Bombas Gens resucita 'La Ruta' para volver a ACTV o ver amanecer en el parking de Barraca
El centro de arte estrena una muestra inmersiva que revive los escenarios de un movimiento que marcó una época en Valencia
Hay cosas que no se pueden contar del todo sin haberlas vivido. Sin haberlas experimentado. Sin haber conocido sus entresijos y haber formado parte. O ... al menos no se pueden contar igual. Sin embargo, quienes se perdieron los años de 'La Ruta', una de las marcas más valencianas (le pese a quien le pese), sus discotecas sus desfases y todo el movimiento cultural surgido a su alrededor, pueden hacerse una idea de lo que fue en Bombas Gens. El centro de artes digitales estrena este viernes su primera producción propia, con un recorrido inmersivo por los años de la particular 'Movida valenciana'. Un movimiento más allá de la fiesta, las drogas y los excesos, cimentado en la música, la germanor y una manera de vivir la fiesta que acabó a mediados de los 90. Ahora, con 30 años de perspectiva desde su desaparición y con cierto toque nostálgico, quienes visiten la muestra podrán saber lo que se sentía dentro de una de las discotecas, escuchar a todo trapo su música, con sus efectos visuales, darse un paseo por los efectos de las drogas y pegarle una patada a sus efectos, o pasar un rato en el parking de cualquiera de los garitos, donde la fiesta continuaba para ver amanecer.
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La exposición llega cuando se cumplen 45 años del nacimiento de este movimiento y propone una mirada poliédrica y contemporánea. Más allá de los tópicos que lo reducen a fiesta y hedonismo, La Ruta se aborda aquí como un fenómeno social y cultural que marcó a varias generaciones, situó a València en la vanguardia de la modernidad europea y dejó una profunda huella en la música, el diseño gráfico, la moda y la creación artística.
La exposición propone una experiencia sensorial y envolvente gracias al uso de tecnologías de última generación como contenidos 3D, realidad virtual y láser mapping, que trasladan al visitante a una época que marcó a varias generaciones y situó a València en el mapa europeo de la modernidad cultural. El proyecto combina rigor histórico y documental con un enfoque lúdico y festivo en un recorrido de diez salas en las que el visitante puede bailar, descubrir objetos, cartelería y merchandising original de la época, subirse a un coche de los 80-90 para vivir «la festa» o escuchar y explorar una lista de 100 temas musicales de La Ruta. La producción ha contado con un equipo multidisciplinar y de fuerte raíz valenciana, así como con la colaboración de grandes nombres de la época, desde djs a diseñadores, creativos y responsables de clubes nocturnos, además de personas e instituciones que han revisitado este capítulo de la historia valenciana en exposiciones, publicaciones y piezas audiovisuales.
La muestra se estructura en diez salas temáticas que combinan documentación histórica, contenidos digitales, instalaciones interactivas y realidad virtual, además de objetos originales, fotografías y material gráfico. 'La Ruta. Modernidad, cultura y descontrol' aborda desde los antecedentes y el contexto histórico, político y social que hicieron posible la aparición de La Ruta en la transición democrática, a las claves de su auge y de su decadencia, poniendo en valor un legado cultural que sigue inspirando a nuevas generaciones.
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El recorrido se abre con un repaso al contexto histórico, social, político y cultural de los años setenta y ochenta. Factores como la aparición de ídolos musicales juveniles —entre ellos Bruno Lomas, Nino Bravo o Camilo Sesto—, el folk rock o la canción protesta, el nacimiento de las primeras discotecas o el surgimiento de la Movida Madrileña y su némesis valenciana ayudan a entender las raíces del fenómeno. Entre los años ochenta y noventa, Valencia sentó las bases de la cultura de club en España y se situó en la vanguardia de la escena electrónica europea junto a Londres, Manchester, Bruselas o Berlín. La existenciade grandes discotecas de extrarradio, la falta de regulación tras la Transición y un entorno rural y costero al margen del foco mediático propiciaron el nacimiento de un fenómeno que llegó a reunir a 50.000 jóvenes en un solo fin de semana.
La primera mujer DJ profesional
Una colección de objetos emblemáticos de la época, cedidos por LʼETNO y por la colección privada de Juan Carboneres, ilustra el entorno cotidiano en el que germinó La Ruta. Paralelamente, repasa los primeros nombres propios que marcaron el rumbo de este movimiento: Juan Santamaría, pionero en profesionalizar la figura del dj; Carlos Simó, que convirtió a Barraca en el epicentro cultural con sesiones eclécticas alejadas de la comercialidad; o Chocolate con José Conca. La exposición también pone en valor la figura de Charo Campillos, una mujer que rompió el techo de cristal de un panorama dominado por hombres al convertirse en la primera dj profesional de la escena electrónica española. Propietaria de tiendas de discos, productora musical y coautora de «Así me gusta a mí», abrió camino para que otras mujeres ocuparan las cabinas y escenarios. Asimismo, resalta cómo las discotecas valencianas fueron también espacios sociales alternativos, donde las jerarquías tradicionales se invertían y el atrevimiento otorgaba prestigio. Allí convivían tribus urbanas diversas, estudiantes, jóvenes trabajadores y colectivos LGTBI que encontraban un lugar seguro para expresarse con libertad.
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Al atravesar la cortina de entrada de la sala inmersiva, el visitante se adentra en el corazón de La Ruta: las pistas de baile.La experiencia de 18,5 minutos en bucle invita a moverse, interactuar e incluso bailar, en un entorno que reactiva la memoria sensorial del público. La banda sonora incluye temas de Chimo Bayo, Simple Minds, Front 242, Megabeat, Severed Heads o The The. Por el camino, un laberinto psicodélico, una sala repleta de efectos secundarios de las drogas, un cine o la estrella de la muestra (con permiso de la sala inmersiva): el párking de las discotecas. Una experiencia que transporta al público al momento mágico en el que Carlos Simó cerraba sus sesiones en Barraca con la versión de 'My Way' de Nina Simone. La letra de la canción, compuesta originalmente en los años 60, funcionaba como una declaración de intenciones para los jóvenes de los 80: el deseo de vivir «a su manera».
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