Votar como si nos fuera la vida en ello. Es la recomendación que han dado a los espectadores tanto Michelle Obama como Hillary Clinton durante la Convención Demócrata en Estados Unidos. Se refieren con eso a la urgencia de sacar de la Casa Blanca a Donald Trump. Es razonable que dos demócratas y además mujeres vean en Trump al mismísimo demonio. Ahora bien, lo llamativo es la vinculación de la opción electoral con la propia supervivencia. Si no fuera porque la Asociación Nacional del Rifle suele estar más cerca del Partido Republicano, pensaría que el eslogan se lo han prestado ellos, no en vano una afirmación como ésa puede interpretarse como una invitación al magnicidio. Suena muy radical pero, si la vida está en riesgo, acabar con la amenaza es un acto en defensa propia.
Entiendo que no es eso lo que plantean las dos ex primeras damas, pero resulta demasiado elevado el tono y ese tipo de apelaciones muestran algo de inseguridad. Lo que pretenden con esa frase es que la sociedad norteamericana se dé cuenta de que hay muchas cosas en juego cuando se deposita la papeleta en la urna y un presidente tiene en su mano demasiados hilos de nuestras vidas. Bien lo saben dos mujeres que los han visto manejar desde el Despacho Oval. Podríamos remitirnos a la propia pandemia, como amenaza real para cada uno y, sin necesidad de ir a Washington, visualizar cómo de frágiles son nuestras vidas cuando las autoridades no velan por los ciudadanos como deberían. Para muchos de nuestros conciudadanos, las decisiones y prioridades del «gobierno de coalición» han influido en su vida: su salud, su familia o su trabajo. Lo vemos con más clarividencia que nunca por la tragedia de estos meses pero el poder es eso. Siempre deberíamos elegir a nuestros gobernantes y exigirles cuentas como si de ello dependiera no la vida, pero sí sus condiciones.
