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El dormitorio del poeta Francisco Brines en Elca. IVÁN ARLANDIS

En el corazón de Elca

La casa del Cervantes valenciano. La finca de Francisco Brines, que el próximo 22 de enero cumpliría 90 años, se prepara para abrir al público en abril

Laura Garcés

Valencia

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Domingo, 16 de enero 2022, 02:09

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El poeta, Premio Cervantes 2020 y Académico de la RAE Francisco Brines (Oliva, 1932-Gandia, 2021), cumpliría el 22 de enero 90 años, aunque Brines celebraba dos cumpleaños, el real, y otro «el 22 de febrero, que era la fecha anotada en su DNI. Cosas de poetas», apunta Àngels Gregori, directora de la Fundación que lleva el nombre del autor de 'Las brasas'. En vísperas del aniversario de este mes, LAS PROVINCIAS ha visitado Elca, la casa del poeta entre los naranjales de Oliva, el paisaje de buena parte de sus versos.

Las últimas lecturas de Brines en su dormitorio.
Las últimas lecturas de Brines en su dormitorio. IVÁn ARLANDIS

La que fue residencia de la familia Brines y escenario de los últimos años de vida del poeta, se prepara para convertirse en un espacio cultural visitable. La Fundación está a la espera de la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) para el edificio y tiene previsto «si todo va bien» que en abril se abra al público para «poder recibir visitas». Lo anuncia Àngels Gregori, quien apunta que trabajan «para que toda la casa sea visitable». Bien podría responder al concepto de «casa museo», aunque Gregori puntualiza que las formalidades están todavía pendientes de definir.

Refugio e inspiración

La casa de rejería negra, encalada, despunta entre naranjos y pervive perfumada de jazmín, buganvillas, rosas y laurel. Contempla el Montgó habitada de miles de libros a la espera de que todo llegue para mostrar el universo creativo de uno de los grandes poetas de la lengua española. Elca «fue su refugio y su inspiración en todas las etapas de su obra», dice Julio Llorca, concejal de Cultura del Ayuntamiento de Oliva durante la visita al paisaje de los versos del autor de 'El otoño de las rosas'. Lo cierto es que cuesta pensar qué habría sido Brines sino poeta habiendo habitado semejante paraíso para las emociones. Lo dejó dicho: «He sido lo que he querido ser, poeta».

La terraza, uno de los rincones preferidos del poeta.
La terraza, uno de los rincones preferidos del poeta. IVÁN ARLANDIS

La visita es un viaje literario. En el jardín, en la finca, en las vistas y los aromas están poemas como 'Elca' o 'Elca y Montgó', el monte junto al mar que se contempla desde la terraza, uno de los rincones preferidos por el Cervantes valenciano, relata Víctor Alverca, su asistente durante los últimos años de vida. «Paseo en la terraza/ y es un mayo de sol, de azul / sosiego, de cantos en las ramas...».

El poeta Francisco Brines al final de su vida.
El poeta Francisco Brines al final de su vida. JESÚS SIGNES

Sillón en busca de luz

Leer era su pasatiempo preferido. «No tenía un espacio para la lectura, ni siquiera el despacho. Lo hacía en todas partes. Le gustaba pasear por la casa», revive Víctor. Así se comprende durante la visita que delante de cada ventana de la luminosa casona haya un sillón en busca de luz para leer con ojos ya cansados que de vez en cuando echaban mano de la lupa que reposa sobre una mesa junto a un título de Luis García Montero.

Silla junto a la ventana por la que se contempla el paisaje inspirador de muchos versos de Brines.
Silla junto a la ventana por la que se contempla el paisaje inspirador de muchos versos de Brines. IVÁN ARLANDIS

Es una de las salas de la primera planta, donde lucen los muebles dorados del salón del que la familia Brines disfrutó en la casa de la calle Jorge Juan en Valencia. Cuántos recuerdos, cuántas tertulias. Por Elca, por sus salones, han pasado grandes nombres de las letras. «Venía la peña de los poetas, como les llamábamos: Lola Mascarell, Carlos Marzal, Jaime Siles, Vicente Gallego...». Y también fueron Luis García Montero, Fernando Delgado, la estudiosa de su obra, la argentina Marcela Romano...

Reloj, gafas y altavoz del autor de 'Las brasas' sobre la mesilla de noche.
Reloj, gafas y altavoz del autor de 'Las brasas' sobre la mesilla de noche. IVÁN ARLANDIS

30.000 volúmenes

Muchos cuadros: Carmen Calvo, Tàpies, Miró, y decenas más. Y más libros. No hay rincón sin lecturas. Cuenta Víctor, ahora gerente de la Fundación, que calculan que «puede haber unos 30.000 volúmenes». El despacho acoge la antigua biblioteca familiar y sobre la mesa aún se ven algunos manuscritos.

El dormitorio del autor, «que prácticamente no hemos tocado», muestra las últimas páginas que embebieron sus ojos. Allí está el ejemplar de LAS PROVINCIAS que da cuenta de la concesión del premio Cervantes. Junto a la cama, una pila de títulos «que leía también delante de la ventana»: Julio Camba, y otra vez García Montero, y muchos más. Sobre la mesilla de noche descansan las últimas gafas con las que contempló el mundo para destilarlo en verso, el altavoz para hacer oír el hilo de voz con el que despidió la vida y el reloj ya vacío de horas que irremediablemente traslada al poema de 'Las brasas' titulado 'El reloj y la muerte'.

Los muebles de la habitación de los padres del Cervantes valenciano.
Los muebles de la habitación de los padres del Cervantes valenciano. IVÁN ARLANDIS

La familia, el origen

De las paredes cuelgan fotografías familiares. Surge sobre todas la de la boda de los padres. Es el origen, tan presente en los libros del único Cervantes valenciano. Muy cerca de este cuarto, otro, el de invitados. Es un dormitorio con muebles de claro estilo decó. Era el de sus progenitores, «al que él tenía mucho cariño», señala Víctor. Todo se conjuga: Elca con el padre y con la madre. Resuenan entonces aquellos versos de 'Último encuentro de los tres': «...porque los dos regresan para siempre / de donde hubieran ido, y les espero / antes de que me vaya yo también». También los de 'Reencuentro': «...y han salido mis padres de la casa / con los brazos abiertos, / me besan, / les sonrío, / me miran...».

Biblioteca del poeta de Oliva en la segunda planta de Elca.
Biblioteca del poeta de Oliva en la segunda planta de Elca. IVÁN ARLANDIS

El teléfono negro

Desde la primera planta la escalera sigue adelante hasta desembocar en la biblioteca. Un mar de libros se extiende ante la vista del visitante. Otra vez sillones ante las ventanas. Ahora es un objeto, un antiguo teléfono negro de baquelita descansando sobre una librería el que permite viajar a la poesía: «He marcado los números antiguos / con un deseo vago de respuestas...».

Hay que regresar. Ya desde la sala de la planta baja, una mirada al patio interior, ese espacio, testigo de una vida y de una obra, que coloreado de primavera no pudo ser mejor escenario para que de manos de los Reyes de España llegara al poeta el mayor reconocimiento que se concede a las letras escritas en lengua española.

Elca

Último encuentro de los tres

El reloj y la muerte

Elca y Montgó

Un aire en la terraza

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