Trofeu de Dénia no era uno más.
Tampoco lo es el de Torrent, que arranca este lunes. Y lo abre otro que se retira, Genovés II, quejunto a Nacho y Carlos se enfrenta a Giner, Javi e Hilari en la primera semifinal (18.30 horas).
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