Beethoven como liturgia

En Valencia, por ejemplo, interpretó la integral de las sonatas entre 2004 y 2005 y la integral de los conciertos para piano en 2010. Ahora, a sus 78 años volvía a Valencia con un programa que recogía algunas de las más célebres sonatas del compositor como son la 'Patética', 'Claro de luna';y 'Appassionata', acompañadas por una inesperada sonata número 6 a modo casi de intermedio. La identificación del pianista con la música de Beethoven ha llegado hasta tal punto de simbiosis que sus interpretaciones parecen pura liturgia fruto de las mil visitas que ha hecho estas obras. El resultado son versiones en las que parece que todo está ya predicho y cada compás se sucede como se sucede la lectura de un texto sagrado en el que todo el mundo sabe la frase que sigue. La sorpresa queda olvidada. Las originalidades y rupturas beethovenianas quedan en el como un eco lejano en la repetición infinita.

Pero dejando de lado estas consideraciones estéticas, no podemos olvidar las técnicas y es que el paso del tiempo se cobra su precio. Especialmente al inicio del programa se impuso una cierta opacidad tímbrica que se fue disolviendo en la segunda parte, para culminar con una más que brillante interpretación del último tiempo de la 'Appassionata'.