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Adela Cortina: «Tenemos una oportunidad estupenda para crear una comunidad que sea representativa en España y Europa»

somos futuro ·

La filósofa reflexiona sobre los retos del futuro para la Comunitat en una conversación con el periodista Pablo Salazar, adjunto a la dirección de LAS PROVINCIAS

Jorge Alacid

Valencia

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Sábado, 22 de enero 2022, 00:59

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Concluía la velada que Adela Cortina protagonizó el jueves dentro de la iniciativa 'Somos Futuro' que impulsa LAS PROVINCIAS cuando uno del largo centenar de asistentes que abarrotaba la sala le lanzó una pregunta muy directa: quería saber si la prestigiosa filósofa se decantaba por el pesimismo o se inclinaba hacia el optimismo cuando atisbaba el porvenir inmediato. Cortina fue taxativa: «Tenemos derecho al optimismo», respondió. Y añadió: «No me gusta hablar de estados de ánimo porque su fugaces y pasajeros. Me interesa más hablar de virtudes y una muy importante es la virtud de la esperanza. Es una virtud que se trabaja La construyes tú dando razones para la esperanza». Como conclusión, una iluminadora frase: «Los valencianos tenemos que construir la esperanza de tal manera que demos razones para un mejor futuro. Y, como decía Julian Marías, por nosotros, que no quede».

El aplauso que cerró esta intervención condensaba el ánimo del público que se dio cita en el hotel Only You atendiendo al reclamo de la conversación que Cortina mantuvo con Pablo Salazar, adjunto a la dirección de LAS PROVINCIAS, bajo el prometedor título de 'Hablemos de futuro'. Y del futuro se habló, en efecto, desde que Salazar presentó a su compañera de conversación y encauzó su charla por el itinerario que encarna 'Somos Futuro': contribuir desde estas páginas a fomentar un debate que mejore la calidad de la opinión pública. Y desde ese punto de vista fue muy pertinente la pregunta que lanzó Salazar hacia Cortina: «¿Hacia dónde vamos, dónde estamos?».

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La catedrática de Filosofía de la UV, muy en su estilo directo y sin florituras, Cortina respondió con otra pregunta que alguna sonrisa suscitó: «¿Comparando con quién?». Pero acto seguido contestó: «No estamos en el mejor de los mundos posibles pero sí es cierto que en nuestro actual mundo hay lugares que están bien y otros que están peor. No consuela pero amortigua la queja de creer que somos los más desgraciados del universo». «Tenemos que tener una mirada cosmopolita», reclamó, «pero no estamos excesivamente bien». Y volvió a hacerse una pregunta en voz alta: «¿Qué nos falla?». Respuesta: «Esta es la gran pregunta. Hay gente que tiene miedo a la globalización, pero la vuelta al tribalismo parece un retroceso poco inteligente. La pandemia ha demostrado que somos interdependientes: si hemos podido avanzar es por la solidaridad entre las gentes. Todos somos vulnerables y todos nos necesitamos. Es importantísimo aislarnos sino vincularnos, unirnos».

Cosmopolitismo vs. populismo

Una esclarecedora lección moral que Cortina supo aterrizar en un escenario concreto: la España del 2022, cuyo rumbo animó a «perfeccionar», mejorando la experiencia del Estado autonómico para que «englobe a todos los españoles». «Me molesta que se empeñen en que no me sienta como en casa en Barcelona o en San Sebastián. Tenemos que ir juntos venciendo los retos que tenemos». Esa idea fuerza se repetiría a lo largo de la conversación: la noción de unidad que la filósofa enlazó con su visión global de los avatares de nuestra civilización.

Conversación. El encuentro consistió en una charla entre la filósofa y el periodista Pablo Salazar, adjunto a la dirección de LAS PROVINCIAS. | Prolegómenos. Cortina, con Jesús Trelis y Gonzalo Zarranz, antes de iniciar su intervención. | Público. Carmen de Rosa, Amparo Matíes y Agnés Noguera, entre los asistentes. J. SIGNES
Imagen principal - Conversación. El encuentro consistió en una charla entre la filósofa y el periodista Pablo Salazar, adjunto a la dirección de LAS PROVINCIAS. | Prolegómenos. Cortina, con Jesús Trelis y Gonzalo Zarranz, antes de iniciar su intervención. | Público. Carmen de Rosa, Amparo Matíes y Agnés Noguera, entre los asistentes.
Imagen secundaria 1 - Conversación. El encuentro consistió en una charla entre la filósofa y el periodista Pablo Salazar, adjunto a la dirección de LAS PROVINCIAS. | Prolegómenos. Cortina, con Jesús Trelis y Gonzalo Zarranz, antes de iniciar su intervención. | Público. Carmen de Rosa, Amparo Matíes y Agnés Noguera, entre los asistentes.
Imagen secundaria 2 - Conversación. El encuentro consistió en una charla entre la filósofa y el periodista Pablo Salazar, adjunto a la dirección de LAS PROVINCIAS. | Prolegómenos. Cortina, con Jesús Trelis y Gonzalo Zarranz, antes de iniciar su intervención. | Público. Carmen de Rosa, Amparo Matíes y Agnés Noguera, entre los asistentes.

