Olga Viza: «No existe ni la objetividad ni la imparcialidad, sí la decencia»
Tenía 18 años cuando sustituyó a Mercedes Milá en Polideportivo para iniciar una carrera que le llevó a presentar los Juegos de Barcelona
Olga Viza López (Barcelona, 18 de agosto de 1958) es una de las pioneras del periodismo deportivo. Debutó en 1978 en TVE y desde ese ... momento ha tenido una carrera imponente que tuvo su cénit en los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992.
-De periodista a periodista, ¿estamos en peligro de extinción en la época de influencers, creadores de contenido u opinadores?
-Mira, pues somos como el lince, que resucita y se reproduce. Como dice Iñaki Gabilondo, en caso de inundación lo primero que escasea es el agua potable. El agua potable en este caso lo representa el periodismo, de modo que siempre hará falta gente que tenga unos códigos y un método de trabajo que dé credibilidad y fiabilidad.
-¿Por qué deben salvaguardarse estos valores, los valores del oficio?
-Del mismo modo que un médico necesita saber de ciencia y conocer la técnica, los principios, saber diagnosticar, pensar, consultar, del mismo modo que un médico actúa, actuamos nosotros y cualquier otro oficio. O los cocineros. Quiero decir que es fundamental sujetarse en unos pilares que no deben moverse. Seguramente hay otros que sí, que no pasa nada. Sobre la forma, sobre el escaparate de la noticia, pero para que la noticia sea verdad y llegue al espectador, al lector o al oyente de la manera que tiene que llegarle, es decir, sin intromisiones, solo se puede hacer como se ha hecho desde que se inventó este oficio.
-¿Se puede vivir sin periodismo?
-Sí, sí. Se es mucho más feliz. Eso lo dije yo una vez. Se es mucho más feliz sin estar informado. Y es probable que ese sea el refugio ahora. Hace poco leí un estudio de cómo la gente rehuye las malas noticias. La cantidad de personas que salvaguardan su estado de ánimo y en ocasiones su salud mental huyendo de los titulares del día. No te digo ya de la argumentación de los titulares del día. Porque realmente si tú eres una persona permeable a lo que ocurre en el mundo, no estamos en los mejores momentos. Hace mucho tiempo que no estamos en los mejores momentos, pero ahora yo te diría que son demasiado punzantes.
-Están las malas noticias, pero luego está el actual casi, por decirlo de una manera, vodevil político. Yo creo que es más necesario que nunca el ejercicio periodístico crítico sobre lo que estamos viendo.
-Yo me estoy dando cuenta estos días que la política se ha convertido en un podcast, en una historia de grabaciones, aparte de que es nauseabundo. Es decir, si no tienes grabación de tu enemigo/rival, no eres nadie, no prosperas. Pero me estoy dando cuenta de que sólo hay que ver las audiencias y sólo hay que ver la venta de periódicos o las visitas a la prensa digital o las audiencias en radio para ver cómo nos fascina el reality político. Forma parte de nuestros tiempos también, ¿no? Pero esta película de guion perverso en la que estamos sumidos es que tiene rasgos de vodevil, tú lo has dicho. Son tremendos.
-Con esta grabación es casi un gran hermano.
-Es un reality. Sólo nos falta que los protagonistas de la película lleven una cámara incorporada y que nos metan dentro de la ejecutiva o en los pasillos de los pasos perdidos del Congreso o que podamos estar en Ferraz o en Génova en un despacho. Y lo vivamos, que ya no debe faltar mucho tiempo para eso. Pero sí es verdad que eso nos fascina al mismo tiempo que nos descorazona.
-¿Cómo se le queda al cuerpo al escuchar esas conversaciones donde se negocia con las mordidas, pero incluso se negocia con mujeres?
-Es repugnante. ¿Cómo funciona la cabeza de alguien más alto, más bajo, más gordo, menos gordo, mejor vestido, peor vestido? Me da igual. ¿Cómo funciona la cabeza de alguien que vive como actor también del poder, que maneja poder, que está al lado del jefe del poder y que es capaz de actuar de esa manera? De esa manera subversiva, de esa manera ramplona, que a mí me retrotrae a los años 70, a los años 80, que decías, bueno, que haya tentaciones ahora que empezamos a tener una política distinta. Fíjate lo que sería antes. Pero ahora que nos ilusiona tener una democracia, ¿a estas alturas estamos haciendo esto? Y, sobre todo, sería importante tener una visión alejada del hecho para intentar diagnosticar el tumor en su conjunto. Es decir, las empresas corruptoras son las mismas, han seguido funcionando. ¿Qué ocurre? Que sí, son las más grandes, las que pueden hacer una obra más importante, que siempre tienen alguno que se ha ido de copas o al prostíbulo con el político de voluntad débil. ¿Qué pasa con esto? ¿Cómo no hemos puesto cortafuegos? Porque ya ocurrió y ocurre. ¿Cómo no hay un cortafuegos en forma de ley? Que ya la hay, pero es insuficiente, claramente. ¿Dónde están las sanciones, el apercibimiento? No me sirve que despidan a uno. Las empresas corruptoras y luego estos personajes de moral low cost, de ambición absolutamente desproporcionada. ¿Qué hacen ahí en el poder esta gente?
-Pues quizá porque la política se ha convertido en una profesión y no en un servicio público, que es lo que ha sido toda la vida.
-No te dejo de dar la razón. Todos conocemos, tú en tu comunidad, yo en la mía, gente que se dedica a la función pública y dices ¿por qué no serás tu ministro? Porque es gente vocacional, pero aquí el problema es la perversión de los partidos, que se han convertido en un refugio no sólo de gente con vocación política, que la hay, sino es una especie de empresa donde uno va subiendo, no por méritos, sino por, a lo mejor, ciertos canales nepóticos o de agradecimiento o de lo que sea. Es decir, que ahí es un conglomerado entre la gente que realmente entiende esto como una profesión de servicio y los que entienden que no encontrarán otro chollo en la vida que estar en un partido político cobrando, y no te digo ya si eres diputado y vas al Congreso, ese dinero no lo cobrarás en la calle con tu capacidad. Es muy tentador. Se han convertido en empresas raras que además no tienen tampoco cortafuegos, por lo que estamos viendo. Yo me pregunto muchas veces quién es el pepito grillo en todos los partidos. Ahora ya hablo en general, que le dice a su rey: 'vas desnudo'. ¿Tienen a gente que les dicen, vas desnudo?
-Igual debería ser el secretario de organización, pero justamente es el que se ha corrompido.
-Tendría que ser el secretario de organización, el jefe de gabinete, la secretaria, el vicepresidente segundo. Tenían que serlo todos. Pero parece que ahí debamos respeto reverencial e incuestionable al líder. Además, los líderes se identifican por la gente que les rodea y, además, crecen con buena gente alrededor. A mí que dos secretarios de organización hayan hecho exactamente lo mismo, pues qué quieres que te diga. Tanto Feijoo como Sánchez pronunciaron la palabra decepción. Bueno, la palabra decepción en boca de los ciudadanos cobra su auténtica dimensión. Nadie les votó para esto. Ni a unos ni a otros.
-Estamos en una época de bulos, fake news, desinformación. ¿Cómo protegemos a la gente y cómo nos protegemos nosotros?
-No está fácil. Primero, esta sociedad es una sociedad muy crítica y eso me parece bien. A mí la conciencia crítica me parece saludable, pero tanto más que la conciencia crítica me parece la autocrítica. Deberíamos empezar por nosotros mismos. Uno tiene que cuestionarse a uno mismo todo lo que le llega actualmente, y yo creo que todos lo hacemos. Ahora ya no hay día que te llegue una noticia que digas, será verdad, y te vas a un fact-checking inmediatamente. Benditos estos compañeros que se dedican a que el agua salga clara del grifo. Es muy difícil porque el 70% de los jóvenes se informan por TikTok. La batalla tiene que ser ahí, con el mismo lenguaje. La batalla cultural está en las redes. Y cuando se cuela aquí algo que no es cierto, yo espero que el periódico, la radio o la tele en cuestión, me ponga un link de verificación. Pues que con el mismo lenguaje del TikTok muestre cuál es la realidad de las cosas. Que sepas que eso que te estoy diciendo está verificado. Que lo que has oído un poquito antes no está verificado. Esto sí está verificado. Por nuestros periodistas.
-Usted moderó un debate entre dos candidatos al presidente. Ya debió ser tenso seguro, imagínese ahora, ¿no?
-Yo estuve, lo presenté y lo moderó Campo Vidal, tengo que decir, pero estuve en ese plató en el primero y seguramente el más tenso de todos, que fue el Aznar-Felipe, el primero de todos. En ese debate, que Felipe no miraba a Aznar, él hablaba a cámara, ignoraba al rival. Aquello era cuchillo y tenedor. Y después hemos vivido un último en Antena 3 entre Pedro Sánchez y Feijoo, qué te voy a decir. Pero un debate no es un conflicto. Un debate es un intercambio de ideas opuestas, ¿o no? Es que hemos confundido ya los debates con los conflictos. Aquel modelo de primeros debates cara a cara era muy criticado porque los periodistas efectivamente no podíamos repreguntar ni hacer nada. Dije, bienvenido sea, porque lo hace posible. Y los siguientes serán, pues como en Estados Unidos, que hay tres periodistas, o en Francia, o en el Reino Unido, y podremos preguntar. Pero no, porque si no hay respeto entre los dos contendientes, entre los dos debatientes, si lo único que utilizas es el truco de marketing sobre la interrupción, sobre alzar la voz, sobre los gestos, eso es, para la gente, función pública. Los primeros funcionarios públicos son ellos. Tienen que aclararle a la gente ideas. No quién habla mejor, o tiene la corbata mejor anudada, ni quién es más aguerrido, ni quién es más combativo, ni más creativo en el debate. ¿Quién es más convincente? Pero desde el respeto. Hace mucho tiempo que confundimos el debate con el conflicto, porque efectivamente da más audiencia.
-Sí, es lo que comentaba. Tienen ya todas las frases preparadas, que su equipo les han dicho.
-Tienes que decir esto, esto y lo otro. El marketing político se ha cargado la realidad, o la naturalidad de la política, creo yo.
-¿Se atrevería a presentar otro, a moderar otro, o no?
-Yo prefiero verlos.
-Hablando de expresidentes, siempre se ha dicho que son como jarrones chinos, que no sabes dónde ponerlos. Pero vivimos en una sociedad que parece que a Felipe González, por ejemplo, en este momento, le respetan más la gente de derechas que la de su propio partido.
-O que él se ha hecho más de derechas, vete a saber. ¿Qué ha ocurrido? Yo no lo sé. Primero, sí es verdad que eran jarrones chinos, pero eso me parecía un error, porque ¿cómo puedes desperdiciar la experiencia de un exmandatario? Es decir, tú tienes que tener un consejo. Si yo fuera presidenta del gobierno, quisiera tenerlos cerca a todos. En el supuesto de que se hablaran. Es decir, una especie de consejo de Estado, que ya existe, pero que tuviera una función realmente de inputs necesarios. Y, además, cuando dejan de ser presidentes se llevan bien. De modo que yo jamás desperdiciaría el conocimiento de todos ellos puestos encima de una mesa en favor, no de un partido, sino de una acción de gobierno. Desperdiciamos el talento. ¿Qué pasa con Felipe? ¿Qué pasa con Aznar? ¿Qué pasa con Zapatero? Bueno, pues todos hacen evoluciones. Muchas veces vienen del propio devenir de tu experiencia vital. Otras veces porque no te gusta quien manda, o porque crees que tu partido te lo han cambiado. Otras veces porque te pisó un callo. Pero yo, desde luego, no desperdiciaría nunca lo que ellos saben. Empezando por Felipe. No lo que opina, lo que sabe.
