«Morirá alguien si no arreglan el alcantarillado»

«Llevamos 15 años reclamando al ayuntamiento para que arreglen el alcantarillado. Todavía no han hecho nada», cuenta con desesperanza. La mujer relata con terror la situación que vivieron en la madrugada del sábado. Describe una escena apoteósica. «La gente estaba nadando. Tuvieron que venir los bomberos. Una persona tuvo que abandonar en medio de la calle su coche BMW».

Su fábrica está en la calle Joaquín Sorolla. Las inundaciones no sólo afectan a las fábricas que hay en la zona. «Con las lluvias torrenciales se forman riadas que terminan colapsando la salida de la A3». Pero en esta ocasión, el terror fue incluso a más. A aquella tromba de agua le acompañaba un olor inquietante. «Será barniz del edificio de al lado», pensó Lucía. Pero su hermano, copropietario de su negocio, supo distinguir perfectamente el olor. Gasolina. «Miramos y pensamos que procedía de un coche abandonado que lleva allí un año. Luego nos dimos cuenta de que procedía de la gasolinera».

Todavía no se explica cómo no se produjeron más daños. Cómo no hubo víctimas. Pero Lucía tiene clara la gravedad del asunto. Lo que le enfada que desde el ayuntamiento no se den cuenta: «Como no arreglen el alcantarillado acabará muriendo alguien. Esto es peligrosísimo».

Son los vecinos los que se encargan de limpiar los desagües y de hacer el mantenimiento del alcantarillado. Pero necesitan una solución permanente. «A nuestros vecinos el agua les ha reventado toda la maquinaria».

Rafa Soriano llega en su coche para valorar los daños que ha sufrido su almacén de Muebles La Fábrica. Va bien vestido, con una camisa azul marino, pero en su mirada se le ve derrotado. «Siempre que llueve fuerte pasa lo mismo», lamenta el hombre.

En algunas de las estancias de la fábrica hay hasta quince centímetros de agua. «Esto es una piscina. Lo peor es que seguramente todo lo que teníamos aquí guardado tengamos que tirarlo a la basura». Como Lucía, lleva años insistiendo al ayuntamiento para que pongan una solución y no les hagan perder tanto tiempo y dinero. En vano. No es la primera vez que tiene que desprenderse de su material. «La última vez que se inundó tanto estuvimos días sin poder abrir». Sabe que la mayor parte de las reformas de sus compañeros del polígono de Vara de Quart las han tenido que pagar ellos mismos de sus bolsillos.

Hace fotografías de los desperfectos. «También ha saltado el diferencial de la luz y seguramente la bomba haya dejado de funcionar», cuenta desesperado. Para los inquilinos de esta zona industrial, lo peor sin duda es la cotidianidad con la que el agua se cuela por debajo de sus compuertas y consigue arrasar con todo. «Cada vez que llueve, el muelle para subir los camiones se queda repleto de agua». Aquel charco consigue tragarse las ruedas del gran furgón que hay aparcado dentro. En el polígono de Vara de Quart llueve sin piedad. La falta de medios por parte del ayuntamiento hace que los empresarios vean lo rápido que se evapora su trabajo.