

Secciones
Servicios
Destacamos
Hace cien años, la historia de la literatura española anotó un leve terremoto, cuya magnitud sólo pudo observarse con el paso del tiempo: en 1925, ... un jovencito de Orihuela llamado Miguel Hernández tomó la trascendental decisión de apartarse del futuro que le aguardaba como pastor, renegar de las sugerencias paternas que le conminaban a abandonar sus escarceos como poeta y hacerse cargo del negocio familiar. A comienzos de ese año, ya había dejado los estudios para guiar a su rebaño por los alrededores de su pueblo, pero el futuro escritor nunca desertó de su vocación; como reza la página web del Instituto Cervantes, se cumple ahora el centenario de su carrera literaria «de manera autodidacta». Empieza a redactar sus primeros versos y el resto es historia.
Historia de su oficio y también historia de España, porque Hernández pasó a la posteridad en su condición de poeta del pueblo y como miliciano alistado en las tropas de la República, un doble recorrido que le ganó fama también por duplicado pero que presenta aún zonas menos conocidas en su biografía. Una de ellas remite a un rincón de l'Horta Nord: en un apartado paraje de ese mar de naranjos y otras delicias del campo feraz, Hernández encontró acomodo junto a otros efectivos del Ejército republicano, acuartelados en una alquería que hoy reclama a gritos una atención superior, como testimonio de aquel doloroso episodio cruento y como hogar provisional de autor de 'Perito en lunas' y demás cumbres de nuestra cultura.
A la alquería Mas del Rosari se llega por carretera, a través de la vía que conduce hasta sus inmediaciones, pero también a pie, atravesando los caminos rurales que serpentean cultivos de cítricos, caquis, cebollas y otros manjares que en esta lluviosa primavera se resisten a estallar. Una pista de arena guía hasta la edificación, de primorosa estampa, cuyo cuerpo central, jalonado con azulejos consagrados a la Virgen del Rosario que bautiza a la finca, recibe al visitante, que hasta hace unos años ingresaba en su jurisdicción escoltado por una sucesión de palmeras abatidas recientemente. Una vez ante su puerta central, el recorrido se desplaza hacia los dos laterales, donde esta mañana primaveral un grupo de operarios comprueban la maquinaria, saludan al visitante y se despiden en un todoterreno. El rumor del coche deja paso al silencio, conventual: en medio de la nada, todo conspira para convocar el espíritu difunto del poeta que nos deslumbró con 'El rayo que no cesa' y otras creaciones memorables.
El paseo concluye junto al edificio aledaño, donde también se observa la huella humana reciente. Nada avisa sin embargo de que allí se acuarteló Hernández en otra primavera, la aciaga primavera del 38. El Cervantes anota cómo en junio de ese año, que Hernández había inaugurado como firmante, junto a otros intelectuales, de un manifiesto en defensa de la República, el escritor oriolano se aloja entre estos muros, sede de la Academia Militar de la 6ª división. Hoy es un imponente edificio que amenaza ruina; entonces, una pieza clave en el engranaje militar del Ejército republicano. Enrolado en sus filas, Hernández se asomaba sin saberlo al ocaso de su vida. Un año después, es detenido en Portugal cuando huía de España y entregado a las autoridades españolas. Moriría en prisión en 1942, lejanos y a la vez recientes esos días en Albalat. Con una mano en el fusil y otra agarrando el lápiz: en 1939 publicaría su poemario 'El hombre acecha'. Luego vendría 'Nanas de la cebolla', 'Viento del pueblo'...
Pero ésa es otra historia.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Da a luz en la calle a la salida de unos cines de Valladolid
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Destacados
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.