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El currículum de Mark Elder es apabullante. Ha sido director musical de la Orquesta Hallé de Mánchester entre 2000 y 2024; desde 2022 es principal ... director invitado de la Filarmónica de Bergen; anteriormente desempeñó los cargos de director musical de la English National Opera (1979- 1993) y de la Filarmónica de Rochester, Nueva York (1989-1994) y ha dirigido las orquestas más importantes del panorama internacional: Concertgebouw, París, Festival de Budapest, filarmónicas de Berlín y Londres y las sinfónicas de Boston, Chicago y Londres. Es artista principal de la Orchestra of the Age of Enlightenment, colabora regularmente con la Filarmónica de Londres y ha dirigido en los Proms durante muchos años. Su presencia es también habitual en los principales teatros de ópera (Covent Garden, Metropolitan, la ópera de París o el Festival de Glyndebourne). Tras la salida de James Gaffigan, Mark Elder será el director musical del Palau de les Arts, cuya titular es la Orquesta de la Comunitat Valenciana (OCV).
-¿Cómo ha sido la primera toma de contacto en su nueva etapa?
-Primero está el contacto con Les Arts y después está el contacto con la ciudad. Y los dos son igual de importantes.
-¿Qué referencias tenía antes de venir aquí del Palau de les Arts?
-Ninguna. Había venido aquí para ofrecer algunos conciertos en el río con anteriores orquestas unas tres veces. Me encanta la ciudad, me parece preciosa, maravillosa. Todo es muy distinto de Inglaterra. Disfruto mucho con esta diferencia y la verdad es que me congratula enormemente que me hayan dado esta oportunidad de trabajar con esta orquesta y ver cómo podemos conectar y trabajar juntos. Conozco a Jesús Iglesias desde hace muchos años, estuvimos trabajando juntos en otro contexto en Ámsterdam y es una persona por la que siento mucho respeto.
-Acepta ser el director musical de un coliseo del que apenas tiene referencia...
-Bueno, sabía desde el principio que esta era una orquesta joven, que no llevaba mucho camino recorrido y con vigor. Ahora son menos jóvenes que cuando se creó la formación y sé que los músicos han ido creciendo con la orquesta, La Orquesta de la Comunitat había trabajado con Zubin Mehta y Lorin Maazel y eso me gustó. El hecho de que maestros hayan pasado por aquí significa que hay algo serio. De momento, está resultando un placer venir, conocerlos, tocar con ellos, ver el ambiente que se disfruta aquí. Ya hemos podido colaborar en tres conciertos y la verdad es que han ido muy bien.
-¿Cuáles son su objetivos con la OCV?
-Cada director tiene su propia idea del sonido, del sonido que quiere buscar y lo que más me interesa es que éste sea el mejor según la obra que se vaya a interpretar. En julio, por ejemplo, ensayaremos Beethoven y verá la evolución de la orquesta, porque quiero comprobar su capacidad para el repertorio clásico y ver que pueda afrontar los retos de todo lo que viene después. Me interesa mucho la visión a largo plazo, cuidar la organización, asumir los estándares para subir el listón y hacer bien las cosas.
-Usted tuvo un largo mandato al frente de la Ópera Nacional Inglesa, de 1979 a 1993. Y en la Orquesta de la Hallé de 2000 a 2020 Pero aquí ha firmado para cuatros años. ¿Es suficiente para alcanzar sus retos con la OCV?
-No (sincero), pero tampoco sé si me voy a quedar más de cuatro años. Confío en que todo este tiempo estemos todos contentos.
-Usted accede al nuevo cargo con 78 años y su antecesor tenía 46 años...
-No percibo la edad como un problema. Ahora tengo muchísima experiencia. Puedo decir de manera clara que en los últimos diez o 15 años he mejorado muchísimo. Soy consciente de lo que puedo hacer, de cuál va a ser mi cometido aquí. He tenido la oportunidad de hacer conciertos que han sido todo un éxito y la verdad es que tengo muchas ganas de evolucionar y ver lo que es mejor para la orquesta. Los instrumentistas de manera individual son muy buenos, pero a mí me interesa más ver cómo tocan como conjunto y cómo son capaces de variar según el estilo que se escuche. Tengo muchísimas ganas de hacer una ópera aquí en Les Arts.
-¿Cuáles son sus preferencias a la hora de dirigir esa ópera en Valencia?
-Quiero elegirla bien. En una ópera, la orquesta ha de ser consciente de que su función es servir al drama, que la música tiene que expresar la psicología de los personajes.
-La sociedad y el disfrute cultual ha cambiado muchos desde que usted debutó en la dirección musical hasta la fecha. ¿La ópera, la música clásica y Les Arts compiten con Netflix y HBO?
-(Reflexiona) Gran pregunta. La ópera, por supuesto, pertenece al sector del ocio, aunque algunas personas crean que está por encima. La pregunta es cómo colocar el teatro, la ópera, la música clásica en el centro de la sociedad. Se puede hacer, pero el problema es conseguir que la gente se levante del sofá. Está muy bien darse un maratón de series de televisión, escuchar podcasts y tal pero nada es tan potente como el directo. Tenemos que esforzarnos por animar a los jóvenes a interesarse por la música clásica porque ahora mismo a ópera corre peligro. Porque existe cierta desesperación por parte de algunos directores en algunas de algunas personas que trabajan en este mundo por hacerlo interesante. Y lo que desean hacer tan interesante que se pasan de frenada y eso al final puede acabar destruyéndola.
-¿Pero no rivaliza con plataformas de 'streaming'?
-No, no creo que exista una guerra. Hay pereza en la sociedad, una falta de curiosidad y tenemos que solucionarlo, pero para eso necesitamos liderazgos. Necesitamos captar el mejor talento para nuestra profesión y así poder luchar por nuestro arte. ¿Por qué? Porque la música al final está corriendo el riesgo de caer en la autocomplacencia. Nuestro deber es defender nuestro arte, defender nuestras creencias. No podemos pensar que nada alrededor va a cambiar. A los directores les da miedo quedarse fuera de onda, quedarse un poco desfasados y es algo que en estos momentos está destruyendo el arte, de tan novedosos que queremos ser. Todo esto no implica que tengamos que hacer las cosas como siempre se ha hecho, sino que tenemos que reflexionar en cómo aportar cosas nuevas, pero siguiendo siempre respetando las tradiciones. Y eso es algo que no terminamos de hacer bien.
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