Una idea que a su vez se conecta con el alma de su último libro, 'Ética cosmopolita' un desiderátum que definió en estos términos: «No es una utopía, es una obligación. Los países que hemos aceptado la Declaración de Derechos Humanos aceptamos que todos los países tienen derecho a eso: declarar es comprometerse». ¿Y cómo se puede conseguir el imperio de los derechos humanos? «En una sociedad cosmopolita donde todos somos ciudadanos», zanjó Cortina, muy sensible durante la charla, como en el conjunto de su producción científica, hacia el desamparo que sufren los inmigrantes. «Es una obligación moral construir sociedades donde todos nos sintamos ciudadanos del mundo», advirtió. Aludía a todos esos seres humanos que llegan a Europa (a la ciudad de Valencia, más concretamente) «y que están sin hogar». Hacia ellos dirigió estas palabras: «Todos somos ciudadanos de pleno derecho en una cosmópolis: todos se saben y se sienten ciudadanos de primera. Esa es la intención pero nadie dice que sea fácil». Y agregó: «Ya hay muchos miembros para esa sociedad cosmopolita: hay constituciones nacionales que lo son, hay una sociedad civil que lo es, hay sociedades que lo son… En nuestras ciudades vivimos el cosmopolitismo. Es una obligación moral construir sociedades donde todos nos sintamos ciudadanos del mundo».

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Migraciones

Atravesaba la conversación su ecuador cuando Adela Cortina aprovechó esa mención hacia el universo de las migraciones para elevar el tono de su intervención. Frases vibrantes, donde descollaba su faceta como investigadora de la idea de ética en nuestro tiempo, anclada en el análisis del entorno que nos rodea. «La acogida de refugiados es uno de los grandes problemas que la humanidad no ha sabido resolver», avisó. «Pero el encaje legal es complicadísimo», opinó. «Si la legislación se aclarase y agilizara, tendíamos cantidad de gente que estaría trabajando y no paseando por la calle sin saber qué hacer». Frases que precedieron a toda una declaración de principios al respecto: «Me parece una barbaridad que se mire a la inmigración con ojos torvos». Y a una dolorosa punzada, un toque de atención a la clase gobernante a escala mundial, en forma de interrogante: «Tenemos una cantidad de políticos y diplomáticos por metro cuadrado impresionante. ¿En qué están pensando?». Ella misma se contestó: «Claro que se puede hacer algo. Hay grupos solidarios impresionantes que trabajan en los dos lados pero llegan hasta donde llegan».

Avanzaba el encuentro. Cortina se felicitaba de participar en la iniciativa de LAS PROVINCIAS mientras su charla con Salazar seguía alcanzando vuelo, reflexionando en público sobre la condición de su oficio mientras citaba a su maestro Fernando Cubells («Hay que ir con cuidado con que la filosofía sea la ciencia con la cual uno se queda tal cual») y prometiendo el encaje entre sus conocimientos, de índole abstracta, con el marco concreto de la realidad: «Voy intentando que la filosofía se comprometa con la vida, estar cerca de las cosas que ocurren y que hay que cambiar. Nuestro compromiso tiene que ser compartido: por eso es importante el diálogo». Un espíritu que opuso a esa mentalidad dominante en esta hora de nuestra civilización, con los nacionalismos y autoritarismos rampantes, como precisó Salazar. «El panorama no es alentador pero antes era más exasperante», meditó Cortina, que ejemplificó esta opinión en un caso histórico de éxito: la Transición española. «Fue ejemplar», concluyó. «No teníamos una sociedad democrática; ahora sí, tenemos la posibilidad de potenciarla». Y abundó en esta misma tesis: «La dictadura no ganó. En absoluto. Se cambió la ley desde la ley, sin revolución sangrienta ni nada por el estilo. La Transición es lo mejor de la Historia de España: construir el mundo desde valores democráticos, que era lo que estaba deseando la gente».