-Hemos pasado de un periodismo más crítico, más sosegado, a la rapidez, a lanzar una noticia muy rápida, con el clickbait. ¿Deberíamos volver a ese periodismo?
-No creo que eso funcionará, porque es un problema de cultura. Pero sí creo que hay noticias, no todas, que merecen quedarse un rato. Cuéntale a la gente qué ha pasado. Pero con lenguaje que lo entendamos todos. Creo que hay noticias que necesitan que nos quedemos un ratito. Un ratito. Y hay otras que podemos pasarlas en titular y en subtítulo. No toda la actualidad es igual. Que no todo nos afecta o nos concierne o nos interesa de la misma manera, del mismo modo que te digo que tampoco se trata de hacer tochazos. Creo que, sobre todo en los informativos de las nueve, tiene que haber un pozo más de análisis de autor. A las tres es muy complicado, es muy difícil. Pero a las nueve no puedes replicar. Y eso ya lo hacen algunos compañeros. Ya te hacen un análisis de las cosas que creo que es necesario. Que la gente que se informa por TikTok no lo verá. Pero a lo mejor eso se puede replicar en TikTok de otra manera.
-¿Existe la objetividad?
-No existe. No existe ni la objetividad ni la imparcialidad. Nadie es imparcial. Ante nada. ¿Chupa chup de menta o de naranja? Yo no soy imparcial. Pero existe la decencia. Eso es lo que existe. Es decir, yo eso lo aprendí en mis 15 años de periodismo deportivo, que yo puedo ser del Barça, que lo soy, pero si el Valencia le mete un 5-0 y yo tengo la responsabilidad de hacer una crónica, tengo que tomar la distancia necesaria, ponerme las gafas del público, no las mías, y explicar por qué el Barcelona la ha cagado y por qué el Valencia ha estado acertado. Y no intentaré convencer a nadie de lo contrario. No me voy a inventar. Porque eso es lo que hacen los periodistas a los que yo leo o a los que yo escucho. La decencia. Pero la objetividad y la imparcialidad es mentira. Todos tenemos una opinión sobre algo. Todos tenemos creencias sobre algo. Solo que cuando tocas material delicado, que también existe en el deporte, yo ahí lo aprendí, tienes que pensar en tu lector, en tu espectador. Salvo que hagas un telediario de autor y ya te explicas tú como quieras. Pero vas por delante diciendo que yo soy del Barça.
-Yo tengo la sensación en el periodismo y en la sociedad que ya no hay sentimiento de culpa de quien miente.
-Pero ni en la política tampoco. No, en ningún sitio. Hemos normalizado la mentira. Pero eso en un medio de comunicación o en un político debería estar prohibido. Pero empezamos a normalizar cosas que no deberían ser. Pero si es deliberado, tiene que haber un resorte que le explique a la gente que eso es puramente deliberado. No sé cuál es. Pero esa batalla de momento está perdida. No soy muy optimista.
-¿Qué entiende por buen periodismo?
-Nosotros somos la interlocución con la gente. Yo cuando hacía informativos, yo soy permeable a las noticias, eso ya te lo digo, si tenía que darle una noticia que sabía que iba a ser buena para la gente o su contrario, pues notabas una responsabilidad porque ibas a contarles algo que iba a incidir directamente en su vida, en su bolsillo, en su salud, en lo que fuere. Pues el buen periodismo no es el que yo hiciera. Es el que sentimos todos los periodistas que queremos ser responsables y fieles a la verdad para quien nos elige para informarse. El que es consciente de su responsabilidad y lo intenta hacer de la mejor manera posible para quien le ha elegido para informarse. Ese es un privilegio que no se nos puede olvidar.
-Le voy a leer una frase que ha dicho una persona de usted. «Es la representante del periodismo poliédrico que defiende la profesionalidad, la honestidad, el sentido común y el buen gusto a partir del relato escrupuloso de los hechos». Es de Ramón Besa. ¿Le define?
