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Paloma Chen
Jueves, 1 de mayo 2025
A las 12:32 de este lunes 28 de abril, la Península Ibérica se vio sumida en el caos ante un apagón generalizado. España (menos las islas Baleares, Canarias, Ceuta y Melilla), Portugal, y puntos del sur de Francia se vieron afectados. Las dimensiones, por tanto, fueron excepcionalmente grandes. En momentos así, es inevitable pensar en otros momentos históricos de características similares. Pero, además, como tenemos el filtro de tiempo, se pueden entrar a valorar consecuencias que en la inmediatez del presente no podemos ver.
Es, por ejemplo, el caso del famoso apagón de Nueva York, que sufrió la noche del 13 de julio de 1977. Duró más de 24 horas, y lo sufrió una ciudad que estaba marcada por la crisis económica, el paro, el abandono institucional y las violencias racistas, por lo que la falta de luz no hizo más que agudizar los problemas. No obstante, esta oscuridad cambiaría la historia de la música: la cultura hip hop encendió su chispa.
Muchas partes de Nueva York poco tenían que ver con la visión idílica que venden al mundo muchas películas de Hollywood. A finales de la década de los 70, muchos neoyorkinos afroamericanos e inmigrantes puertorriqueños, jamaicanos y cubanos trataban de sobrevivir en los márgenes de la gigantesca metropoli, concretamente, en el Bronx y en el Spanish Harlem.
Estaba siendo un verano excepcionalmente caluroso, y la red eléctrica se sobrecargó demasiado debido a una serie de rayos que afectaron líneas críticas de transmisión. Al principio, los ciudadanos no sabían cuánto iba a durar el corte de luz. A medida que pasaban las horas, se dieron cuenta de que podían aprovechar el caos para robar todo aquello que necesitaban.
Jóvenes de barrios empobrecidos, como el del South Bronx, entraron en tiendas de electrodomésticos y consiguieron equipos de sonido, tocadiscos, amplificadores y altavoces que, por sus altos precios, habían sido inaccesibles para ellos. A partir de entonces, los podrían utilizar para sus creaciones musicales.
En libros como 'The Come Up. Historia oral del hip-hop', Jonathan Abrams ahonda en la historia de este género musical, y recoge testimonios como el de Dj Clark Kent, que confirma que así fue como se hizo con sus primeros platos pues, aunque tenía muchas ganas de aprender a ser DJ, no tenía recursos económicos para comprar un equipo.
A finales de 2022, en un artículo de Rolling Stone, se publicaron partes de una conversación entre Abrams y otras figuras del hip hop. Entre ellas, Rahiem, de Grandmaster Flash and the Furious Five, que narraba: «El apagón de 1977 fue lo que ayudó a engendrar una multitud de aspirantes a profesionales del hip-hop porque antes de eso la mayoría de los aspirantes a DJ no tenían dos giradiscos y mesa de mezclas, ni altavoces. Cuando se produjo el apagón parece que todo el mundo tuvo la misma idea a la vez. Cuando volvieron las luces en Nueva York todo el mundo tenía equipo».
En 1975, el presidente Gerald R. Ford cortó los fondos federales de Nueva York, lo que supuso una decadencia y un deterioro generalizados. Las comunidades de los barrios más afectados se organizaron y establecieron redes de apoyo mutuo de distinto tipo. Asociaciones vecinales y bandas juveniles intentaban apoyar a generaciones de jóvenes precarizados que ni siquiera podían tener el mismo ocio que sus contrapartes de sitios más afluentes de la ciudad.
El movimiento hip hop se consolidó en fiestas callejeras. En pleno auge de la popularidad de la música disco, los chicos y chicas de barrios como el Bronx no podían permitirse desplazarse al centro de la ciudad para ir a las discotecas de moda. Organizaban, entonces, sus propias fiestas con potentes equipos de sonido, al estilo de los sound systems jamaicanos, que enganchaban al servicio de alumbrado. No tenían permiso para montar las fiestas, pero sacaban su equipo, abrían los postes de luz y los conectaban de todas formas, como recogen testimonios como el de Paradise Gray, mánager del Latin Quarter y miembro de X-Clan, en el libro de Abrams.
No es fácil hablar de fechas concretas en los orígenes de un movimiento cultural tan amplio, pero la block party de la joven de origen jamaicano Cindy Campbell del 11 de agosto de 1973 se recoge como una de ellas. Esta fiestas secreta sucedería en el número 1520 de Sedgwick Avenue, en el barrio del Bronx, y contó con Kool Herc, hermano de Cindy, un DJ que se convirtió en modelo a seguir para muchos de los jóvenes que acudieron. Su innovadora forma de pinchar los discos y de pronunciar frases inspiradoras llegaría a evolucionar más adelante en la creación de rimas propias encima de bases rítmicas por parte de los artistas urbanos.
El hip hop daba opciones a la gente, pero no se habría consolidado si los jóvenes hubiesen seguido sin poder acceder a giradiscos, mezcladores, amplificadores, micrófonos o altavoces, porque la luz se puede pinchar de una farola, pero conseguir equipo, para un joven de la época, era imposible... al menos, hasta la noche del 13 de julio de 1977.
En los años posteriores a la fiesta de Sedgwick Avenue, se multiplicaron las block parties, donde, con más acceso a productos tecnológicos musicales, jóvenes del Bronx comenzaron a ahondar en un arte que tuvo sus patas en el el MCing (la palabra), el DJing (la música), el breakdance y el graffiti. El hip hop se consolidó como un lenguaje de resistencia y de expresión de la identidad para las poblaciones negras y latinas en EE.UU. Cruzaría el río Harlem, llegaría a Manhattan, y años más tarde seguiría atravesando fronteras para convertirse en uno de los movimientos culturales más importantes del mundo.
No, el hip hop no nació directamente en el apagón, pero provocó que muchos jóvenes tuvieran un acceso material a recursos de los que de otro modo probablemente no habrían accedido. Así, experimentaron, grabaron, mezclaron y compartieron su música, y este fue un eslabón crucial en la historia del movimiento.
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