Cecilia Bartolomé: «El cine está en los genes de los valencianos»

-¿Cómo se vivía en los años 60 querer ser directora de cine en España?

-No había muchas reservas, pero yo descubrí el machismo en la Escuela de Cine, un lugar que se consideraba muy de izquierdas. Yo venía de Guinea, donde me había sentido una privilegiada porque podía hacer lo que quería, vestir cómo me gustaba y en la escuela vi lo que valía un peine. Josefina Molina y yo éramos los bichos raros.

-¿Ha cambiado la situación de la mujer en el séptimo arte?

-Ahora no es una extrañeza ver a mujeres dirigiendo. Ya nadie dice esa chica dirige. Pero seguimos siendo minoría; es un trabajo muy duro en el que hay mayor confianza en los hombres. En las escuelas hay las mismas mujeres que hombres, pero en la profesión nosotras somos menos. Ello quiere decir que hay cierto prejuicio para contratarlas.

-¿Qué conquistas quedan pendientes?

-No disfrutamos de la misma confianza que los hombres. Seguimos siendo bichos raros, pero las perspectivas son mejores.

-Cuenta con distinciones como la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes y este año ha recibido el Premio Especial de la Academia Valenciana del Audiovisual. ¿Qué significa este reconocimiento? ¿Cómo lo recibió?

-Es una alegría. Se rompe ese principio de que nadie es profeta en su tierra. Me pareció algo muy bueno y me siento muy agradecida. Siempre me han tratado muy bien. Cuando estás fuera tienes un sentimiento de extrañeza, pero he visto que se me tiene en cuenta.

-¿Cómo ve la situación del audiovisual en la Comunitat?

-Están haciendo cosas muy interesantes, pero este país no da de sí para tantas películas -este año 150-. Así, una cinta que se estrene en Valencia tendrá dificultades en Madrid, esa y las demás también. Pero en la ciudad siempre ha habido buenos profesionales. Durante la dictadura gran parte de los que trabajaban en Madrid eran de la Comunitat. Había una producción y una aportación de cineastas importante.

-Entonces, ¿está el celuloide en los genes valencianos?

-Sí, lo está. Contar historias a través de imágenes como las fallas, hogueras, disfraces, escenificaciones como las de moros y cristianos, la afición al espectáculo, todo esto es un caldo de cultivo para un cineasta.

-¿Qué le parece la ciudad como inspiradora para realizadores? Últimamente ha servido de plató para varias producciones.

-Es un lugar muy barroco donde pasan muchas cosas, con tradición cultural importante y sentido del arte. Y que sea plató ayudará al cine en la capital.

-¿El trabajo que se está haciendo ahora en España qué opinión le merece?

-No está mal, pero no se puede generalizar. Hay películas que pueden competir con las de cualquier país y otras que no son tan interesantes porque hay pocos medios. Pero están saliendo cosas buenas.

-¿Añadiría algo al cine español?

-Más historias interesantes. A veces te preguntas: ¿para qué me cuentas esto que no tiene garra? A la hora de hacer una película hay que preguntarse: ¿si yo fuera público iría a verla? Si la respuesta es que me interesa, la hago, pero si no, no. Esta es la reflexión que se hace Spielberg para hacer una cinta, pero no se la plantean muchos directores. No nos paramos a pensar, creemos que lo que estamos haciendo está muy bien. Nos falta seleccionar un poco antes de una realización.

-¿Tiene algún proyecto entre manos?

-Estoy trabajando en unos documentales, demostrando la superioridad de la hembra sobre el macho en todas las especies, sobre todo en la humana. La mujer es la que hace la transición al homínido. La evolución se crea en ella.