-No, Ramón es un exagerado, porque como sabe tanto, maneja tan bién la lengua, pone muchos adjetivos. Ese en cualquier caso es mi honor que lo diga Ramón. Pero no es algo que no haya aprendido de Ramón, por ejemplo. Yo he tenido referentes luego, más que antes. Porque antes salí sin anestesia a jugar a esto. Cuando yo salí, es que tenía 19 años, no tenía ni idea de lo que estaba haciendo. Realmente solo quería aprender. Y ahora mis referentes están todos vivos coleando y muy productivos, con lo cual soy una afortunada. Y uno de ellos es Ramón.
-Ahora cualquier gobierno incide en el control de los medios. ¿Qué podemos hacer para evitarlo?
-¿Ahora? Quizá ahora más. Los periodistas no dejamos de ser personas que tienen su vida y una vida que no es fácil tampoco. Si todos los periodistas fuéramos multimillonarios, verías como eso no ocurría. Pero periodistas y cualquier oficio. Tenemos mucho que perder cuando nos enfrentamos al monstruo. Y yo entiendo y no critico a quien no lo haga. Porque todo el mundo tiene una vida. Y nosotros somos seres humanos normales y corrientes. Y a veces dices... Tengo dos hijos y... Pero esa lectura la hacen en todas las empresas del mundo. Lo que pasa es que nuestra fábrica es la fábrica de la verdad. Y ahí está muy complicado. Ahí es un material muy sensible. Las televisiones públicas y algunas han sabido resistir muy bien y proteger a su gente, también depende del grado de virulencia que tuviera el poder en cuestión, pero siempre ha sido así.
-Hablando de la empresa pública, ha habido muchas críticas a programas como La familia de la tele o La Revuelta.
-Es que ahora hemos dejado de ser consumidores. Ahora ya tenemos que ser creyentes de una u otra religión, pero ¿de qué coño estamos hablando? Vamos a ver, no hay nada más democrático que un mando a distancia. Si viene Broncano, y en el otro está Pablo, y en el otro está no sé quién, pues bendito sea, tienes más opciones. Pues menuda felicidad, ¿no? Pues no, los 14 millones de Broncano, porque como es Televisión Española, ya tenía que ser un capricho de Pedro Sánchez. Que no digo yo que Pedro no vea La Revuelta, pues igual la ve, yo qué sé, no sé quién del PP, seguro. O sea, no hay que ser de una manera u otra para ver un programa u otro, es que hemos llegado a esta histeria colectiva de que un programa significa una cosa y el otro otra. Es verdad que los dos son distintos, pero estamos hablando de entretenimiento. Bueno, pues cuando se explicó lo de los 14 millones, que los capítulos del programa de antes eran incluso más caros o que una serie es incluso más cara, ya ese tema se cerró, pero hubo que explicarlo. A mí me parecía una apuesta valiente y una apuesta que yo aplaudía, porque yo le veía en Movistar. Y me parecía que estaba muy bien que se rejuveneciera o que trajera nueva gente a la tele. Me parecía muy bien, sin dejar de ver a Pablo, que es un tío que lleva 18 años haciendo un programa. Al principio La Revuelta le hizo daño, pero después todo volvió a su ser y hay público para todo, pero no somos creyentes de una religión u otra, al menos son dos personas, dos equipos que hacen programas distintos para nuestro entretenimiento, no para que los convirtamos en algún tipo de iconos religiosos.
-¿Dónde se siente más cómoda? ¿En la información deportiva, la información general, tertuliana?
-No, la tertuliana soy muy mala, no, porque yo soy crupier y estoy acostumbrada a repartir juego, lo he hecho toda la vida, o sea, aquí había cinco personas y tú dirigías eso. No, ya me voy acostumbrando a decir mi opinión, pero en la información general me he sentido muy cómoda y muy llena, porque he aprendido mucho, mucho, mucho, mucho de la vida. Y con la información deportiva he sido muy feliz y nunca la dejo, siempre hay un hilito que sigue ahí.
