'Brechas', cómo retratar lo invisible: la Valencia que no vemos o no queremos ver
Una exposición de Juan Molperceres y Jairo Muñoz incluida dentro de PhotoValencia explora la realidad de la marginación social
Según Susan Sontag, gracias a la fotografía los seres humanos aprendemos a vernos. Es una evidencia palmaria, por supuesto, pero la frase apunta con astucia ... hacia uno de los flancos más sensibles de la naturaleza humana: la parte colectiva de la aventura de vivir, que incluye en efecto lo que vemos y (otra enseñanza) lo que no vemos. La parte invisible de nosotros mismos que, a menudo, opera como en aquella historia de Agatha Christie: lo más misterioso en realidad está a la vista. Dentro de esta habitación, como un elefante: sólo hay que aprender a mirar con otros ojos, el ejercicio al que se entregan los artistas Juan Molperceres y Jairo Muñoz en su exposición 'Brechas'. Una vía de acceso a lo invisible, lo que sucede sin que nos demos cuenta o (peor) no queremos aceptarlo. La parte más dolorosa de nuestra sociedad cuya cámara explora para combatir esa laguna: nuestra tendencia a encogernos de hombros y cerrar los ojos.
Vinculados desde hace más de quince años a Casal de la Pau, la benemérita institución valencia de ayuda a los desfavorecidos, Muñoz y Molperceres se alistaron en La Grieta Colectivo, un proyecto «que surge de una voluntad de poner en primer plano a las personas, especialmente a aquellas que se encuentran en situación vulnerable». «Es una voluntad de escarbar en territorios ocultos u ocultados», añaden. En su discurso, ambos artistas enarbolan una idea principal, un poco en la línea de esa cita célebre de la Sontag en 'Sobre la fotografía': entender esta disciplina no tanto como «un fin en sí misma, sino como una herramienta, mágica: es un vehículo para navegar en espacios que muchos no quieren ver». Y se apoyan para explicarse en otra cita de otra cumbre de nuestra cultura, el cantante canadiense Leonard Cohen: «La grieta es la forma de que entre la luz».
Y de las palabras, a los hechos. La exposición que se inauguró este miércoles, programada dentro de PhotoValencia, responde a un trabajo de investigación facturado durante años: una labor de acompañamiento a personas en situación de exclusión, durante la cual han constatado la existencia, en efecto, de brechas. «La exclusión y la cárcel tienen rostro», explican. «Un rostro lleno de brechas, que te cuentan sin palabras una historia de encierro, sufrimiento y ausencias. Hay brechas físicas, que se pueden tocar con los dedos. Pero las que duelen más son las que no se ven». De ahí esa pretensión central que reiteran durante la conversación: «Con estas fotografías nosotros no pretendemos justificar pero tampoco juzgar. Solo queremos contar. Lo que conocemos y lo que vivimos a través de la entidad Casal de la Pau, que acompaña a personas que han pasado por la prisión y no cuentan con apoyos».
Y de ahí también la explicación del proceso de selección de los retratados, que pasaron el filtro de de ser personas usuarias de Casal de la Pau («A todos ellos los conocemos desde hace mucho tiempo», señalan), a quienes alistaron para la causa «porque conocemos su trayectoria, su sufrimiento, sus errores… La disposición de todos ellos ha sido absoluta, han querido colaborar y les ha ilusionado el proyecto como a nosotros», añaden. «Ellos son los protagonistas de esta historia». ¿Ellos? ¿Y quiénes son ellos en realidad? La pregunta se responde recurriendo a unos cuantos ejemplos de la vida que esconden sus retratos. Por ejemplo, el rostro de Llopis, que sirve como cartel de la exposición. Un vecino del barrio de Marxalenes, de 55 años, que lleva 30 de consumo y en la calle. «Tiene una perrita y va en bici. Aunque duerma entre contenedores, siempre va limpio y le cuenta a los fotógrafos lo siguiente: »Porque me faltan los dientes, si no sonreiría más».
O valencianos como Sunday. «Su mujer murió y se fue de África para transitar su duelo. Sus riñones dejaron de funcionar y para pagar su operación hizo de mula. Tras nueve años de espera un trasplante le salvó la vida. Él siempre dice que está vivo, no por su fuerza, ni por su poder, sino por su fe». Y deja esta frase como resumen, como experiencia de vida: «Somos viajeros. No sabemos dónde vamos a estar mañana». O como la pareja formada por Isabel y José, a quienes describen en estos términos: «Largas condenas, todas por robos. Se conocieron en prisión y se casaron allí. Él la esperó para salir juntos en tercer grado. Consideran que están en el mejor momento de su vida». ¿Resumen? Que 'Brechas' aspira a reflejar «la inmensa humanidad que hay en estas personas». Sentencia final: «Ojalá esta exposición sirva para generar conciencia respecto a aquellos que no tienen nuestras mismas posibilidades».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión