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El vicepresidente segundo y conseller de Vivienda y Arquitectura Bioclimática, Rubén Dalmau, enganchó un enfado monumental la primera vez que se publicó que buscaba un palacete, algo noble por el centro, para la sede de su conselleria. Parece que el lugar elegido debe de estar a la altura de la denominación -un tanto pretenciosa- de su conselleria. El escenario de aquel berrinche fue la sede de À Punt tras una entrevista en la que echó balones fuera acerca de la sede. Allí, a preguntas de la compañera de Levante Julia Ruiz, Dalmau proclamaba: «fake news, fake news». Fue tal la vehemencia en la respuesta, la seguridad que parecía transmitir en sus palabras, que pensé que aquel hombre era capaz de convencernos a todos para desfilar allí mismo tras una pancarta que pusiese: «Dalmau no quiere palacios». Quizá todo se debía a un error y el flamante vicepresidente segundo -menos mal que no hay un tercero- tan sólo buscaba un despachito humilde desde donde clamar contra el capitalismo. Pero, en estos nuevos tiempos donde la austeridad ha sido enterrada por el Botánico, el líder de Podemos no descarta alquilar una sede porque los edificios que tiene la Generalitat no parecen adaptarse a su gusto ni a su cargo. Así que baraja pagar 15.000 euros al mes por encontrar algo que se ajuste a las necesidades podemitas. Estamos hablando del desembolso de 180.000 euros perfectamente prescindibles, claro. Como lo fueron en su día y lo siguen siendo los 10.000 mensuales que pagan sus compañeros de la Agencia Antifraude. La realidad es que Podemos siempre ha defendido medidas para frenar la escalda de precios en los arrendamientos y el acceso a la vivienda. Para otros, evidentemente. Los podemitas en el Consell van a todo tren. Y esto sólo acaba de empezar.

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