-Yo creo que en el imaginario colectivo, al hablar de Olga Viza, te vas al deporte, por los Juegos Olímpicos, Mundiales...
-Y, además, he tenido el privilegio, el honor, te digo las palabras que íbamos diciendo Matías y yo, al bajar la cuesta de Montjuic después de la ceremonia de inauguración, es decir, el poder participar y contar algo que es una ilusión colectiva. Tú dime cuántas cosas a lo largo de una vida son una ilusión colectiva, de tantísima gente. Pues los Juegos lo fueron, fueron una ilusión de millones, entonces el poder participar de aquella manera era un privilegio y era un honor.
-«Buenas tardes, bienvenidos a los Juegos Olímpicos de Barcelona». Esa frase no se le puede olvidar en la vida.
-No, no, y a mí no se me olvida nunca el cinco y hablando, y decir eso, y escuchar a Freddy Mercury y a la Caballé por cascos, eso me parece, me pareció lo más.
-Y con Matías Prats.
-Mi hermano, mi hermano mayor.
-Un dúo ya legendario.
-Él sí, él sí, él sí, él pasará a los libros de historia. El otro día hizo 10.000 informativos. O sea, 10.000 chistes, qué horror (ríe). Pero, para mí Matías era mi compañero. Pero como siempre hemos compartido en deportes antes, después ya en informativos, siempre hemos vivido momentos únicos, momentos muy buenos para todo el mundo. Entonces eso, esa es una de las cosas que tiene el deporte, que es transversal.
-Sobre Matías Prats, todo el mundo, cuando lo habla de él o lo ve, piensa en un periodista recto, metódico, un periodista con sus bromas, pero que es creíble. Y ahora se ha puesto muy de moda el periodista hincha, no sé si estamos un poco desvirtuando el periodismo deportivo.
-El de bufandas. ¿Tú has oído alguna vez a Matías decir de qué equipo es?
-Pero pero no pasaría nada si lo hiciera. Una cosa es decir de qué equipo eres, usted ha dicho que es del Barça, y otra cosa es, por ser del Barça, machacar al Madrid.
-Yo dije que era del Barça cuando ya no hacía deportes. Entonces, es decir, cuando llegué a Madrid, me colgaban debajo de las cámaras donde hacía el informativo los resultados del Barça, si perdía, la foto de un árbitro, algún titular maligno. Quiero decir, ya yo hice ese juego, seguí ese juego, pero es un juego absolutamente inocente en mi caso, porque yo si estuviera en una tertulia diciendo que soy del Barça, y yo si tengo que hablar bien del Madrid, hablo bien del Madrid, por supuesto. Y del Valencia, del Sevilla y del Dépor, no tengo el más mínimo problema, porque estamos hablando no de mi pasión, sino de deportes, ya está, que eso tiene que ser.
-¿Entretenemos más que informamos o en un programa deportivo quizás está bien, o combinarlo, o no?
