Ana Santos: «Una lectora es casi una misionera»
Ganadora del premio Espasa, presenta este lunes en Valencia 'Sembrar palabras', sobre el despertar intelectual de la mujer
Ganadora del premio Espasa de ensayo, Ana Santos presenta este lunes en Valencia (19 horas, Casino de Agricultura) su obra 'Sembrar palabras', una suerte de ... guía sobre el despertar intelectual de las mujeres, asociado a una sugerente veta: su condición de lectoras. «Los departamentos de las universidades que se dedican a la crítica literaria feminista llevan años trabajando muy bien sobre la obra escrita por mujeres y la recuperación de su legado, pero relacionar las condiciones políticas, sociales y culturales de cada momento histórico de España con las causas por las que las mujeres habían escrito tan poco o les era tan difícil escribir, no sé si se había hecho», reflexiona. -
- Deduzco de su libro que para la mujer lectora hubo una especie de doble brecha de género. Por ser mujer y por tener vetado el acceso a ese mundo.
- Más que de género, es una brecha de clase. Las mujeres sufrieron una doble discriminación, porque los hombres que vivían en el medio rural o que pertenecían a clases bajas también tenían una elevada tasa de analfabetismo, pero además las mujeres eran discriminadas porque a medida que se fue desarrollando el acceso a la educación, no iban nunca a ejercer una profesión o era muy difícil que trabajasen. No necesitaban estudiar pero los hombres sí, porque debían mantener a las familias.
- ¿Y ese estigma se ha erradicado por completo o persiste en alguna capa social?
- A ver, es cierto que la educación en nuestro país la educación ya es universal y la enseñanza pública funciona bien. Pero tejemos que pensar que hasta 1909 la educación no fue obligatoria en España para niños y niñas.
- De las páginas de 'Sembrar palabras' se extrae precisamente esa conclusión: entender la lectura como ascensor social.
- Sí, lo era. El acceso a la lectura fue un privilegio de clase y cuando la cultura escrita se puso de moda, era también un privilegio social tener bibliotecas y poder debatir en las tertulias y en los salones sobre libros y lecturas. Un privilegio de clase que comenzó a dejar de serlo un poco antes de la II República, cuando se desarrolló la cultura escrita y la industria editorial de una manera espectacular, a través de editoriales pequeñas que pensaron es que el libro debía de llegar a todo el mundo. Hubo entonces un mundo en el que el libro llegó a mucha más gente y además a clases sociales que buscaban otras ideas políticas en ese nuevo mundo que se estaba desarrollando en España.
- Otra deducción que me sugiere la lectura de su obra: eso de que la lectura os hará libres...
- Sin duda alguna. Las mujeres comenzaron a sentirse libres a medida que pudieron acceder a otras ideas y comenzaron a desarrollar su propio pensamiento. Fueron conscientes de que se podía vivir de otra manera. Hasta que no descubrieron ese nuevo mundo a base del pensamiento de otras personas, su mundo era el que la sociedad les imponía en cada momento. No sabían que podían vivir de otra forma.
- Hay una frase del libro que dice lo siguiente a este respecto: 'Hoy no somos suficientemente conscientes del privilegio que supuso el acceso a la lectura'.
- Sí, es cierto. Hoy nos parece que leer es un acto totalmente cotidiano y afortunadamente lo es para todo el mundo. Pero hasta fechas relativamente recientes leer y escribir era un privilegio absoluto. Se cerraba la posibilidad no sólo de un aprendizaje elemental en la infancia o la juventud, sino también la posibilidad de un aprendizaje a lo largo de toda la vida.
- Su historia tiene final feliz: la mujer lectora ha derrotado al hombre lector.
- Estoy de acuerdo. Los índices de los baremos de lectura así lo demuestran. Hoy las mujeres leen más que los hombres, sobre todo en una determinada franja de edad, y además son las más asiduas asistentes a los clubs de lectura. Y son críticas. Participan del mundo de la cultura escrita como nunca lo habían hecho antes.
- ¿Y a qué cree que obedece ese fenómeno?
- A que muchas mujeres a lo largo de su vida se han tenido que dedicar de forma casi exclusiva al cuidado del hogar y cuando se quedan un poco liberadas, tienen ese deseo de descubrir cosas y entran en el mundo de lectura, que les genera una satisfacción muy grande. Hoy una mujer lectora es casi una misionera.
- Leer casi como revancha...
- Sí, como una apuesta vital, como una manera de ser capaz por ti misma de descubrir otro mundo. Leer no sólo como entretenimiento, sino como un acto de recogimiento íntimo y de reflexión que es necesario especialmente en este momento, cuando la información nos llega de manera rápida y a una velocidad que nos es difícil asimilar muchas veces.
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