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José María Cámara (i) y Daniel Mejías.
Los musicales redoblan su apuesta

Los musicales redoblan su apuesta

La Gran Vía lucha por mantener el sobrenombre del 'Broadway español' mientras esquiva los estragos de la crisis y el IVA cultural

Rosario González

Viernes, 28 de agosto 2015, 07:22

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Se inauguró en los años 20 y, desde entonces, la Gran Vía madrileña lucha por su supervivencia como epicentro cultural. De inspiración estadounidense en lo comercial y aire francés en lo arquitectónico, los poco más de 1.300 metros de la cosmopolita avenida aglutinaron la oferta de ocio, espectáculos y comercios y acercaron a España a la modernidad. Allí se construyó el primer rascacielos de Madrid; se instalaron las primeras escaleras mecánicas y se experimentó con gigantescos carteles publicitarios como el de Schweppes que viste la fachada del Edificio Carrión, también pionero en la instalación de aire acondicionado. La Gran Vía sobrevivió al asedio de los obuses durante la Guerra Civil, volvió a resurgir como escenario de La Movida madrileña y en la actualidad sigue luchando por mantener el sobrenombre del Broadway madrileño.

No es tarea baladí y ha logrado consolidarse en las dos últimas décadas como capital de los musicales, con obras en cartel como La bella y la bestia, Hoy no me puedo levantar o El Rey León. Una apuesta por la cultura que no siempre ha tenido el apoyo necesario y que sale adelante gracias al esfuerzo y la dedicación de decenas de trabajadores a los que raramente se les pone cara mas allá de los artistas mediáticos que suben al escenario. Uno de ellos es Daniel Mejías, un argentino afincado en Madrid desde 1998 que llegó a España con muchas ilusiones, pocos contactos y muchas ganas. En Buenos Aires trabajó con Imanol Arias, Manuela Vargas o Antonio Gades y, una vez en Madrid, se curtió en la agencia Stage, encargada de espectáculos de gran éxito como El Rey León, hasta que en 2006 montó su propia empresa, G+M Comunica. Un cuarto de siglo dedicado a la comunicación de espectáculos en los que ha diseñado la campaña de artistas como Les Luthiers, Buika, Javier Limón, Niña Pastori o María Pagés; ha lanzado las giras de Miguel Bosé, Raphael o Paloma San Basilio y ha llevado la comunicación de espectáculos como La Bella y la Bestia, El Fantasma de la ópera, Mamma Mia!, Cats, My Fair Lady, El Cavernícola o 'Priscilla'.

Nos dedicamos a la comunicación, trabajamos para espectáculos, para artistas o para cualquier empresa que requiera darse a conocer, explica Mejías. Si Miguel Bosé nos llama para comunicar su gira, nuestra tarea es que todo el mundo se entere de que el artista está de gira y que además se enteren de una forma muy especial, organizando eventos o ensayos para la prensa para que puedan ver lo que se está preparando. Su próximo reto es el musical Cabaret, que se estrena este mes de octubre en el Teatro Rialto de la Gran Vía madrileña. En este caso partimos de cero, porque empezamos a comunicarlo cuando el musical aún no existía, no había decorados y ni siquiera habían comenzado los ensayos.

Cabaret llega en un momento en el que la recuperación va tomando forma tras varios años en los que la crisis económica ha pasado factura en todos los sectores. Y bajo la sombra del IVA cultural. Para un espectáculo como el concierto de Bosé en Las Ventas hay al menos 300 personas trabajando y, al hacer números, el IVA se lleva una parte muy importante de la recaudación, señala. A pesar de eso, nadie ha subido el precio de las entradas, sino que los empresarios están asumiento las pérdidas; los admiro porque se juegan su dinero en un deporte de riesgo, pero no les corresponde a ellos solucionarlo, sino a los que gobiernan y marcan las pautas, defiende Mejías, que no termina de entender el maltrato al que se somete a la cultura institucionalmente, como el cierre del Teatro Coliseum en Madrid. El resto de teatros puede esforzarse muchísimo para que esto siga siendo un pequeño Broadway, pero mientras tanto hay una Sociedad General de Autores -la SGAE- que tiene cerrado el teatro más grande de la Gran Vía. El porqué que te lo cuenten ellos, lamenta el comunicador. A pesar de las vicisitudes, apuesta por trabajar con la misma pasión y entusiasmo y defiende que no solo no está bajando la calidad de los espectáculos, sino que ha subido. Hemos crecido a nivel artístico y cada vez hay gente más cualificada.

José María Cámara, productor

Si hay alguien que sepa sobre producción de espectáculos es José María Cámara (Madrid, 1947), socio fundador de SOM Produce, encargada de la gestión del Teatro Rialto y del Teatro Calderón, y responsable de tener en cartel musicales como Hoy no me puedo levantar, Más de 1.000 mentiras, Priscilla -que acaba de arrancar segunda temporada en el Teatro Alcalá de Madrid- o Cabaret, que se estrena en octubre.

Antes de la producción de espectáculos, se curtió durante casi cuatro décadas en la industria discográfica, donde cosechó éxitos mundiales como la Macarena o el Aserejé; trabajó con artistas como Ana Belén, Camilo Sesto, Isabel Pantoja, Joaquín Sabina, Julio Iglesias o Serrat; y supo detectar antes que nadie nuevos talentos como Pedro Guerra, El Fari, Mecano o Estopa. También cometió errores, se apresura a explicar, como descartar a Hombres G o a Pau Donés, el de La Flaca.

Su primer contacto con los musicales fue con el de Mecano, una producción de la que fue el ideólogo casi por casualidad. Estaba en Nueva York y me llamó Jopé María Cano para relanzar Mecano, me pareció arqueología. Vivíamos frente al teatro donde se hacía Mamma Mia! y, para quitármelo de encima, le dije: Qué coño, haced un musical. Y lo hicieron. En opinión de Cámara, el éxito que logró Hoy no me puedo levantar contribuyó en gran manera a que el sector se volviera tan atractivo. Ahora la producción propia está estancada; es un sector de riesgo en el que estamos aprendiendo a ser más eficientes.

Sobre los obstáculos, señala sin dudar la subida del IVA, una modificación unilateral de las reglas del juego que afecta expecialmente al número de producciones y a autor del espectáculo, los que más sufren una merma en la base sobre la que fundamentan sus ingresos. Fue una decisión torpe de un Gobierno totalmente desinformado, lamenta Cámara. El resultado, señala, se refleja claramente en la oferta de ocio. Hay menos producciones, repetidas, más pequeñas Se ha abandonado el territorio de sueño y riesgo y entramos en el territorio de supervivencia.

Una lucha que, sin embargo, no puede afectar a la calidad. No tenemos nada que envidiar a lo que se ofrece ahora mismo en Nueva York o Londres. Con Priscilla, que es una licencia, están maravillados con la calidad, y Cabaret va a ser la mejor producción de este género que se ha hecho nunca, aventura Cámara. En algunas producciones hemos perdido dinero, pero en ninguna hemos perdido calidad y orgullo; el estándar de calidad es máximo, defiende el productor.

Para el futuro del sector, destaca la necesidad de "convencer a las nuevas generaciones afinando en el lenguaje y en las nuevas propuestas. Ya hay ejemplos de éxito en esa dirección como el musical The book of the Mormon, cuyos guionistas son los mismos detrás de 'Shouth Park', señala Cámara. El teatro tiene que dar cabida a nuevas tecnologías y a nuevos lenguajes y eso es parte de la tarea fundamental de los productores.

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