Borrar

FIN A LA ERA LIVERMORE

El exintendente ha logrado abrir el teatro a la sociedad y ha mantenido la calidad de las producciones, pero bajo su mandato se han marchado numerosos músicos

CÉSAR RUS CRÍTICO MUSICAL

Domingo, 10 de diciembre 2017, 00:37

Comenta

Un amigo, trabajador del Palau de les Arts, me recuerda una frase que le dije hace años: en Les Arts todo es extremo, para lo bueno y para lo malo. Me gustaría no tener razón, pero los acontecimientos se empeñan en dármela. Davide Livermore anunció el martes en una rueda de prensa, bastante beligerante, su dimisión. La respuesta de Albert Girona no fue menos beligerante y tuvo algunas declaraciones exóticas, como aquella en la que se preguntó qué interés tenía la opinión de Plácido Domingo. A veces un poco de humildad y prudencia no viene mal. La mayoría de los ciudadanos de nuestra Comunitat saben quién es Domingo... muchos menos son quienes saben quién es Albert Girona, así que lo que diga Domingo sí tiene interés.

Pero el objeto de este artículo es el de valorar el paso de Davide Livermore como intendente de Les Arts. Esa valoración se hace teniendo en cuenta que ha dimitido antes de terminar su contrato y, por tanto, su proyecto sólo se ha realizado en parte. Una vez más hay que recordar la importancia de que los contratos se respeten y que la gente llegue y abandone los puestos de responsabilidad en condiciones de normalidad.

En cualquier caso, en justa coherencia, la valoración que tengo que hacer de la era Livermore he de hacerla basándome en los retos que, en mi opinión, Les Arts tenía en 2015 y que así expuse en su momento. El primero era el de normalizar la situación tras la salida de Schmidt; hasta el martes pasado, Livermore lo había conseguido, pero su dimisión y la rudeza de su enfrentamiento con la Conselleria dejan al teatro en una situación de inseguridad e incertidumbre similares a las que encontró.

El segundo reto era el de abrir el teatro a la sociedad y bien que lo ha conseguido: la pretemporada, las jornadas de puertas abiertas, 'Les Arts volant', etcétera han hecho más amable y abierta la imagen del teatro. La tercera labor que debía enfrentar era la de la ampliación del repertorio y este ha sido otro de sus éxitos. Durante su periodo se ha normalizado la presencia del repertorio del siglo XVIII y XX. Sin embargo, eso se ha hecho sacrificando el repertorio alemán que ha brillado por su ausencia. En cualquier caso, el nivel de calidad de sus temporadas ha sido muy alto y así lo avalan las cifras de asistencia de público y los ingresos de venta de entradas.

Pero el mayor de los retos que tenía Livermore era el del mantenimiento de la Orquesta de la Comunitat. El balance en este punto es más difícil de establecer. Por un lado, es innegable que no se ha producido un colapso en la orquesta, pero también es cierto que la situación no es mejor que en 2015: la doble titularidad Abbado y Biondi no ha terminado de agradar a la formación, en particular, porque ha supuesto dar más peso al repertorio italiano en detrimento del gran repertorio romántico alemán. A eso hay que añadir que el nivel de los directores invitados no es el mismo que el hace unos años. Por ello, el balance general que hacen los músicos de la gestión de Livermore no es positivo y se han marchado grandes músicos.

Podemos decir que en su conjunto, Livermore ha hecho un gran trabajo a nivel artístico que se ha quebrado esta semana. Ahora, el horizonte que se abre a les Arts es más que oscuro. Las afirmaciones de Girona no invitan al optimismo. El martes fue un día de tensión con declaraciones desafortunadas. Esperemos que los próximos pasos estén marcados por la prudencia. He leído estos días que el nombre es Palau de les Arts, no Teatro de la Ópera. Con ese argumento tampoco la Scala es un teatro de ópera, ni el Real, ni el Liceu... El Palau de les Arts es un teatro de ópera, para eso se construyó: esa es su arquitectura.

En contra de lo que se piensa, en Valencia hay tradición y hay público. Además, Valencia ha hecho lo que parecía imposible: una orquesta, un coro y un equipo sólo comparable con los mejores teatros de Europa. Ahora bien, hay espacio para todo si se programa con sentido. No ha de ser un teatro cerrado a otras propuestas que sean compatibles con un teatro de ópera de primer nivel. De no ser así, estaremos condenados al provincianismo.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias FIN A LA ERA LIVERMORE