Cómo reordenar la zona cero: hablan los urbanistas del futuro
Una exposición con trabajos del máster de la UPV apunta a una actuación de conjunto en todo el territorio, más allá de intervenciones parciales, que ayudaría también a salvar la Albufera: la solución se llama plan metropolitano
Desde hace ya ocho años, el Máster de Arquitectura Avanzada, Paisaje, Urbanismo y Diseño que imparte la UPV se viene interesando por un territorio ... muy concreto de la Comunitat: ese espacio que surca el barranco del Poyo, desemboca en la Albufera y se convirtió en la llamada zona cero de la tragedia que devastó Valencia el 29 de octubre. No es un interés casual. Se trata de una preocupación profesoral del catedrático Enrique Giménez, que dirige estos estudios y guía a los futuros urbanistas hacia un punto del mapa valenciano históricamente maltratado, merecedor de una dignidad superior en forma de una ordenación territorial más amable, menos agresiva.
Sus inquietudes se plasmaron dramáticamente cuando la dana arrasó ese espacio, de donde arranca una reflexión que le sigue inquietando: cómo poner en pie la zona cero. Giménez trasladó esa preocupación a su alumnado y el resultado de sus mutuas cavilaciones cuelga de las paredes del Centro Cultural de Xirivella, donde una exposición con los trabajos de los estudiantes a quienes dirige proponen diferentes soluciones para urbanizar con algo más de sentido común ese inmenso paraje. Y con un denominador común: la solución no puede pasar por planes parciales. Reconstruir todo ese tejido urbano salvajemente dañado requiere de una actuación integral: un nuevo plan metropolitano, que resuelva el planteamiento con que nació la exposición, no por casualidad bautizada 'Territorios inundables' y armada con un subtítulo esclarecedor: 'Infraestructura, plan o equipamiento'.
Valle de Chiva: Inundación controlada
Intervenir en el valle de Chiva ayuda a solucionar los problemas existentes aguas abajo del Poyo: sobre esta idea debe entenderse la primera aportación que los estudiantes del Máster dejan como conclusión de su estudio en este punto, más o menos el kilómetro 0 del 29 de octubre. «No se puede pensar en la mitigación del riesgo en L'Horta Sud de forma completa y eficaz», explican en la exposición. Y otra advertencia: «El encajonamiento de los cauces limita la capacidad de desagüe y obliga a laminar de forma previa el flujo». Una actuación sobre el cauce del Poyo obliga además a pensar que «la diferencia asimétrica» existente en el valle de Chiva complica la construcción de una presa convencional, hasta hacer imposible semejante proyecto. ¿Solución? «Terrenos de inundación controlada». Una hipótesis sobre la cual trabajaron los alumnos del curso 24/25, cuya aportación central sobre esta zona es concluyente: «Aquí es donde cabe aplicar la idea del parque metropolitano». Coda adicional: la conveniencia de «aunar una visión conjunta de las infraestructuras, los usos del suelo y la estrategia de gestión que la respalde».
L'Horta Sud: corazón verde
El resultado de los trabajos del estudiantado de la UPV corre río abajo, hasta alcanzar el espacio que mayor daño recibió de la barrancada: hemos llegado a L'Horta Sud, donde la exposición apunta hacia la necesidad de reconstruir esa zona mediante una coraza llamada «corazón verde». Un territorio de raíz agrícola, atravesado por grandes infraestructuras al servicio de un núcleo central de carácter metropolitano «y de forma contradictoria, con la lógica de la escorrentía natural de las aguas que drenan la montaña hacia la Albufera». No es poca contradicción, desde luego, pero es que ocurre que los autores de los diferentes estudios enarbolan al respecto un argumento de peso: se trata de un territorio «colmatado» por la existencia previa de equipamientos e intervenciones urbanas de toda índole, hasta el punto de que observan que se pondría en riesgo «la permeabilidad» de esa nueva ordenación territorial. ¿Cómo despejar esas contradicciones? Mediante «una planificación consciente que reequilibre el conjunto y lo reequipe para apoyar su progreso».
