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Obrero en la Fuente de San Luis en una pausa para hidratarse. J. L. BORT

Pulseras contra los golpes de calor: la prevención que salva obreros

Los dispositivos miden la temperatura corporal y avisan de cuándo es necesario parar con tal de evitar situaciones peligrosas para la salud de los trabajadores

Rosana Ferrando

Valencia

Viernes, 22 de agosto 2025, 13:45

Bajo el sol que cae a plomo, los obreros del apeadero de la Fuente de San Luis trabajan entre el ruido de las máquinas y ... el polvo de la obra. Sus jornadas se extienden durante las horas de más calor del día, cuando el asfalto y el hormigón reverberan y dejan escapar ondas que distorsionan el aire, como si la carretera hirviera y multiplicara la sensación térmica. Quién diría que en este escenario hostil una pulsera se convertiría en la mejor aliada contra las altas temperaturas.

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«El golpe de calor es un peligro real». Así lo subraya Helios García, director del servicio de prevención mancomunado de Simetría (Becsa). «En nuestras obras se trabaja sobre todo en el exterior, con exposición directa al sol. Por ello, desde hace unos años, aplicamos una medida para proteger la salud de los empleados: un dispositivo portátil, a modo de pulsera, que detecta la hipertermia corporal», explica el director.

Estas herramientas inteligentes, que duran encendidas más de cinco meses sin necesidad de carga, monitorizan en tiempo real la temperatura del cuerpo y emiten una triple alarma, luminosa, sonora y vibratoria, cuando alcanzan los 38,5 grados, el umbral que marca la fase de hipertermia. Además, es resistente a salpicaduras y a golpes.

«La prevención va un paso por delante: no esperamos a que aparezcan los síntomas del golpe de calor porque eso ya es una intervención tardía, actuamos antes», resalta García. Una vez la persona afectada se detiene, se hidrata y descansa, el dispositivo cambia su indicador LED de rojo a verde, lo que permite retomar la actividad sin haber superado nunca los 40,5 grados, límite crítico para la salud.

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«Nos dieron unas hojas en las que se explica el reglamento y cómo funcionan las pulseras: cuándo pitan, por qué y qué hacer cuando sucede. Yo me dediqué a repartirlas por todas las obras que tenemos en marcha, unas 150 entre Valencia y Alicante. Primero las probamos con los encargados y luego extendimos su uso a toda la plantilla», cuenta Jose Casas, ayudante del responsable de Control y Ejecución de Obra Civil en Valencia.

«Si la pulsera emite el sonido que llega a los 75 decibelios el protocolo es claro: parar, buscar sombra, refrescarse, beber agua y esperar unos 15 ó 20 minutos antes de reincorporarse», recuerda el ayudante. Además de seguir las normas de prevención para golpes de calor, el afectado por el aumento de la temperatura corporal tiene que comunicárselo a sus superiores para que quede un registro.

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La experiencia de los trabajadores, que están muy contentos con la innovación, confirma la eficacia del sistema. «La semana pasada y la anterior, con tanto calor, pitó varias veces. Si no fuera por este aparatito, más de uno hubiese caído», asegura José Estarlich, encargado de las obras en el apeadero de la Fuente de San Luis. «Gracias a él, no hemos tenido ningún golpe de calor en todo el verano. Suena antes de que pueda darse, y eso nos da mucha seguridad. Sin la pulsera, te guías por lo que sientes, y con esa estrategia tan subjetiva puede que te des cuenta tarde. Con esto no fallas porque estás muy monitorizado. Es un 'puntazo'», indica el encargado. Fabricadas en Malasia, tienen un coste de un coste no muy alto. Las personas particulares pueden conseguirlas por internet por un precio similar.

La empresa de construcción ha repartido más de 400 aparatos entre las obras que tiene en marcha en la Comunitat. El compromiso preventivo se refuerza con formaciones semanales del departamento de seguridad y salud de la entidad, que incluso se doblan en periodos de bochorno intenso. «Recordamos los síntomas del golpe de calor y vigilamos que todos lleven la pulsera. Hacemos pequeños exámenes periódicos a dos o tres trabajadores y al jefe de obra para asegurarnos de que los procesos están claros. No solo se enseña a usar la tecnología, también a reconocer señales como los dolores de cabeza o los mareos, que son síntomas que pueden ser provocados por la exposición alargada a las altas temperaturas», añade Casas.

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A este control tecnológico se suman las acciones preventivas ya implantadas por Becsa: información al personal sobre el uso del dispositivo y el protocolo de actuación, comunicación con el servicio de prevención, paradas técnicas en horas de máxima exposición solar, adaptación de horarios, hidratación continua, uso de ropa transpirable y cascos ventilados. El objetivo es que la seguridad no dependa solo de la percepción subjetiva del trabajador, sino de datos objetivos de su cuerpo.

Jose Casas manda todos los días vía Whatsapp o correo electrónico la previsión del tiempo. También avisa siempre que se superan los 30 grados y recalca el tipo de alerta que hay cada día en la Comunitat. Además, cuando se llega a la roja, la más extrema, los trabajos se suspenden porque las condiciones climatológicas suponen un peligro grave para los obreros.

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El balance hasta ahora es positivo: ni un golpe de calor grave ni conatos en este verano. «Aquí, cuando se ilumina una luz roja, paramos todos. Merece la pena por seguridad. La gente está muy contenta», ha concluido Estarlich. El año pasado, ya estaban en marcha y tuvieron un resultado positivo. Este mayo, los trabajadores ya requerían la vuelta de los dispositivos.

Con jornadas laborales de 7:30 a 18:00, bajo el sol más intenso del verano, la diferencia entre la intuición y los datos objetivos puede ser decisiva. En este caso, la prevención tecnológica se traduce en salud y seguridad para quienes trabajan a pie de obra.

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