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La antigua Romareda, antes de un partido de liga. Afp

El Zaragoza, un histórico al borde del naufragio

Colista en Segunda y abandonado por sus dirigentes, el club maño sufre quizá el peor momento en sus 93 años de vida

Cristián Ramón Cobos

Madrid

Jueves, 30 de octubre 2025, 17:01

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El Zaragoza es un muerto en vida, un histórico que se arrastra por Segunda y que está cavando su propio hoyo, mientras vive quizá la situación más dramática en sus 93 años de historia. El club maño vive en una depresión continua y el equipo es el reflejo de una nefasta gestión deportiva que pasa factura año tras año. Lejos queda la grandeza del pasado opacada por una crisis con un futuro nada prometedor.

Cuando se hablaba del Zaragoza la gente pensaba en títulos de Copa -la ha ganado en seis ocasiones-, noches europeas, grandes estrellas o la gloria de París, cuando conquistó la Recopa de Europa ante el Arsenal con aquella volea de Nayim desde casi 50 metros en el minuto 119. Un rival que siempre ponía en aprietos a los grandes, pero al que ahora cualquier rival es capaz de superar sin ninguna complicación.

Nada queda de ese equipo que se codeaba con la élite. Todos aquellos que se pusieron al mando del club asegurando y prometiendo que le devolverían al lugar que se merece ahora, lo tienen sumergido en una crisis en la que no se atisba ningún rayo de esperanza. Temporada tras temporada, los objetivos han pasado de ser la lucha por el ascenso a sobrevivir en la zona roja de la clasificación.

Lo que se vive ahora mismo es otra cosa. 13 temporadas consecutivas en Segunda, 23 entrenadores desde 2013 y colista de la categoría con una única victoria y tres empates en once partidos de la actual temporada. Un momento delicado y difícil de sostener en el tiempo para un equipo que está atrapado entre la memoria de su pasado y la cruda realidad del presente.

Lastrado por la economía

Pero para entender todo lo que está pasando, hay que mirar hacia atrás. La sombra de Agapito Iglesias sigue perdurando. Todavía quedan signos de una gestión en la que el Zaragoza acumuló una deuda de unos 140 millones de euros, una cantidad que todavía no se ha conseguido solventar. Desde entonces, el plano económico ha pasado a tener más valor que los aspectos deportivos.

En 2022 llegó a Zaragoza un grupo inversor americano con Jorge Mas al mando y del que David Beckham es socio para traer un soplo de aire fresco a la capital aragonesa con el objetivo del impulso a Primera. La sociedad Real Z LLC adquirió la mayor parte de las acciones del Zaragoza, pero todo lo bonito que parecía en un primer momento se ha convertido en una realidad opuesta.

Lejos de centrarse en hacer resurgir a un equipo que se sigue hundiendo con el paso del tiempo, el objetivo principal de esta nueva propiedad apunta hacia La Romareda. Una remodelación necesaria que tanto tiempo se llevaba pidiendo, pero con el que han dejado de lado la planificación deportiva. De esta manera, pueden presumir del gran estadio del futuro, de un campo de Primera para un club que, al paso que lleva, puede estar fuera del fútbol profesional cuando se inaugure.

La reducción de la deuda neta hasta los 24,9 millones de euros, cifra extraída de la última junta de accionistas, no es suficiente para que los zaragocistas consigan olvidar las promesas incumplidas durante estos años. El club sigue a la deriva deportiva, sin que nadie sea capaz de hacer algo. El Zaragoza está gobernado desde la distancia y con demasiados cerebros, sin saber quién manda realmente. Esta es ya su cuarta temporada, con un mayor potencial económico, pero luchando por lo mismo: no descender. Lo que demuestra que lejos de aprender de sus errores, los siguen cometiendo.

De héroe a villano

A pesar de todo, los aficionados no se cansan de renovar su ilusión verano tras verano, aunque de nada sirve. Tras apenas once partidos, el Zaragoza ya ha dejado claro que la renovación profunda que se hizo en verano no tiene ninguna cabida en el futuro. El pozo en el que ha caído el club ya ha arrastrado a Gabi, un entrenador que ha pasado de héroe al salvar a los maños el año pasado, aunque sin llegar a convencer, a villano al dejarle colista y con unas sensaciones muy negativas.

El interino Emilio Larraz tampoco consiguió dar con la tecla y se llevó una manita de la Cultural en el estadio modular y ahora el zaragocismo se aferra al valenciano Rubén Sellés, al que despidió el Sheffield United tras seis derrotas seguidas en la Championship y al que se la ha endosado este muerto con el reto de revivirlo. Lo que queda claro es que no todo pasa por el cambio de entrenador, sino por una renovación más profunda y que alguien asuma las responsabilidades.

Por todo esto, la afición ya se ha cansado y ha dicho basta. Los zaragocistas han puesto el foco de esta crisis institucional y deportiva en cuatro nombres del organigrama del Zaragoza: Jorge Mas, Mariano Aguilar, Fernando López y Juan Forcén. Sus caras junto a la palabra «culpable» aparecen tanto en las paredes de la ciudad como en las redes sociales. Además, se ha convocado al zaragocismo a hacer una concentración de protesta contra los dueños del club y sus directivos para este domingo, antes del duelo contra el Deportivo. Y estas quejas solo parecen ser el comienzo.

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