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LA REVOLUCIÓN DE LAS HEPTATLETAS

LA REVOLUCIÓN DE LAS HEPTATLETAS

El atletismo español anda agitado por la irrupción de María Vicente, un talento como no se había visto otro

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Domingo, 22 de julio 2018, 08:01

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En muchos países la salud del atletismo patrio se evalúa tomándole la temperatura a su potencial en las pruebas combinadas. En el decatlón y el heptatlón. En España no. En muchos países de Europa, decatletas y heptatletas son referentes que atraen la atención de estadios repletos de aficionados. En España no. Aquí siempre han sido los marginados. Y rodaba un comentario despectivo sobre ellos, como que eran atletas frustrados, atletas que no eran buenos en ninguna prueba concreta.

Todos esos esquemas arcaicos está a punto de hacerlos trizas una joven mulata de 17 años llamada María Vicente. Un portento que hace unos días batió el récord del mundo sub-18 en heptatlón. Es tan buena que, como es lógico, también llegaría a ser muy buena en varias pruebas individuales. Porque es una mujer que, si nada se tuerce, puede llegar a ser la mejor del mundo en heptatlón, pero también saltar mucho más de 14 metros en triple, bajar de los 13 segundos en los 100 metros vallas o de los 23 segundos en los 200. Palabras mayores.

La 'jefa' de las pruebas combinadas en España es una mujer. Se llama Manoli Alonso y lleva 31 años de dedicación a este sector desde Castellón. De su sabiduría se han alimentado atletas como María Peinado, que hasta hace unos días tenía el récord de España absoluto en heptatlón, o Bárbara Hernando, la plusmarquista en pentatlón, en pista cubierta.

Después de aquella generación, de nueve años sin poder atender la fabulosa cantera del Playas de Castellón, un club con una estructura que es un modelo en toda España, volvió a mirar hacia abajo para pulir pacientemente a nuevos talentos. Niñas que hoy ya son atletas hechas y derechas. Como Carmen Ramos, que destronó a Peinado, plusmarquista nacional desde 2002, y a Laura Ginés, que lo igualó en 2012. Ramos es de Benicàssim, no es muy alta pero tiene pólvora en las piernas.

Me contaba ayer Manoli Alonso que este año habían decidido «bajar un poco el pistón». Durante el año le quitaron cuatro muelas y sufrió una lesión en el recto que, de hecho, aún arrastra. Pero llegó a Soria, al campeonato nacional sub-23, y se convirtió en la primera mujer en España en superar los 5.900 puntos.

Ramos es una de esas jóvenes educadas, aplicadas y con buena cabeza. Adora a su entrenadora, Manoli Alonso, y, como explica ésta, es una atleta «pertinaz». No es muy alta, pero siempre se motiva recordando que Jessica Ennis-Hill, una leyenda en el Reino Unido, tampoco lo era.

La flamante plusmarquista llegó al atletismo porque su profesor de Educación Física le recomendó probar en este deporte. Al principio se especializó en los lanzamientos: peso y jabalina. Pero siempre que iba a un campeonato se inscribía en otras pruebas por puro placer competitivo. Un año le pidió a su entrenadora, entendida en lanzamientos, que le ayudara a preparar las pruebas combinadas. Y ella, como muchos otros entrenadores abnegados en España, estudió todo lo que pudo para ayudarla. Meses después llegó al campeonato de España cadete y logró el segundo puesto. A partir de ahí ya se puso en manos de Manoli Alonso.

Detrás de Ramos, con un año menos, viene Claudia Conte, también de Benicàssim, que ha batido, siempre en el heptatlón, el récord de España sub-20. «Está menos construida muscularmente que Ramos porque creció más tarde», apunta Manoli, quien destaca que aunque no tiene cuerpo de lanzadora tiene la virtud de acabar bien el gesto para darle aceleración a los artefactos.

Pero los récords de ambas parecen tener los días contados hasta que irrumpa en sus categorías María Vicente. La responsable de las pruebas combinadas, que llegó a Castellón hace 31 años, que trabaja también en la UJI, asegura que nunca había visto nada igual en España. «Es un talento de primer orden, una de esas atletas que sale en todo el mundo de lustro en lustro. No le veo límites en ninguna prueba».

La descubrió hace años, cuando Ramón Cid, el seleccionador nacional, la llamó por teléfono y le advirtió que había visto a una niña, de categoría infantil, muy especial. Entonces se fue a Barcelona a hablar con los entrenadores de allí y todos coincidieron en que ahí había alguien diferente. Su entrenador es Fernando Martínez y, como Manoli y muchos otros, su principal compensación es disfrutar de los progresos de sus atletas. Son una mina.

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