«Quiero que se hable de la Albufera para que no desaparezca en diez años»
El fotógrafo Juan Solbes, junto a Vicente M. Muñoz Gras, reúne en un libro imágenes y textos sobre un paraje «como no hay en todo el mundo»
Manuel García
Valencia
Viernes, 13 de junio 2025, 00:34
«Estoy aquí y no me miras porque te has acostumbrado a tenerme aquí, no me valoras porque mejor o peor las cosas salen para ... ti, no me cuidas porque no sabes lo que hay que hacer para mí y deseas que siempre sea así aunque sabes que casi me morí».
El fotógrafo Juan Solbes le da voz a la Albufera, hace de altavoz de un paisaje «como no he encontrado en ninguna parte del mundo. No lo hay». Habla con intensidad y con mucho conocimiento de causa de lo que ha podido ver y disfrutar. Se siente muy afortunado por ello y sólo tiene palabras de agradecimiento para la Albufera.
A través de un trabajo emocional, según explica, no duda de cuál es el objetivo de su libro 'La Albufera de València desde dentro' (Editorial Sargantana): «Quiero que se hable de la Albufera para que no desaparezca en los próximos diez años».
El paraje ha ejercido una atracción imposible de controlar para él. Hace doce años comenzó a salir con Vicente M. Muñoz Gras, autor de algunas fotografías y textos del libro y, lo más importante, «quien me sacó con su barca cada día» y a quien guarda una gratitud que sólo él conoce. En ese punto de partida ni mucho menos podía imaginarse a donde llegaría cuando el libro fuera una realidad.
Su objetivo inicial era realizar un trabajo crítico de todos los problemas que tiene el Parque Natural de la Albufera: falta de cuidado, contaminación, vertidos… 3.000 fotos con coches, escombros, suciedad... parecían argumentos más que de sobra para lanzar su obra.
Pero la Albufera tenía otros planes para él. Cada día que pasaba, nublado o soleado, el paraje le fue cambiando a este artista el enfoque del libro: «La Albufera me fue enamorando», confiesa. «Pasarán muchas vidas y no dejaré de agradecer que La Albufera haya estado en esta conmigo», explica.
A partir de ahí comenzó a disfrutar de las múltiples posibilidades que le fue ofreciendo un espacio del que habla con emoción, sentimiento que confía en haber transmitido en las imágenes, que son muchas y de gran calidad, pero también en los textos, que no se quedan ni mucho menos atrás en cuanto a transmisión de sentimientos.
Y es que la Albufera no sólo se inmiscuyó en qué fotografías se tenían que publica. También se entrometió en las palabras que recorren las casi 300 páginas del libro.
La idea inicial del autor se tornó en otro modo de afrontar los textos: estos irían en primera persona y sería el propio paraje el que iría expresando sus miedos, sus anhelos, mostrando su belleza pero clamando también por su conservación. «Era la única manera de devolverle a la Albufera todo lo que me había dado. Lo tuve que hacer en primera persona como si la Albufera nos estuviera hablando a todos».
En la Albufera, y a lo largo de esos meses y meses de viajes, Solbes no se encontró sólo un paisaje, sino un modo de vida, personas que, dedicadas a diferentes oficios a través de varias generaciones (restauradores, pescadores…) han sido maltratadas pero que son vitales para la supervivencia del lugar. Un espacio que enamora y que él vive con intensidad «cuando se apaga el motor de la barca» y sólo manda la naturaleza. En la contraportada del libro el autor resume sus sensaciones: «No siento a La Albufera como la sientes tu… cuando me habla la escucho y la miro, sé lo que me dice, y cómo está pendiente de todo lo que hago cuando estoy a su lado».
El texto preferido del autor, cuando se le pide la siempre difícil tarea de que escoja uno de ellos, es el que sobrevivió desde el principio de este largo proceso de creación.
El que cierra el libro y que supone una llamada de atención para todos. Su título ya lo dice casi todo: «Estoy aquí». Ojalá, resume Solbes, no se le dé la espalda en los próximos años aunque confiesa que recuperar lo perdido no será sencillo.
El último párrafo del libro, es toda una puerta a la esperanza. Así lo dice la propia Albufera: «Estoy aquí. Y me alegra saber que ahora puedas estar pensando en mí. Disfruto de sentir que ahora quieres interceder por mí, me emociona que un ser humano se mueva por estar aquí y me entusiasma creer que el futuro es hoy y está aquí».
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