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José María Pérez 'Peridis'. R. C.
«Seguimos siendo el país de los pícaros y nos sobra coña e ingenio»

«Seguimos siendo el país de los pícaros y nos sobra coña e ingenio»

José María Pérez 'Peridis' publica 'La reina sin reino', su tercera novela sobre la Reconquista

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Jueves, 1 de enero 1970

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José María Pérez 'Peridis' (Cabezón de Liébana, Cantabria, 1941) está encantado con su tercera y tardía vocación: la escritura. El arquitecto, viñetista y ángel de la guarda de nuestro patrimonio publica 'La reina sin reino' (Espasa), su tercera novela sobre la Reconquista y los albores de Europa. Reciente Premio Nacional de Restauración y Conservación de Bienes Culturales, propone un 'Juego de tronos' en torno a Berenguela I de Castilla y su hijo Fernado III el Santo.

Pregunta: ¿Acaba con esta novela trilogía sobre la Reconquista?

Respuesta: Sí. La dejo niquelada. A Fernando III lo dejo con Sevilla conquistada y vacía y me despido de él para siempre. '¡Oye, que te van a hacer santo!', le dije. Su madre Berenguela, inteligente y maniobrera, juega en dos tableros: en el de Castilla, donde le toca ser la reina pero no le dejan y ha de compartirlo con el hijo; y en el de León, de donde la echan excomulgada. Pero cambia las fichas a su antojo con jugadas maestras. Dará jaque mate al rey de León y a los nobles de Castilla. De inteligencia superior, cada vez que hay una amenaza al rey, ella se come la ficha.

P: ¿Se permite como novelista libertades vedadas al historiador?

R: Claro. He vivido un 'Juego de tronos' desde dentro, tomándome licencias. Digo a los personajes qué debían hacer sin salirme mucho del guión de la historia. Cuando Fernando dudaba de si ligar con la morita o no cuando se queda viudo, le hablo al oído como si fuera su madre para decirle que no, sabiendo que las prohibiciones de las madres son un estímulo para los hijos.

P: Es arquitecto, humorista y escritor. ¿Por ese orden?

R: Hacía caricaturas con doce años, mucho antes de ser arquitecto. Pero mi profesión en el DNI es arquitecto. La de viñetista la ejerzo a la vez. La de escritor ha sido el cohete que me pone en órbita de mayor. Encontrar esta vocación cerca de los 80 años, contar lo que te gusta y que te vaya bien, es un regalo de los dioses.

P: ¿Disfruta más escribiendo que dibujando?

R: El chiste lo hago en un suspiro. Mi dibujo es sencillo e inmediato. Escribir es duro, como picar piedra. Trabajo forzado. Hay que sacar muchas carretillas de escombro. Levantar muros es agradable, pero la cantidad de escombro que dejas es tremenda. La novela no es el arte de poner. Es el arte de saber quitar.

P: ¿Sus fábulas son más románicas o más góticas?

R: Estoy entre el románico y el gótico y me permito alguna floritura. Procuro que sean sólidas, que tengan muros robustos, y en eso son románicas. También que sean bellas, y estén hechas con el corazón y la cabeza, como el románico, que era un arte apasionado. El gótico era mucho más visual y cerebral. Pero alguna vidriera hay que poner para darle luz, color y relieve a los personajes. Que vivan bien en esa catedral o en ese monasterio que es una novela.

P: ¿Nuestro sentido del humor está maltrecho o aguanta bien?

R: Lo aguanta todo. No hay más que ver lo que circula por internet. El ingenio que se derrocha, a pesar de algunas burradas intolerables. La gente mantiene el humor. Hay y habrá coña para rato. Nos sobra ingenio. Inventamos la novela picaresca, que es nuestro género por excelencia, y seguimos siendo el país de los pícaros. La escandalera se debe a que tenemos una doble moral y nos puede el pícaro que todos llevamos dentro.

P: ¿Se plantó la semilla de la Europa que nos estamos cargando en la época que novela?

R: Esa es la desgracia y lo que me movió a escribir estas novelas. Hay una Europa que se ve en el árbol genealógico de las dos últimas, con todas las familias reales emparentadas. Comparten sangre, religión y arquitectura. Los reyes de Portugal, León, Castilla, Navarra y Aragón de la época son todos primos como Fernando el Santo y San Luis de Francia. Hacían intuitivamente una Unión Europea de carácter conyugal. Fueron precursores de su unidad. De todas esas naciones que se peleaban mezquinamente por una frontera hemos hecho un único 'súperestado' en un giro extraordinario. Por primera vez en la historia se hace por acuerdo, no por conquista. Ese es el gran invento de Europa, uno de los mayores saltos político y sociales de la humanidad: pasar de la guerra al acuerdo, y del acuerdo a la solidaridad.

P: ¿Seguirá en la novela histórica?

R: Me vendré a la sociedad actual. El problema de la novela histórica es que a veces hablas como los obispos. Se te pega el lenguaje engolado y protocolario de los nobles. Para evitarlo haré una novela con el habla y los problemas de ahora: el paro, los desahucios, la violencia de género. Si quieres divertirte tienes que hacer lo que no sabes hacer. Con el oficio de estas tres novelas, lo intentaré.

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