«Me mató por dentro y me hizo creer que lo merecía»

Empezó con un empujón. «Será normal, está cabreado», pensó ella. Entonces estaba a punto de cumplir los 18 años. Él había consumido estupefacientes, como siempre hacía. Las mismas manos que le empujaron aquella primera vez le asfixiaron la garganta tiempo después. «Pensaba que de esa casa no salía viva». Solloza. «Le pegué en la cabeza con el móvil y así me soltó».

Sacó fuerzas de dónde no tenía. Antes de abalanzarse contra ella le había pegado una paliza descomunal. «Casi no podía mover los hombros de los golpes». Aquella fue la más brutal de las palizas. «Me decía que me merecía morir porque era una puta». No puede evitar romperse a llorar al recordarlo. Aunque son unas vivencias de las que no logra escapar ni cerrando los ojos. «Todas las noches sueño con él y con lo que me hizo». Aquella no fue la primera ni la última vez que la agredió.

«Me dio un golpe en la cabeza. Otro entre la mejilla y la nariz. No oigo bien en un oído desde entonces», cuenta la víctima. En aquel momento ya no estaban juntos. Él le había intentado chantajear varias veces cuando ella trataba de escapar de su maltrato. «Se llegó a cortar las venas delante de mí».

Dos días después de pensar que aquella noche sería la última, decidió denunciar. «Me animó una amiga que vio todas las marcas que tenía en el cuerpo», cuenta la joven. Aquello fue hace un año. Le impusieron una orden de alejamiento, pero no dudaba en saltársela.

Marta toma aliento. Sabe la magnitud de lo que está a punto de confesar. «Estaba en el parking del supermercado con una amiga y me intentó atropellar». A partir de ahí le pusieron un dispositivo para controlar que no se acercara a menos de 300 metros de ella. «No para de pitar. Siempre se acerca por mi casa. Por mi trabajo. Incluso se acerca a mis amigos para decirles que me he inventado todo». Su denuncia fue la clave para que la hermana pequeña de su agresor, que en ese momento tenía 11 años, denunciara que había abusado de ella.

En su tormentosa relación también había violencia sexual. Pero no se dio cuenta hasta que la trabajadora social que la acompañó durante los trámites del juicio que tienen en marcha por intento de asesinato le hizo ver la realidad: su expareja la había violado en múltiples ocasiones.

«Me obligaba a mantener sexo con él. Si no lo hacía me pegaba. Cuando procesé que había abusado de mí me di asco». Aquel maltratador le anuló como persona. Le hizo creer que no era digna de amor. Ni siquiera del suyo con sus múltiples infidelidades que justificaba diciendo: «Te lo mereces porque eres poca mujer», relata Marta.

Vivían juntos. Tenían dos perro en común y él los utilizaba como moneda de cambio para manipularla. «Cuando me fui de casa me dijo que me iba a enviar el perro a cachitos», dice aún con terror. Una semana después de dejarle, uno de los perros se murió. «No sé si lo mató él». Y al otro lo dejó abandonado y desnutrido y la chica de 21 años tuvo que ir corriendo a rescatarlo.

Ahora, está a la espera de que el hombre que la maltrató durante los dos años que duró su relación y el posterior entre en prisión. Sin embargo, confiesa no saber cómo volver a ser ella misma. La joven desvela un pensamiento que la atormenta día y noche: «Me mató por dentro. Yo ya digo que después de esto ni siento ni padezco».