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Luces y artes en Aula LAS PROVINCIAS

Luces y artes en Aula LAS PROVINCIAS

Enrique Ponce y Pablo Aguado, un mano a mano de contrastes en la plaza y en el salón

JOSÉ LUIS BENLLOCH

Sábado, 29 de febrero 2020, 22:51

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El maestro Enrique Ponce está a punto de protagonizar un nuevo hito en el toreo, en este caso su trigésimo aniversario como matador de alternativa sin interrupción y compitiendo al máximo nivel. No hay a lo largo de la historia referencias que se le puedan comparar. Naturalmente lo celebrará en Valencia, doblemente. En la plaza donde Joselito le doctoró simbólicamente -porque en realidad nació doctor- y en el Aula LAS PROVINCIAS (Ateneo Mercantil, 3 de marzo, a las 17 horas, entrada libre), cita a la que acudió siempre ante los grandes acontecimientos. Y como hicieron los clásicos, en la arena y en el estrado, competirá con el último valor llegado al toreo, pasen y comparen, en este caso Pablo Aguado, que de pronto, por sorpresa, como sucede con los grandes impactos, llegó a Sevilla, su tierra, y desempolvó todas las esencias (y matices) de aquella escuela, que parecían diluidas con las nuevas modas del toreo extenso y previsible. Lo hizo desde la naturalidad, con los registros propios que hicieron famosa a la tierra de mariasantísima, improvisación, gusto, cierta brevedad, mucha levedad, su toreo tiende a la caricia y el mando surge de las muñecas. Luego lo que puede ser puede ser y lo que no, no se fuerza. Aquella tarde-impacto de la Feria de Abril 2019, cuatro orejas y Puerta de Príncipe, tuvo una previa a modo de aviso en las Fallas de ese mismo año, donde dejó nota de que el sevillanismo estaba de vuelta, y una confirmación igualmente espectacular días después en Madrid.

Pablo Aguado.
Pablo Aguado. APLAUSOS

De Enrique está todo dicho. Ha competido con varias generaciones de toreros, desde los Espartaco, Manzanares, Ortega Cano, Capea, Joselito, pasando por César Rincón -posiblemente su competidor más directo y encarnizado, especialmente en las temporadas americanas-, Jesulín, José Tomás y Juli, el único que sigue en activo a todos los actuales. La fórmula para resistir al paso del tiempo ha sido la profesionalidad, el valor (hablar solo de su talento es reducir su dimensión) pero sobre todo se apoya en el amor propio, cualidad imprescindible en el toreo y la capacidad de renovarse.

Transformación poncista

De torero poderoso en el que sobresalía la técnica que le permitía triunfar con un porcentaje altísimo de toros, cualidad que no abandonó jamás, ha acabado desarrollando un perfil artístico de lo más atractivo. Torea de capa como no había toreado en su juventud, seguramente porque entonces su objetivo principal era administrar al toro para que llegase al tercio final con las máximas posibilidades de triunfo. Ahora, con esas urgencias cubiertas, su objetivo principal es el disfrute y el completar su tauromaquia cada día más extensa. Entre las notas más destacadas del maestro actualmente sobresalen su puesta en escena y la condición de excelente capotero.

Llega de hacer una extensa temporada americana en la que Ciudad de México y los estados son su gran referencia, plazas en las que goza del tratamiento de consentido, que es la forma en la que en aquel país se refieren a los predilectos. La veintena de festejos de este invierno viene a completar una temporada española en la que sufrió en Fallas una gravísima fractura de rodilla, rodilla catastrófica diagnosticaron los doctores, de la que reapareció en el mes de agosto en El Puerto de Santa María con un gran éxito, compareciendo seguidamente en las ferias de más exigencia como le obliga su carácter.

La capacidad de reinventarse han permitido al valenciano competir con varias generaciones de toreros

Si Ponce exhibe un toreo luminoso, muy mediterráneo, en el que concluyen y funden diversas culturas -el toreo siempre fue el reflejo de la cultura y vivencias de cada cual- Aguado luce el arte propio de su tierra. Tiene esa luz singular, de la que los sevillanos presumen y que solo se da, dicen, en su tierra. Un análisis de su toreo podría hacer referencias al azahar y a los limoneros que florecen en aquellos patios de Sevilla que inspirasen a Machado, o a la naturalidad con la que se puede pasear por el parque María Luisa, lo que puede parecer extremismo sevillano pero no lo es según dicen sus devotos, que ya los tiene, heredados del currismo, aunque tengo la sensación de que su perfil le acerca más a Pepe Luis o a Bienvenida. Así que ir a verle supone ir preparado para todo, para el éxtasis pero también para decir definitivamente que este retrato es una exageración. Aunque a lo mejor no lo es y entonces…

Ambos, Ponce y Aguado, gente ilustrada, coinciden en un impecable respeto a la liturgia, son toreros y lo parecen, sin estridencias, en la plaza naturalmente pero también en la calle. Su presencia, lo mismo que la de otros compañeros anunciados en el abono, le confieren a las Fallas el título definitivo de Feria de las Luces y las Artes. El encuentro entre ambos en la plaza será el lunes 16, día en que se conmemora la alternativa del torero de Chiva, un eslabón más en su trayectoria, la culminación de la tauromaquia valenciana (por ahora) en el tiempo en el que Sevilla ha vuelto a soñar.

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