La Ribera Baja: el papel clave de la Forata
Alcanzamos según el guión de la exposición la siguiente zona dañada: la Ribera Baja, comarca cuyas características (suelos «extraordinariamente planos, surcados por cursos de agua permanentes») complica la intervención urbanística. ¿Debe abordarse una actuación similar a la sugerida en los núcleos enclavados aguas arriba? Para los implicados en el Máster, la respuesta es no. Pero es un no con matices. Aluden a que este espacio dispone de «diferencias sustanciales» respecto al territorio situado en el curso medio del Poyo y recuerdan que la Ribera Baja «no ha sufrido procesos de conurbación similares» a los propios de L'Horta Sud. Pero sí anotan que la Ribera Baja puede operar como «referente y revulsivo» respecto a la comarca vecina. Ayuda por ejemplo a entender que se puede «residenciar» el paquete de medidas de limitación del riesgo en caso de inundación, dentro de un discurso que pivota sobre un eje central: la capacidad de laminación de la presa de Forata, como modelo de una intervención sobre los equipamientos que operan sobre los cursos fluviales «y son cruciales para la defensa del conjunto». La vieja política hidráulica, la de toda la vida, como el cinturón de seguridad que ponga a salvo a personas y bienes.
Cómo intervenir: repensar las infraestructuras
Cartografiado el terreno, los protagonista de la exposición plantean una serie de medidas más concretas. En el caso de las cuatro zonas que operan sobre el barranco del Poyo y se asoman también hacia el flanco sur por Perenchiza, su propuesta pasa por repensar las infraestructuras existentes: reconsiderar y racionalizar las redes de movilidad que discurren por el entorno «tanto desde la A-3 como desde el ferrocarril de vía estrecha», incluyendo los espacios próximos al circuito Ricard Tormo, el área de equipamientos comerciales e incluso la cantera de Calicanto, exigen un replanteamiento de las políticas hoy en vigor. «Un parque lineal inundable» encarna en su opinión la solución más adecuada para desanudar un conflictivo espacio, incorporando respuestas a otro punto crítico: los aledaños barrancos del Pozalet y La Saleta. Una intervención mediante azudes se erige como otra fórmula para solventar futuros desastres naturales, con un recordatorio: en el pasado, en otros acontecimientos también catastróficos, «hubo mecanismos de financiación y de gestión».
Enclaves estratégicos: solución a los 'diseminados'
La explicación del contenido de recomendaciones va incluso más allá de las propuestas incluidas en la exposición: contiene una serie de sugerencias para resolver el problema de los llamados «diseminados»; es decir, los asentamientos urbanos repartidos por todo este territorio sin demasiado orden ni armonía. Los alumnos del Máster se refieren a ellos como espacios en origen agrícolas que acumulan «actuaciones aisladas de edificación mayoritariamente dedicadas a segunda residencia», cuya incorporación a una solución de carácter global juzgan «inexcusable». De paso, animan a intervenir en el conjunto de suelos situados al sur de Cheste y hasta la A-3, en la zona de La Laboral y las áreas industriales de Loriguilla y Ribarroja, además de pensar actuaciones al oeste de Chiva que activen un discurso más uniforme: prevenir posibles riadas con una visión de conjunto, desertar de operaciones urbanísticas independientes y crear en definitiva en ese territorio «un paisaje nuevo y de mayor calidad de vida para quienes lo habitan y para el resto de ciudadanos del área metropolitana».
¿Conclusión? No hay una única. El resumen de sus propuestas es más bien una serie de consejos para intervenir más críticamente en el espacio que arrasó la dana, objeto del interés de este grupo investigador de la UPV desde antes, pero también después, del 29-O. Sí que alertan de que la solución no puede clonar las adoptadas ante las riadas pretéritas (la de 1358, la más reciente de 1957). Descartan levantar una caja más grande para encauzar el flujo de aguas que operan sobre el conjunto de la zona cero o edificar un canal alternativo. «Toda entender dónde podemos laminar las avenidas y construir un nuevo paisaje capaz de integrar infraestructuras, planes y equipamientos», sugiere. «Un ejercicio de responsabilidad colectiva» que invitan a acometer «con ambición».
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