-Yo hice un programa que se llamaba Estadio 2, del que estoy extraordinariamente orgullosa de haber participado desde su nacimiento, que era un programa que no sabías nunca lo que duraba, empezaba a las 3 de la tarde del sábado y algunos días despedía a las 8 de la mañana del domingo, en directo, pero aquello era un contenedor de deportes absoluto, donde solo existía una tele, o una tele con derechos. Éramos nada, ocho jóvenes, con Martí Perarnau de director, que era un deportista exolímpico, y ahí se nos ocurrían las cosas más peregrinas, y por qué no hacemos esto, vamos a vender, ya que tenemos que dar la Oxford-Cambridge, vamos a venderla, y nos íbamos a Oxford y a Cambridge. 15 días antes hacíamos un reportaje de los clubes de remo de las dos facultades, y de quién era el timonel, y que no sé cuántos, y explicamos la universidad, y media hora antes de que empezara Oxford-Cambridge, metíamos, pum, los 22 minutos de reportaje, y la gente ya tomaba partido, y pues me gusta, pues qué bien, cómo lo entienden aquí, cómo allá, esta tripulación, y eso, nosotros siempre enriquecíamos las transmisiones que hacíamos, conectábamos con gente que estaba dando la vuelta al mundo, pasando por el Cabo de Hornos, gente que estaba subiendo al Everest, venía Mark Spitz, y Sergey Bubka, y hemos dado partidas de ajedrez del mundial, con 12 millones de espectadores, 12 millones, Karpov-Kasparov, un sábado, con un tío como Leontxo García enseñándonos ajedrez, de modo que esas cosas ya no son posibles, y después se opinaba, tenías deportistas que venían a hacer entrevistas a otros deportistas, estaba todo por hacer también, yo digo esto porque era un programa en que yo me siento muy orgullosa de cómo se hizo, quién lo hizo, y para quién se hizo, entonces este es el tipo de programa que a mí me gustaría ver, ¿funcionaría? Pues si le pusiéramos un poco de picante, yo creo que sí, porque a todo el mundo le gusta ver cómo se resuelve una final de tenis, poder ir dando pinceladas, que es lo que nosotros hacíamos, tenías tantas cosas, pero ahora ya nadie tiene todo, yo creo que el deporte es entretenimiento, pero también tiene una parte sustancial espectacular, no es lo mismo cómo te explica un partido Ramón Besa que yo, que no tengo ni idea de fútbol, es decir, la técnica, la estrategia, la preparación, no es lo mismo ver una carrera de atletismo que si te explican exactamente qué es lo que tenía que hacer y cómo tenía que apoyar... es que son cosas muy serias que llevan muchos años de trabajo para esa gente y hace que los admires más.
-Programas como Estadio 2 y otros han hecho de usted una pionera.
-Pero porque no había más, yo cuando entré estaba María del Carmen Izquierdo, que esa fue la primera de todas las primeras, la que clavó los tacones en todos los campos de fútbol del mundo, o sea, la tipa fue la que abrió la puerta, fue la primera mujer que apareció en la tele en el Bernabéu entrevistando a gente y el día siguiente todo el mundo hablaba de eso, era una tele y eran los años 70. Después María Antonia Martínez y yo llegué porque Mercedes Mila, que estaba en Barcelona, se iba a hacer informe semanal a Madrid, entonces yo ocupé esa plaza, sin más, y éramos 5 y yo, hombre, sé contar, sé que éramos muy pocas, pero yo vengo de una casa donde mi padre era jugador de baloncesto, quiero decir que para mí eso era un hecho natural y yo entendía el periodismo como el deporte de una forma absolutamente bisexual, o sea, no le veía la diferencia en absoluto. Y después ya vino María Escario, vino Elena Sánchez, vino Paloma del Río, pero ya fue cinco u ocho años más tarde, pero en ese tiempo éramos la novedad. El problema fue cuando ya más mujeres quisieron incorporarse a este mundo y la gente que piensa en blanco y negro se sintió amenazada y ya está, no hay más historia. Pero yo a los 21 años estaba en el Circuito de Jacarepaguá entrevistando a los pilotos de Fórmula 1 y no tuve ningún problema. Los problemas vinieron después, hubo una involución clarísima.
-¿Cómo ha visto desde la distancia el trabajo que se ha hecho con la DANA, desde los medios de comunicación, en este caso valencianos?
-Claro, yo no he podido seguir la información netamente que se ha hecho allí. Sí sé que la televisión hizo un muy buen trabajo. Sé que vosotros, la prensa, hicisteis muy buena tarea, por lo que a mí me han contado corresponsales de Valencia. No sabes qué bien han trabajado, no sabes cómo han dado la cara, no sabes cómo no sé qué. Aquí estábamos ahogados en otra ola, en el resto de España nos ahogaba otra ola, la inundación de las opiniones. Mi pregunta es, ¿vosotros os sentís orgullosos de cómo lo hicisteis?
-Nosotros hicimos un servicio público, que es lo más importante.
