El protocolo del menor del Arzobispado prohíbe subir a solas en un coche con un niño
La archidiócesis pone en marcha un protocolo de prevención y actuación en caso de abusos sexuales
El Arzobispado de Valencia ha aprobado el protocolo de prevención y actuación en caso de abusos sexuales que recoge, entre otros aspectos, las medidas para minimizar el riesgo de que se produzca una de estas conductas. Este documento se está remitiendo a parroquias, movimientos, a la Universidad Católica y a colegios diocesanos para su aplicación inmediata.
El protocolo, que ha sido realizado por la Oficina de Protección al Menor de la archidiócesis, prohíbe tajantemente una serie de actuaciones como es subir a solas con un menor en un coche. En este sentido, propone evitar situaciones ambiguas como entrar en los vestuarios, baños o duchas mientras estén los menores o compartir habitación de hotel o tienda de campaña.
Entre otros aspectos, el protocolo recientemente aprobado prohíbe infligir castigos corporales de cualquier tipo. Dada esta prohibición, no puede justificarse en ningún caso contacto físico por este motivo.
Por otro lado, se descarta que los monitores o sacerdotes establezcan una relación preferencial con un menor de edad de modo que será motivo de cese inmediato de la actividad pastoral cualquier relación sentimental, consentida o no, de un adulto con un menor de edad.
Entre las prohibiciones también se establece dejar a un menor en una situación potencialmente peligrosa dada su situación mental o física. Además, quedan "absolutamente prohibidos juegos, bromas o castigos que puedan tener connotación sexual, evitando cualquier tipo de conductas que impliquen o sugieran desnudarse, besarse o tener contacto físico sugestivo o dado a malinterpretaciones".
En este sentido, también quedan "totalmente prohibidas" las novatadas y otras dinámicas y juegos que puedan llevar consigo actos vejatorios, denigrantes o sexistas.
El protocolo establece como un comportamiento prohibido pedir a un menor que guarde un secreto o darle regalos discriminando al resto del grupo. Otro de los vetos se refiere a las fotografías o toma de imágenes ya que se establece que no se puede grabar a un menor sin el consentimiento por escrito de sus padres o tutores. Relacionado con este punto, también se excluye "publicar o difundir, a través de la red o redes sociales, imágenes que reconozcan a un menor de una manera reconocible sin el consentimiento de los padres o tutores".
Otra de las recomendaciones es que se evite estar a solas con un menor en la sacristía de la iglesia, o en una sala o dependencia parroquial, y con la puerta cerrada. En esta línea, si hay que atender a un joven lo mejor es hacerlo en un entorno visible y accesible a los demás. Recomienda así que haya puertas de cristales transparentes o cristaleras en despachos de sacerdotes, directores, formadores y animadores, tanto de menores como de jóvenes. Además, establece que cuando se hable con uno de ellos en un despacho se debe dejar la puerta abierta o elegir un lugar donde otros adultos puedan ser testigos de este encuentro.
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El protocolo incluye una serie de pautas positivas para los trabajadores docentes y pastorales con el objetivo de crear el "entorno seguro" que debe ser la Iglesia. Por ejemplo, entre otros aspectos, incluye estar "siempre visibles" para los demás en presencia de menores. Además, fija una serie de criterios a la hora de relacionarse con el menor. Así, cuando sea necesario comunicarse con alguno de ellos ya sea por correo electrónico, teléfono móvil, redes sociales u otro canal "ajeno a los oficiales del centro, parroquia o grupo", se "implementarán mecanismos de control parental" y siempre que se utilicen estos medios una copia el mensaje será para los padres.
Otra de las pautas que establece es avisar a los responsables de cualquier comportamiento potencialmente peligroso. Además, se indica que hay que informar a los padres o tutores de las actividades propuestas (como convivencias, excursiones, peregrinaciones, entre otras) y de los métodos organizativos relacionados. Junto a ello señala que hay que pedir el permiso escrito de los progenitores para cualquier evento que implique que el menor va a dormir fuera del domicilio paterno.
Por otra parte, establece la necesidad de "formar y capacitar para la prevención de situaciones abusivas" a los responsables pastorales. El criterio que rige el documento es fomentar la prudencia entre los que tienen que tratar con menores. Aconseja, en este sentido, "llevar a cabo las muestras físicas de afecto con mesura y respeto, de manera que nunca puedan parecer desproporcionadas".
En el desarrollo de las actividades recomienda que las actividades pastorales se deben realizar en salas adecuadas para la edad y etapas de desarrollo de estos jóvenes. "En la medida de lo posible, los trabajadores pastorales deben tener especial cuidado para asegurarse de que los menores no entren ni permanezcan en lugares ocultos a la vista o fuera de control", señala el protocolo.
El documento plantea también una serie de sanciones que van desde una "indicación o sugerencia de mejora" hasta una "seria advertencia" en la que se darán los pasos para "el alejamiento inmediato del ministerio sacerdotal, o de la función pastoral", con la comunicación a las autoridades civiles y la apertura de un expediente o el despido.
El protocolo también establece pautas para actuar en el caso de que se revele un caso de abusos. Destaca la importancia de que el conocimiento y la comunicación "son dos hechos ligados, inseparables. Comunicar es notificar, transmitir la información sobre el supuesto caso de abuso. Es una condición necesaria para posibilitar la intervención y una obligación legal".