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Rubio, en un partido con la selección.
Ricky Rubio, frescura y talento
BALONCESTO | MUNDIAL

Ricky Rubio, frescura y talento

El base, de 23 años, vuelve a la selección para aportar velocidad, estilo y, sobre todo, manejo de balón

Javier Bragado

Jueves, 28 de agosto 2014, 01:00

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Lo mejor de Ricky Rubio está por llegar. O al menos es lo que se espera de él. La cuestión es que el base lleva en el centro de los focos desde los 14 años, cuando Aíto García Reneses le dio la alternativa para debutar en la liga ACB y despertó la esperanza por el precoz talento. Entonces los técnicos destacaron sus capacidades innatas y sus instintos para el juego de la canasta, y los aficionados se sorprendieron por el manejo de la pelota desde sus 193 centímetros de altura y por sus conocimientos del baloncesto del adolescente.

Le cuidaron en casa, le impidieron salir a los medios de comunicación hasta que cumpliera la mayoría de edad, le amarraron al instituto para que siguiera estudiando y su primer cambio profesional no le trasladó muy lejos de las playas de El Masnou: fichó por el FC Barcelona. En la entidad azulgrana experimentó la presión de la exigencia de ganar y de recibir las críticas cuando no se juega al máximo nivel. En dos temporadas su figura no creció en paralelo a sus expectativas y terminó por ser el segundo base del equipo, aunque resultó clave para que el Barça consiguiera la segunda Euroliga de su historia. A pesar de su paso decreciente por el Palau, la trayectoria no desanimó a los ojeadores de la NBA que le habían elegido en el quinto puesto del draft de 2009. Cruzó el océano Atlántico y se mudó a la fría Minnesota donde le bautizaron como el niño maravilla por su parecido físico no en el juego- con la leyenda Pete Pistol Maravich. Rodeado de un conjunto de promesas y talentos su despegue se truncó por la primera grave lesión de su carrera.

El período de varios meses lesionado le sentó a reflexionar, a adaptarse a Norteamérica y a fijar sus nuevos objetivos. Durante su última campaña, la de su retorno, aprendió lo que supone competir durante una temporada completa en la NBA, una maratoniana sesión de 82 partidos de liga regular en seis meses para un total de 180 duelos en su carrera. No obstante, también hubo una cara negativa en su regreso. Sin dudar de su talento para la defensa, el pase y el contragolpe, en el ataque estático se cuestionó su aportación al equipo por sus porcentajes de lanzamientos, lo que provocó que algunos defensas le flotaran en un claro intento de atacar su confianza. Ahora se encuentra en medio de ese debate interior. De hecho, Timberwolves le han ofrecido un nuevo contrato de cuatro temporadas por el que cobraría 48 millones de dólares pero al mismo tiempo han contratado un entrenador de tiro específico para el catalán que ya vivió una parte del verano practicando en Los Ángeles.

En la selección española su rol es complementario de la magia de Sergio Rodríguez y de la fiabilidad de José Manuel Calderón mientras se espera su evolución. Puede convertirse en un especialista en marcajes o puede intentar dar el paso hacia delante para aportar también en ataque algo más que asistencias y velocidad. A su favor dispone de un estilo más propicio en el baloncesto FIBA y de unas dimensiones más adecuadas para sus penetraciones y bandejas, aunque puede que reduzca su uso para ponerse al servicio de los Gasol. De su voluntad y de las órdenes de Orenga dependerán sus funciones presentes y futuras porque después de 90 partidos internacionales aguarda en segunda fila para ser algún día la referencia principal. El salto todavía es posible. Todavía no ha cumplido los 24 años.

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