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El diseñador francés Phillipe Starck se sumó ayer a las celebraciones de Valencia Capital Mundial del Diseño 2022 participando en un encuentro que se celebró ... en la sede de la firma valenciana Andreu World. El creativo sobre cuyas espaldas pesan 10.000 creaciones que le han situado en lo más alto del podio de la actividad, ha convertido algo tan cotidiano como exprimir un límón, sentarse en una silla o encender una lámpara en el arte del diseño. Pero es también el autor de grandes proyectos como megayates, hoteles vibrantes, tecnologías casi milagrosas de las turbinas eólicas individuales y el coche eléctrico. Philippe Starck, indiscutible referente del diseño contemporáneo habló con LAS PROVINCIAS.
En su conversación, propia de quien no deja lugar a dudas de que concibe el diseño como algo más que una profesión, dejó claro que su actividad «es emoción» y no sólo eso, sino que defendió que esa debe ser su «función». Sus consideraciones, unidas a la definición de la actividad creativa a la que ha dedicado su vida como «hacer bonito un pensamiento funcional», ofrecieron su concepción de la traducción de la creatividad en los objetos. Sus declaraciones dejaron bien claro que la combinación de la funcionalidad con la estética debe formar parte del día a día.
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Tanto es así que se mostró partidario de que «en teoría el diseño no debería entrar en los museos porque la casa de cada uno debería ser ese museo». Con estas palabras reconocía una de las grandes reivindicaciones de quienes comparten profesión con Stark y consideran que casi sin que nos demos cuenta el diseño está presente en los momentos y lugares por los que se transita de manera ordinaria. Hasta el punto de que Philippe Starck reconoció que «el éxito absoluto del diseño es que forme parte de la vida cotidiana. Deben ser señales, iconos, como momentos en los que dos personas puedan reencontrar momentos de su vida, con comentarios como ¿te acuerdas cariño? ése sofá lo compramos dos meses antes de casarnos».
Starck defendió que el diseño no crea la vida ni puede salvarla, pero «si lo hiciera con honestidad podría mejorar la vida de las personas». No sorprende que tras mencionar la honestidad como clave del trabajo al que dedica su vida el creativo se confesó igualmente interesado por diseñar el yate de Steve Jobs, «porque siento pasión por los barcos», con el mismo interés que otros objetos mucho más corrientes. «Todo debe estar tratado con el mismo respeto, con el mismo nivel de creatividad, ya sea el megayate para Steve Jobs, como una escobilla del váter, que también lo he hecho».
Habló de honestidad a la hora de asumir y desarrollar los trabajos, y lo hizo también del deseo, que refirió como su objetivo, de que aquello que sale de los estudios de la creatividad de los diseñadores «llegue a todos» los sectores sociales. Recordó que todavía queda trabajo por hacer en su territorio, «en el ámbito, económíco, social y ecológico. He conseguido ganar el debate contra el precio, pero queda mucho por hacer con los materiales de origen no fósil».
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