-Es que no se puede hacer otra cosa, pero ni ese día, ni muchos días después, puro servicio público y luego un recuadrito ahí para matar, para que se maten.
-Siempre con las víctimas y sus familiares. A partir de ahí, ya la guerra política se libra y nosotros la contamos.
-Buscaba en internet, en À Punt, miraba algunos informativos. Porque soy consciente de que las autonómicas son las que lo manejan mejor. Y me parecía que estaban haciendo una cosa que es lo que se tenía que hacer. Si es que no se podía hacer otra cosa y también os consultaba a vosotros. Y se ha tenido que ir al jefe de informativos.
-Por política.
-Porque yo me iba imaginando, el primer día, el segundo y el tercero no, porque estás desesperado y haces lo que puedes. Pero después, cuando ya tienes un poquito de tiempo para pensar qué es lo que haces, quien sea el que esté ahí al frente, ole. Cómo está entendiendo lo que hay que hacer, creo yo. Y después cuando lees la carga, digo, joder. Es que esto está podrido, ¿eh? Totalmente. Pero fíjate, este es un caso que el paso del tiempo no va a liberar. Es decir, aunque se perpetúe el conflicto político, la gente no lo va a olvidar y lo va a resolver de alguna manera. Porque ahora la gente está demasiado ocupada porque ya ha perdido el coche, el duplex y la tienda. Y los fondos de compensación y no sé qué y no sé cuántos. Y que mi calle esté bien y que el colegio de mis hijos esté bien, que es lo que hay que hacer. Pero nadie va a olvidar esto, ¿eh? De hecho, si las manis y se pidieran responsabilidades, no nos pueden tomar el pelo de ninguna manera.
-¿Qué piensa del proceder de Mazón?
-¿Cómo me preguntas eso? A la vista está que no estaba donde debía, pero eso con cualquiera. Lo diría de mi presidente o de mí misma. No estoy donde debía, ¿no? Pero no hace falta que lo diga yo, lo sabe él.
-Hay algún género periodístico que le falte por investigar o algún personaje que le gustaría entrevistar. ¿Alguien que digas me encantaría haber entrevistado?
-No he entrevistado a Roger Federer. A Djokovic y a Rafa, sí, sí, claro. Pero a Roger no. Qué elegancia, ¿eh? Me faltaba Steffi Graff, pero lo conseguí. Pero tenis, que es uno de mis deportes favoritos, muy, muy favorito, he visto mucho a Roger Federer y me falta.
-Parece tan buen jugador como buena persona.
-Pues estoy segura. Tendrá su retranca, como todo el mundo, ¿eh? Seguro. Porque no te olvides nunca de que este chaval, cuando empezó, era para darle con la mano abierta. O sea, era un tío que rompía raquetas en las pistas de tenis. ¿Sabes cómo se dio cuenta de que tenía que dejar de hacerlo? Porque se vio en un pantallón de la pista y se avergonzó de sí mismo. Él iba con el pelo largo, la cinta, y le daban ataques coléricos. O sea, pues de chaval joven que no está acostumbrado a perder. Empezó a romper raquetas. Su padre tenía un problema con él. Hasta que se vio y se avergonzó de sí mismo. Y ahí está el tío más elegante de la historia. Con Djokovic entré en la sala de jugadores. Y me acuerdo que pasó y se intercambió con Nole, que es un tío encantador. Pero en ese momento no me dio por preguntarle si me daría una entrevista.
-¿Eres optimista o pesimista sobre el futuro de España?
-Yo, cuando nací, la comadrona le dijo a mi madre: 'Usted ha tenido una optimista'. Pero sí, soy optimista. Lo que pasa es que sé que vamos a tener muchos ataques de lumbalgia en el camino. Pero no hay tregua. A veces pienso, qué ganas de aburrirnos. ¿Sabes esos veranos que se te hacen aburridos? Y dices, no pasa nada. Pero siempre hay algo. Esto del deporte no para nunca. Llega Wimbledon, el Tour...
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