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Los familiares de los jugadores del Torrent CF ven el partido de sus hijos subidos a una escalera. J. Signes
Fútbol base, sin dudas ni público

Fútbol base, sin dudas ni público

Los protocolos marcan el inicio de una competición en la que los dueños de las instalaciones deciden si pueden entrar o no aficionados a los recintos

Carlos Rosique

Domingo, 18 de octubre 2020, 00:37

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En Torrent, los papeles se intercambian. Si los niños sueñan con ver a sus ídolos por un agujero de la valla que da acceso al estadio, en este caso es al revés y son los padres los que intentan, con mayor o menor suerte, observar cómo sus hijos marcan o encajan los tantos.

El fútbol base empieza sin incertidumbre. Los protocolos están aprobados y se cumplen, pero los criterios de entrada al campo son distintos en cada municipio: los propietarios de los terrenos de juego son los que, en última instancia, deciden si se entra o no y cuánta gente puede llegar a acceder al recinto, con un límite, eso sí, del 75 % del público.

Ante la atenta mirada de Salvador Gomar, presidente de la Federación Valenciana de Fútbol, se disputó ayer el encuentro de la categoría del cadete autonómico entre el Torrent CF y el Elda Unión CF. Pero la noticia estaba fuera, ya que el Ayuntamiento de Torrent no permitía que los padres de los jugadores pudieran acceder al recinto para ver a sus hijos competir.

El presidente de la Federación Valenciana, al respecto, confirmó a LAS PROVINCIAS que la Federación «no puede exigir que se abran o no las instalaciones, ya que son los poseedores del recinto quienes tienen la potestad en última instancia». Gomar, mientras veía el encuentro, también manifestó al preguntarle sobre si habría imaginado que el deporte retomase su actividad en el mes de octubre que «sí que estaba previsto», pero que es gracias al buen trabajo de la Federación. Hay que tener en cuenta que ha sido la Conselleria de Sanitat la que ha dado el beneplácito para que el fútbol base y las competiciones no profesionales de la Comunitat hayan podido volver a mediados de octubre. Gomar aseguraba, ante todo, «jugar es viable y que somos responsables, como así lo confirman los protocolos aprobados por la Conselleria de Sanitat».

Y es que en el campo de San Gregorio, con las acciones ofensivas de los cadetes, en las gradas se escuchan sonidos. No son alucinaciones, sino los gritos de ánimo de los padres que han logrado superar la limitación visual con el apoyo de las escaleras o de cualquier elemento que les haga alzarse los algo más de dos metros y medio que tienen de diferencia entre sus cuerpos y la posibilidad de ver a sus hijos disputar el partido.

Los familiares, sobre sus respectivas escaleras y cumpliendo la distancia de seguridad, criticaban al consistorio municipal, el propietario del estadio de San Gregorio, el hecho de que tengan que seguir el encuentro de sus niños desde lo alto de una escalera. Eso conlleva riesgo, cuando dentro del recinto hay «espacio suficiente», según aseguran, para que se puedan dispersar por la instalación comunitaria sin que ello comporte un peligro o riesgo en torno al COVID.

Afortunadamente, en una temporada en la que los niños han de pasar una PCR mensual para controlar los posibles brotes, los goles siguen siendo goles y la ilusión al marcar sigue siendo la misma. Será difícil enseñar a un '9' a no abrazarse al '10', el cual le acaba de regalar un gol.

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