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Reuters
De refugiado iraquí a camarero del Aquarius

De refugiado iraquí a camarero del Aquarius

Bocadillos de escuela, periodistas de medio mundo, familias de veraneo y un evento de ciclismo indoor, otras caras del desembarco

TEO PEÑARROJA

VALENCIA

Lunes, 18 de junio 2018, 01:07

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«Estamos encendiendo ya la plancha», grita Ester desde el ventanuco de la cocina de la Escuela de Hostelería, ubicada en el Veles e Vents. Hay silencio en el restaurante -es muy temprano- pero un movimiento frenético entre los fogones, donde Ester, Jaume y Sara terminan, calientan y empaquetan a velocidad de vértigo los 200 bocadillos que la Escuela regala a los migrantes recién llegados.

Afuera: borrachos zigzagueando de vuelta a casa y gaviotas comiéndose los restos de un concierto de Fito. Más tarde: familias en bañador ajenas al desembarco, sombrillas, chanclas, la música de gimnasio de un evento de ciclismo indoor y sus ciclistas, también indoor, enfundados en coloridos maillots a pesar del calor.

Entran en la cocina, apresurados, Zaid y Shacha, dos alumnos de la Escuela. «Yo llegué de Irak como refugiado», cuenta Zaid. «Ahora quiero ayudar como me ayudaron a mí». Y se van, a prisa, a llevar a los que desembarcan las 200 comidas, ya calientes.

Un despliegue como éste -2.850 personas, más de 700 periodistas de 180 medios- no se veía desde la Fórmula 1 o la visita del Papa. Sentada en la zona de prensa, con los pies colgando sobre el mar, está la corresponsal en España de la televisión nacional china. «A los chinos nos preocupa la migración en Europa porque es culpa de EE.UU», sentencia parapetada tras unos ojos escuetos. Han venido de todo el globo: Al Jazeera, The Guardian o la BBC, con un corresponsal agradecido a la Generalitat por regalar a los profesionales una gorra. Cobijados bajo las gradas de los fotógrafos, se quejan del calor en italiano, en francés, en inglés, en portugués. Llevan ahí desde la madrugada gracias a una organización impecable construida en poco más de un día y medio.

En el Veles e Vents -convertido en centro internacional de prensa-, Jenifer Zuppirolli, de Save the Children, apoya y organiza a sus compañeros que atienden en el muelle a los niños sin padres. Se cruza con ella un voluntario de Cruz Roja que sale a fumar con la mirada naufragando mar adentro. «Demasiados», sentencia. «Demasiados periodistas. No es un espectáculo, son personas, y han montado un circo mediático». Empezó de joven en Cruz Roja para ayudar, y sigue porque es una droga. Apaga la colilla. Se marcha sin salir en la foto. No, eso para otros; él tiene que volver al trabajo.

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