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Imagen del último partido jugado por la desaparecida Unión Deportiva Salamanca.

Catarsis y reciclaje en el fútbol modesto

La Segunda B se ajusta el cinturón para tomar impulso

Toni Calero

Viernes, 1 de mayo 2015, 07:41

Con la economía subiendo como la espuma y el país disparado, el fútbol modesto estiró el cuello más de lo necesario al calor de los tiempos de bonanza y empresarios que embutieron a los clubes en un peligroso juego. Sueldos con cifras de más, aires de grandeza y promesas incumplidas que escapaban hacia el sumidero mientras los equipos se deshacían entre impagos, denuncias, procesos judiciales y desapariciones. De repente, se multiplicaron las imágenes de vestuarios enclaustrados bramando contra los directivos de turno, las movilizaciones de aficionados exhalando el último aliento por la devoción a unos colores desteñidos por causas, casi siempre, ajenas al césped.

El batacazo trajo la catarsis y el reciclaje en Segunda División B y Tercera, dos categorías en la que no comparecen los mejores artistas, pero sí la gran mayoría. Fue necesaria la colaboración entre diferentes organismos y los propios jugadores, hastiados por su irrelevante papel durante la reconversión del fútbol modesto. Fue después de tocar fondo y comprender la necesidad de reinventar su historia, cuando las cifras, al fin, empiezan a dar la razón a aquellos que apuntaban al mayor control sobre las cuentas de los clubes como una de las claves para sanear las cuentas de los cuarenta equipos que forman la Segunda B.

En el último informe emitido por la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE) sobre las cantidades adeudas por los clubes a los jugadores, destaca un significativo descenso del 74% respecto al mismo periodo de la temporada pasada. Se han presentado 28 reclamaciones por un montante económico de 234.000 euros. En el mismo arco de tiempo durante la 2013-2014 se registraron ante la entidad presidida por Luis Rubiales 89 denuncias de un valor total de 503.000 euros. Por contra, en Primera y Segunda las reclamaciones han pasado de 34 a 60 por un total de 7 millones de euros.

Desde la llegada del exjugador de Valencia y Levante entre otros a la AFE, se buscó "la proximidad, la cercanía" con el futbolista, según explica Antonio Saiz, director de Segunda B y Tercera dentro de la AFE. Al menos una vez al año visita a los equipos del Grupo I, II y III para impartir charlas a los jugadores y atender todo tipo de reclamaciones. Saiz, que fue canterano en el Valencia y coincidió con Farinós, Albelda o el propio Rubiales, aterrizó hace cuatro años dentro de un grupo de "gente de fútbol" que pretendía un giro radical para la situación de los jugadores españoles.

El trabajo de la AFE en colaboración con la Federación se centró en examinar a los clubes con tradición de malos pagadores. Poner la lupa en aquellos que convivieron con los impagos o, en el mejor de los casos, hacían frente al desembolso cuando el fantasma del descenso o la desaparición se cernían sobre ellos. "Hay equipos que deben seis meses a un jugador y al final consiguen el dinero y pagan, pero, ¿y esos seis meses de penurias dónde el jugador no ha tenido ni para comprar la comida?", se pregunta Saiz.

La respuesta fue el aval bancario. La obligatoriedad de los clubes de presentarlos para, llegado un hipotético caso de impago, se ejecute ese aval y los futbolistas puedan cobrar. El dichoso aval fue una de las tres lanzas del tridente para conseguir la estabilidad en Segunda B. Las otras dos: la reducción del salario de los futbolistas y los presupuestos ajustados a la realidad, lejos de los castillos en el aire de antaño. Esos ajustes de cinturón provocaron que ciertos clubes vieran a la AFE, en ocasiones, como una enemiga que no se preocupaba por sus intereses. Pero la percepción que se tiene desde la Asociación de Futbolistas Españoles es que los clubes, cada vez más, han entendido como mejor fórmula avanzar de manera conjunta con los jugadores.

Sueldos bajos, más reales

El descenso en los salarios de los futbolistas igualó fuerzas (históricos y filiales al margen) y ayudó al equilibrio presupuestario de los clubes. También a su supervivencia. "Los jugadores de Segunda B son mileuristas. A muchos les digo: si os ofrecen 3.000, 4.000 euros de sueldo al mes y otro os ofrece 1.000, fichad por el que os ofrece 1.000. El otro va a ser complicado que os pueda pagar", reflexiona Saiz.

Mientras habla de los sueldos, la escuela del Moncada se entrena por la tarde en Polideportivo Municipal de la Pelosa. Jorge March, el encargado del campo, comparte muchas horas con eso que Saiz denomina "el fútbol de verdad". Padres que acompañan a sus hijos a cada entrenamiento, las mil y una utilidades de March para que nada falle cuando los equipos saltan al césped... y provoca una reflexión. "Cada vez más los equipos que suelo visitar se entrenan por las tardes. Eso significa que trabajan por la mañana. La Tercera se ha convertido en una categoría totalmente amateur", explica Saiz. Es la Preferente de hace unas temporadas, donde algunos futbolistas perciben cantidades que rondan 300 o 400 euros. O ni eso.

El repaso continúa por los equipos que han desaparecido en las últimas temporadas. La situación que atraviesan los futbolistas a la espera de una solución que casi nunca llega. Los meses de necesidad, de pelea, y también de demostrar sobre el terreno de juego más altura que los directivos. El fútbol español sabe mucho de vestuarios encerrados y situaciones límites. "He visto gente que no tiene dinero ni para darle un biberón a su hijo, que no ha tenido dinero ni para pagar la comida. Los sueldos de los jugadores de Segunda B permitían pasar el mes, pero nada más. Si dejan de pagarte dos o tres meses, la situación es crítica", señala, recordando el caso de un equipo que se encerró durante quince días para exigir la marcha de una directiva que no se fue, condenando al club a la desaparición.

En las comisiones mixtas, AFE, Liga de Fútbol Profesional y Federación estudian todas las reclamaciones. Se tratan los casos y se advierte al equipo de turno de que debe hacer frente a los impagos. Avisos en el ecuador de la temporada para buscar una solución que evite descenso o desaparición en junio. "Afortunadamente, los impagos van a menos", admite Saiz, antes de detallar que este año "hay tres o cuatro equipos que nos pueden preocupar".

No hay diferenciación posible entre comunidades. Hay algunas que tradicionalmente han tenido más problemas de impago que otras, pero la crisis equiparó problemas en el fútbol modesto. Respecto a la valenciana, Saiz apunta a que los equipos de la categoría "están bien en líneas generales, como en el resto de España". Y ahí surgen proyectos interesantes como el del Huracán, que en pocos años de vida ha conseguido coquetear en varias ocasiones -también en el presente curso- con la Segunda División. En esa élite ha encontrado la AFE otro aliado: los jugadores. Internacionales y capitanes de los equipos de Primera y Segunda se solidarizan cada vez más con sus colegas de categorías más bajas. Las del otro fútbol.

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