Capacidad de convocatoria. Un centenar largo de personas acudieron al acto convocado el jueves por LAS PROVINCIAS.
Capacidad de convocatoria. Un centenar largo de personas acudieron al acto convocado el jueves por LAS PROVINCIAS. J. SIGNES

Democracia y prosperidad

Esa contestación entusiasmada, con el volumen de su voz más elevado, convivió en esta recta final de la charla con evidencias de calado global. Por ejemplo, que «la calidad de la democracia está en peligro. «Hay que bregar por la libertad», rogó. «Hay que trabajar la democracia, potenciarla, porque lo contrario es la opacidad, que ahoga la libertad y además no garantiza la prosperidad». Esa veta, la meditación sobre el estado de salud que presenta la democracia liberal, acabó desembocando en el territorio hacia donde conducían las preguntas de Pablo Salazar: una reflexión sobre el creciente peso de los populismos en todo el planeta: «Me preocupa el fenómeno de la polarización. Lo estamos viviendo es que la ciudadanía está tan polarizada: la gente se entiende bien pero hay quien juega a polarizar», subrayó Cortina. «Lo preocupante es que haya polarizadores: ganar votos no exhibiendo su propio programa sino denostando al contrario. Buscando enfrentar a unos contra otros. Crear dos grupos enfrentados. Ellos y nosotros. Y sean quienes sean esos nosotros, son los que tienen siempre autoridad moral; y los demás son los inmorales. Es un fenómeno corrosivo, letal y criminal».

¿Solución? «Estamos en una sociedad que necesita que todos trabajemos juntos. Los extremismos vacían el centro como dijo Linz«. Y, de nuevo, de lo universal a lo local o cómo aplicar sus recetas en el ámbito de la Comunitat: «Los valencianos no nos podemos permitir esa construcción artificial. Aquí no hay buenos ni malos, es una construcción artificial. Destruye la convivencia y la posibilidad de construir juntos».

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Educación y esfuerzo

Y con el diagnóstico, la receta. Cortina, veterana miembro de la comunidad universitaria, aceptó que «el problema de la educación es gravísimo. Hay que repensar la universidad desde dentro». Pero descartó emplazar en ese ámbito todos los pecados de la sociedad del siglo XXI. Optó por recalcar que «en pandemia hemos estado poco en relación entre nosotros, los ciudadanos nos hemos acostumbrado a obedecer de manera ciega» y recordar: «El ciudadano democrático no debe acostumbrarse a esa obediencia ciega. Hay que darle razones. Argumentar. Para tener ciudadanos de verdad maduros, necesitamos la argumentación, el porqué. Una ciudadanía madura es una ciudadanía responsable. Ahí reside la calidad de la democracia: cuando la ciudadanía reflexiona. Y la educación debería ir en ese sentido». ¿Por ejemplo? «Hay una tendencia excesiva a pensar que lo importante para los jóvenes es solo que estén felices. No invitarles a la cultura del esfuerzo me parece una estafa. La que gente que llega es la que se esfuerza. Si puedes pasar de un curso a otro sin aprobar… Eso es una estafa». En resumen: «Es importante tomar ilusión por las cosas. Estar feliz cuesta mucho. Si quieres que alguien proteja tus derechos, también hay deberes».

Pluralidad y riqueza

Pasaba ya la hora larga de conversación mientras Cortina seguía trasladando a su auditorio un haz de reflexiones. La inteligencia artificial, la economía social de mercado, el superpoder de las superempresas… Fue el momento de confesar entre risas que carece de teléfono móvil y de lanzar una suerte de mensaje final, en clave loca. «Nos veo a los valencianos con enormes oportunidades», proclamó, antes de pronunciar clave: meninfotisme . «Es malo y es bueno», precisó. «Significa que no ponemos demasiada carne en el asador en algunas cosas pero eso también nos hace ser bastante tolerantes y abiertos. Somos plurales. Nos gusta acoger, somos cosmopolitas. No nos cerramos a nadie». En conclusión, «acoger la diversidad es una baza a favor en este momento porque ahora nos necesitamos unos a otros. Y una comunidad dispuesta a participar con todos está en una situación óptima». Tendríamos que estar haciendo valer esta tolerancia para ponerlo en valor en el conjunto de España, que sean contagiosas para otras comunidades. Y hacer prosperar nuestra riqueza. Tenemos mucho futuro por delante. No nos empecinemos en que la gente piense en como nosotros creemos que tiene que pensar».

Un mensaje iluminador, que sirvió para abrochar el encuentro: «En Valencia tenemos una oportunidad estupenda para crear una comunidad que sea representativa en España y Europa. Hay que ponerse en marcha». Sugerencia final: «El carácter que deberíamos generar entre los valencianos es pensar en un horizonte abierto, cosmopolita, para resolver los grandes problemas de la pobreza y la desigualdad».

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