Socorrista, una profesión precaria
Condiciones laborales: horarios extensos, falta de descansos, sillas incómodas, materiales, insuficientes, deshidrataciones e insolaciones
Rosana Ferrando
Valencia
Jueves, 7 de agosto 2025, 07:39
Martes, playa de la Malvarrosa. Agua y arena rebosan de gente bajo un sol implacable. Familias, turistas y bañistas llenan la arena y el agua. ... Todos confían en que detrás de cada torre de vigilancia haya ojos atentos. No pasa lo mismo a cientos de kilómetros al norte, en Barcelona, donde los arenales también están llenos pero, desde el primer día de agosto, ondean banderas amarillas. No es porque el mar esté agitado, sino porque los socorristas han convocado una huelga indefinida. Allí, la bandera es una advertencia: 'el baño es bajo tu responsabilidad'. En plena ola de calor y con cifras importantes de ahogamientos, muchas torres permanecen vacías y la vigilancia, reducida a los servicios mínimos.
En Cataluña, la huelga la promueve CGT para exigir un convenio propio, más personal, mejores salarios, etcétera. La chispa que encendió la protesta llegó cuando dos socorristas fueron diagnosticados con cáncer de piel, que se reconoció como enfermedad laboral por los tiempos prolongados de exposición al sol. Desde entonces, la presión sindical ha logrado casetas que protegen del sol. Sin embargo, este verano la negociación se ha roto.
En la Comunitat, la postal es distinta pero no porque haya mejores condiciones laborales. «La situación es igual de mala que en Cataluña, pero no hay huelga porque los socorristas no están sindicados y no existe la misma conciencia colectiva que hay en la comunidad vecina», afirma Salvador Perelló, responsable de formación de la Federación Valenciana de Salvamento y Socorrismo de la Comunitat. Apenas recuerda una protesta: una reivindicación en Campello hace dos años. Desde entonces, nada.
La ausencia de movilización no significa que no haya presencia de problemas. Perelló describe un sector sin una regulación específica: cada municipio decide el presupuesto y saca a concurso el servicio de socorrismo. La prioridad, según el formador, raramente es la calidad. Gana casi siempre la oferta más barata. Los recortes suelen afectar a casi todos los ámbitos: falta de descansos, sillas incómodas, horarios extensos y precariedad en el material o falta del mismo. Pero, según el miembro de la Federación, el mayor enemigo es el calor: deshidrataciones, insolaciones, y en el peor de los casos, cáncer de piel.
La formación también es uno de los eslabones más débiles de la profesión. Perelló expone que lo ideal sería seguir las directrices de la Unión Europea, que indican que la profesionalidad del socorrista se alcanza después de 400 horas de formación. La Federación y la Cruz roja ofrecen cursos de 120 horas que habilitan a los jóvenes para las actividades que tienen que realizar en su trabajo. Otra opción es hacer la formación profesional de deporte (TAFAD) que imparte las asignaturas necesarias para el oficio. Con la mitad del ciclo, el alumno está capacitado para ser socorrista en piscinas, y el segundo año, en playas.
Pero la realidad es muy distinta: «En Torrevieja se han hecho cursos de solo 20 horas para playas peligrosas donde cada año hay muertes. Lo peor será cuando muera un socorrista», advierte el experto. «Incluso hay cursos online que acreditan las capacidades sin hacer prácticas en la playa», en palabras de Salvador.
La razón por la que existe esta descompensación en la enseñanza de los profesionales en salvamento marítimo es porque no hay un decreto autonómico que unifique los requisitos. A esto se le suma que la mayoría son jóvenes que buscan trabajo para tres meses y no pretenden dedicarse a ello en el futuro, por lo que los derechos laborales no son su prioridad. No hay apenas profesionales que se hayan dedicado al socorrismo durante muchos años, por lo que la renovación es constante y la experiencia un bien escaso. La principal causa es la falta de ocupación durante el invierno.
La indefensión laboral se refleja también en la dificultad para reclamar. Perelló presentó una denuncia por el impago de 2.000 euros el año pasado. El juicio se celebrará en 2027. «Esto le sucedió a 60 trabajadores más, así que la cantidad no es pequeña», dice. Estas irregularidades son las que abaratan el servicio. En esta línea, el socorrista comenta que las inspecciones laborales también se demoran: «Si la pides en julio, que es cuando empieza la temporada alta, seguramente llegue en septiembre, cuando ya baja la demanda y no persisten las mismas condiciones que quieres denunciar».
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