Ante la despoblación, leer a Delibes
Siento la necesidad de hablar de él, del escritor Miguel Delibes, de quien el jueves se cumplirá una década de su muerte en el año en que se conmemora el centenario de su nacimiento. Quiero darle las gracias, decirle que sus libros me han regalado -lo siguen haciendo siempre que acudo a sus páginas para releer subrayados- inmejorables momentos y profundas reflexiones. Y quiero también reivindicar su lectura como bálsamo para las heridas que causa la despoblación rural, traducida hoy en un llanto político y mediático que más allá de repetir que España se vacía creo que poco más aporta a una terapia que cure el mal.
En las páginas de Delibes he leído el valor de la amistad y el de la familia, que el éxito o la felicidad no siempre habitan lejos de la patria geográfica y emocional de uno, que la muerte forma parte de la vida por mayor que sea el dolor que cause. Que la sabiduría no es lo mismo que la ciencia y que de la primera se puede disfrutar sin necesidad de disponer de la segunda. Y que en aquello que nos parece pequeño porque es humilde residen auténticas grandezas y en ocasiones tristes verdades que merecen salir a la luz.
Fue cantor del mundo rural y de su entorno, altavoz de sus dichas y desdichas cuando nadie le dirigía la mirada. Cuentan sus novelas la universalidad de esos espacios y de las gentes que los habitan, hombres y mujeres que hoy lloran la pérdida de su paisaje existencial. Habla de ellos en páginas sinceras. Son historias de un amor profesado y confesado a un mundo que él se adelantó a denunciar que agonizaba. Lo dicho, me atrevo a reivindicarle, a invitar a su lectura, a descubrir en 'El camino', 'Las ratas', 'Los santos inocentes', 'El disputado voto del señor Cayo' o en 'Un mundo que agoniza' sobradas razones para comprender que merece la pena llenar de contenido -algo más que fotos con impermeable y botas de agua para visitar un pueblo azotado por unas inundaciones- esa llantina política y mediática fundada en proclamas sobre la existencia de este u otro lugar a las que les basta muy poco para desvirtuarse.
