Figura excelente del arte valenciano y fiel a su ciudad natal
La retrospectiva del Centro del Carmen en 2013 emocionó al creador, que recogió la Medalla de Bellas Artes de la Politécnica el pasado diciembre
Contaba Juan Genovés el pasado diciembre en una entrevista a este periódico con motivo de la entrega de la Medalla de Bellas Artes de la Universitat Politècnica que aceptaba el reconocimiento en homenaje a sus compañeros de la Escuela Superior de Bellas Artes. «Es un tributo a ellos, porque la ilusión y la fuerza de la juventud se recuerda toda la vida», decía en aquel momento. La memoria se hacía frágil en el creador, que siempre mostró su apego con su tierra. «Mi escuela era una gozada. Solamente el edificio (el actual Centro del Carmen) en sí, con aquel claustro maravilloso, invitaba a soñar. La energía de cuando eres joven no se vuelve a obtener, aunque yo nunca pierdo las ganas de trabajar. Fueron años de estrecheces en los que todo era difícil y la cultura era un solar, pero los artistas fuimos capaces de hacer cosas a base constancia, solidaridad y trabajo, sobre todo trabajo», afirmaba. Unos lazos con su infancia y juventud que Genovés no rompió nunca.
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Oficialmente, aquella fue su última presencia pública en la ciudad que le vio nacer, en aquel barrio obrero ya desaparecido cercano a Mestalla que siempre estuvo en su memoria. Como ese antiguo convento del Carmen donde inició una larga y fructífera carrera artística, plagada de éxitos, y al que volvió en el año 2013 con una gran retrospectiva de su obra. Emocionado, cerca de medio centenar de creaciones en gran formato coparon la descomunal Sala Ferreres. El artista estaba exultante. Como agradecimiento, dejó allí su corazón. Y sus recuerdos: «Cuando estudié en la Escuela de Bellas Artes en los años cuarenta (entonces anexa al Centro del Carmen) se nos tenía prohibido entrar aquí debido al estado de abandono de la zona y porque durante aquella horrorosa dictadura se prohibía todo lo que se podía, pero nos colábamos. Era aquí donde estudiábamos, porque yo aprendí de mis compañeros, muchos de ellos hijos de falleros, que sabían de pintura un rato largo, más que los profesores. Fue justo aquí donde bromeábamos sobre posibles exposiciones en Nueva York, pero éramos unos muertos de hambre con ilusiones, y yo les decía a mis amigos que algún día expondría en esta sala».
No iba desencaminado el pintor, que ha conquistado las grandes galerías y museos del mundo. En ese momento, ya dejaba entrever el respeto que siempre había tenido por los artistas falleros, por el arte surgido de la calle. Nunca renegó de sus orígenes y siempre volvía a casa. Daba igual si era a través de una gran exposición como esa de hace siete años, que llevaba por título 'Crowds', o para recoger en 2016 el premio Valencianos para el Siglo XXI que otorga LAS PROVINCIAS a todas esas personalidades que han trabajado por agrandar el prestigio de la Comunitat. Ese año también fue reconocido con la Alta Distinción de la Generalitat, pero su presencia en la ciudad, más allá de reconocimientos instituciones, solía estar ligada al arte. En septiembre, la galería Benlliure inauguró 'Vivir y convivir', una muestra con trabajos recientes que le servía a este espacio para ofrecer uno de los platos fuertes de la pasada edición de Abierto València. 'Alboroto', 'Acontece', 'A través' y 'Alborada' eran los nombres de las sugerentes creaciones que, por última vez, se pudieron ver en la región.
Pero la retina cultural de los valencianos conserva también otras exhibiciones que marcaron época en la capital y que llevan la firma de Genovés. Ayer mismo, los responsables del IVAM recordaban la gran exposición que el centro de arte moderno le dedicó en el año 1992. Una antológica que reunió 80 obras realizadas desde los años 60. No hay que olvidar que en el museo de Guillem de Castro se conservan una docena de piezas del autor. Dos de ellas, además, formaron parte de 'Tiempos convulsos. Historias y microhistorias en la colección del IVAM', la exposición que inauguró el 30 aniversario del IVAM.
Pero si hubo un proyecto ilusionante para el pintor fue aquel que unió su obra con otros artistas valencianos que bebieron de la influencia de Genovés. Fue en el año 2012 y el Museo de la Ciudad, dependiente del Ayuntamiento, organizó 'Genovés y su generación' donde se relacionaban las pinturas con las obras de coetáneos o descendientes como Anzo, Armengol, Ballester, Boix, Equipo Crónica, Equipo Realidad, Artur Heras, Michavila, Teixidor, Manolo Valdés e Yturralde. Genovés acudió a la inauguración, se rodeó de amigos y amantes de su arte. Fue un día feliz, otra visita a su Valencia de las que siempre se recuerdan. Y esa vez no llegó de incógnito, algo que siempre reseñaba en sus entrevistas porque, justificaba, cuando llegaba a la ciudad no tenía tiempo de visitar a todos sus amigos y, así, si no se enteraban de su estancia en la capital, no podían enfadarse.
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Académico de San Carlos
Genovés sólo falló un día. Fue el 27 de junio de 2017. La Real Academia de Bellas Artes de San Carlos le nombró Académico de Honor, pero el pintor no pudo acudir al homenaje por prescripción médica. En su nombre, su hermano Eduardo Genovés agradeció el apoyo continuo de la entidad a su carrera artística. Además, legó a la institución la pintura 'La calle', que pasó a formar parte de unos fondos en los que figuran los grandes genios como él: Velázquez, Goya o Sorolla.
Grandes colecciones de la Comunitat también albergan sus piezas. El Museo de Bellas Artes de Valencia o la Fundación Bancaja, que en 2012 llevó a Alicante la muestra 'Genovés. Pintures, dibuixos i escultures (1994-2004)' mantienen vivo su legado, compartido con las pinacotecas más importantes del planeta.
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Pero, como decía el poeta Rainer Maria Rilke, «la verdadera patria del hombre es la infancia» y para el valenciano Genovés fue «el motor donde se cargó mi cerebro». Siempre consciente de las penurias que pasó en su niñez, –por lo que casi estuvo a punto de ser mandado a la URSS aunque su madre se arrepintió en el último momento–, comenzó a trabajar con apenas 11 años. Vivió de cerca la Guerra Civil aunque en su casa «no se hablara de política». Fue el propio Josep Renau, con el que coincidió en Berlín, quien le contó de la actividad sindicalista de su abuelo, que fue amigo de Pablo Iglesias. Genovés siempre hizo gala de la libertad, la humana y la creativa.
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