El centro ha muerto

Nos miden al fin si padecemos coronavirus y nos miden a la vez nuestras intenciones políticas. Los españoles estamos siendo investigados de arriba abajo estos días, con resultados en muchos casos sorprendentes. Mientras muchos descubren haber pasado asintomáticos la cruel enfermedad cuando al fin tienen acceso a los tests del Covid, los sociólogos nos dan cuenta al publicar sus encuestas que volvemos a la lucha política de siempre entre los dos grandes partidos, PSOE y PP. El centro ha muerto.

Resulta sintomático que la intención de voto socialista haya subido, aunque levemente, mientras aumentan las críticas a la gestión que está llevando a cabo su Gobierno en la crisis sanitaria. Paralelamente, el comportamiento de la dirección popular tampoco recibe aplausos mientras pega un subidón en encuestas como la que ayer publicaba Abc. Hay que estudiar el sondeo para comprobar que el PSOE se beneficia de la caída de Podemos y el PP de la de Vox y Ciudadanos. Los dos grandes son empujados hacia el centro por sus socios más radicales. Y lo que queda del partido que fue de Albert Rivera se volatiliza por muchas piruetas que quiera dar Inés Arrimadas para mantenerse en el candelero.

El centro como tal solo ha aparecido en la historia de nuestra democracia en circunstancias excepcionales y gracias a un líder con carisma que seduce a parte del electorado socialista y popular. Pasó con el CDS de Adolfo Suárez, la UPyD de Rosa Díez y con Ciudadanos de Albert Rivera. Nunca han conseguido más que servir de bisagra con uno de los dos grandes, hasta terminar desapareciendo. Ahora, Arrimadas trata de sobrevivir y deja que Pedro Sánchez le lance un salvavidas para no ser engullida por las aguas, pero está por ver lo que sucede suponiendo que el PP gane las próximas elecciones -lo que no parece imposibl- y su socio prioritario no sean los naranjas sino los de Santiago Abascal.

Que el último de los partidos de centro se encuentre en peligro de extinción no supone que los españoles rechacen el centro político. Todo lo contrario. Bien saben los sociólogos que es el lugar en el que se sitúan a sí mismos la mayoría de los votantes y bien lo saben también los políticos que, tentados con hacer caso de los militantes de sus partidos, siempre radicales, y no del electorado general. Felipe González, Aznar y Rajoy así lograron sus mayorías absolutas. Zapatero y ahora Sánchez se sustuvieron en sus gobiernos haciendo juegos malabares a causa de haberse alejado de la centralidad. Porque el centro como partido a veces muere. Pero el centro vive.