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Enrique Castro Quini.

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Enrique Castro Quini. El Comercio
Sporting

Quini muere de un infarto

El que fuera mítico delantero del Sporting, del Barça y de la selección española deja un huella imborrable

ignacio tylko

Martes, 27 de febrero 2018

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Enrique Castro ‘Quini’, mítico exjugador del Sporting de Gijón, del Barcelona y de la selección española, y sobre todo uno de los grandes caballeros del fútbol español, ha fallecido este martes a los 68 años tras sufrir a última hora de la tarde una crisis coronaria que le sobrevino mientras conducía su vehículo por el barrio gijonés de La Calzada, camino de su domicilio. Los sanitarios lograron estabilizarle en un primer momento, pero cuando ya se dirigían Hospital de Cabueñes sufrió otro infarto que ya no pudo superar e ingresó cadáver.

Su pérdida ha causado un hondo pesar en el mundo del deporte y deja una huella irreparable al tratarse de un histórico, de un referente, de una persona excepcional que se ganó el cariño de toda España. Deportista extraordinario, elegante y con una deportividad exquisita sobre el campo y fuera del césped, fue uno de esos jugadores muy queridos por su afición pero también por las de todos los rivales. Un tipo que nunca negaba el saludo con la gente que le reconocía por la calle o en los estadios, ni los autógrafos solicitados por pequeños y mayores.

Operado dos veces de cáncer en los últimos años, Quini fue perdiendo salud pero jamás su arrebatadora sonrisa. Con un carisma arrollador, es una de las figuras más populares que ha dado Asturias en los siglos XX y XXI, según recuerda el Sporting en un perfil muy emotivo del ‘Brujo’ Quini. Nacido en Oviedo y criado en Avilés, lideró en Gijón la época más brillante del fútbol asturiano a lo largo de su historia. Sus números son reveladores. El conocido ¡Ahora, Quini, ahora!, se convirtió en el grito más coreado de la más espléndida época sportinguista, que se repite cada jornada en la que visitaba otros campos de fútbol como alto representante del club rojiblanco.

Alzarse cinco veces con el Trofeo Pichichi de Primera supone gesta a la que sólo pueden aspirar estrellas de la talla de Telmo Zarra (lo fue en seis ocasiones), Alfredo Di Stéfano o Hugo Sánchez. A esta cifra añadió Quini la consecución de otros dos entorchados de máximo realizador las dos temporadas que jugó completas en la categoría de plata. Su espíritu, su entusiasmo y su carácter bonachón, contagiaban a compañeros y rivales

Desarrolló su fantástica carrera profesional entre el Sporting, en el que jugó un total de quince temporadas divididas en dos intervalos, 1968-1980 y 1984-1987, y el Barcelona, donde militó entre 1980 y 1984. Quini ocupa la octava posición en la clasificación de goleadores históricos de la Primera y es el jugador del Sporting que más tantos ha logrado en la categoría, con 165. A lo largo de su carrera, desde juvenil, disputó un total de 940 encuentros y marcó un total de 545 goles.

La muerte de su hermano Jesús

Nació el 23 de septiembre de 1949 en Oviedo, aunque pasó su infancia en Avilés. Fue el primero de los tres hijos de Enrique Castro —cuyo apodo, Quini, heredó— y María Elena González. Fue el mayor de tres hermanos. Jesús fue portero del Sporting durante diecisiete años y falleció ahogado en 1993 en la playa de Amió, en la localidad cántabra de Pechón, mientras trataba de auxiliar a unos niños ingleses; su otro hermano, Rafael, también jugó como guardameta en el Sporting de Gijón Atlético.

Quini vivió en la capital asturiana, en una casa propiedad de su abuela, hasta los cinco años, momento en que la familia se trasladó a Avilés, merced a la concesión de una vivienda en el poblado de Llaranes, construido para los trabajadores de la empresa Ensidesa, en la que se ganaba la vida su padre. Allí discurrió su infancia y adolescencia. Estudió en el Colegio de los Padres Salesianos de Llaranes, donde comenzó su carrera futbolística.

En 1968 fue fichado por el Sporting, hasta que en 1980 dio el gran salto al Barça, club con el que ganó dos veces la Copa del Rey (1981 y 1983) y una vez la Recopa de Europa (1982). Volvió al que sería su último equipo, el Sporting en 1987. Hasta su repentino fallecimiento ejercía como responsable institucional del Sporting después de haber ocupado distintos cargos en el equipo, como los de secretario técnico, ayudante del primer entrenador y delegado de campo.

El que fuera seleccionador español de la época, Ladislao Kubala, se fijó en el ariete asturiano y le incluyó por primera vez en una convocatoria en 1970. Debutó con el combinado nacional el 28 de octubre de ese año, con ocasión de un partido ante Grecia, disputado en el estadio La Romareda de Zaragoza. Comenzó ese choque como suplente, pero sustituyó a José Eulogio Gárate y marcó uno de los dos goles de la victoria de ‘La Roja’ por 2-1. Ese fue el primero de los 35 partidos que disputó con la selección absoluta, con la que jugó en los Mundiales de Argentina’78 y España’82, además de la Eurocopa de Italia’80. Como internacional sólo llegó a anotar ocho goles al disfrutar pocas veces de la libertad del ‘9’, que sí tenía en el Sporting y el Barcelona. Con España se le encomendaban misiones más defensivas que provocaron grandes críticas en los medios de comunicación.

El codazo de George Best

Con la selección vivió uno de los momentos más amargos de su carrera y que incluso pusieron en peligro su carrera. El 16 de febrero de 1972, en el estadio Boothferry Park de Hull, Inglaterra, un codazo del norirlandés George Best mientras Quini se elevaba para cabecear un centro de Rojo I, le fracturó el pómulo izquierdo, lo cual le mantuvo más de un año inactivo. La Federación Española de Fútbol ordenó su traslado inmediato a España, para ser operado en Madrid. Tardó muchos meses en recuperarse pero nunca se rindió.

Tras ser liberado después de un secuestro que mantuvo en vilo a todo el país y todavía con los ojos vidriosos por la tensión vivida, tuvo la generosidad de perdonar a sus secuestradores. Con 34 años y la sensación de que el fútbol acabó para él tras salir del Barça, el Oviedo le ofrece un gran contrato en Segunda División. Pero el ‘Brujo’ tenía claro que si sigue en activo sólo puede ser para retornar a El Molinón.

Quini volvió a vestir la camiseta rojiblanca durante otras tres temporadas más. Ya no era un chaval, pero mostraba la ambición de un juvenil. Un espíritu que le acompañó hasta el final.

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