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Con la dana siempre presente en la memoria de los asistentes, el secretario de Estado de Seguridad, Rafael Pérez, presidió este martes el acto de conmemoración del 181 aniversario de la fundación de la Guardia Civil, que se celebró en el cuartel de San Juan de la Ribera en Valencia. Pérez tuvo un recuerdo especial para los damnificados por las catastróficas riadas y para los guardias civiles que doblaron servicios y se afanaron en auxiliar a las víctimas.
«En esos días difíciles, la Guardia Civil desplegó de inmediato todos sus recursos y capacidades. Innumerables efectivos se sumaron a las tareas de rescate, auxilio y protección de casi 43.500 personas, 30.000 en las primeras horas, contribuyendo a que la tragedia no alcanzara proporciones aún mayores», afirmó en su discurso Rafael Pérez.
El secretario de Estado de Seguridad estuvo acompañado por la directora general de la Guardia Civil, Mercedes González, entre otras autoridades. En el acto se impusieron 56 cruces rojas, 22 cruces de plata y 22 cruces con distintivo blanco de la Orden del Mérito de la Guardia Civil, así como la Cruz de Oro de la Orden del Mérito de la Guardia Civil a la Bandera de la VI Zona de la Guardia Civil, que comprende las tres provincias de la Comunitat Valenciana.
Entre las condecoraciones impuestas destaca la Cruz de la Orden del Mérito de la Guardia Civil, con distintivo rojo a título póstumo, otorgada a Adolfo Torres Lafuente, guardia civil fallecido en el cuartel de Paiporta durante la dana. Sus dos hijas, Carlota y Leire, una de ellas guardia civil, recogieron la condecoración. La directora general del instituto armado consoló con palabras muy emotivas a la menor de las dos hermanas y cogió también su mano para aliviar su pena.
También recibieron cruces rojas guardias civiles de los cuarteles de Paiporta, Alfafar-Catarroja, Chiva, Utiel, El Perellonet, Gestalgar, Siete Aguas y Sinarcas por los rescates que realizaron el 29 de octubre y los días posteriores. Algunos de los agentes arriesgaron sus vidas para socorrer al mayor número posible de personas.
Entre los condecorados también hay agentes del Grupo de Reserva y Seguridad (GRS) y del Grupo de Especialistas en Actividades Subacuáticas (GEAS) de la Guardia Civil de Valencia. Estos agentes pusieron en riesgo sus vidas cuando rescataron a personas que estuvieron a punto de morir ahogadas al ser arrastradas por la riada.
Así, sobre las 19 horas del 29 de octubre, en la localidad de Paiporta, lograron salvar a tres personas que se encontraban aisladas por la acción de un torrente con un gran caudal de agua. Los buzos de la Guardia Civil atravesaron a nado los 50 metros que les separaban de las víctimas.
Posteriormente y de forma casi inmediata, localizaron a otra víctima que estaba agarrada a un vehículo sumergido. Tras montar una guía de vida y después de hora y media de trabajo debido a la fuerza del caudal de agua, lograron su rescate. Durante la noche auxiliaron a otras tres víctimas que se encontraban heridas en la copa de un árbol, y localizaron y pusieron a salvo a una veintena de vecinos que estaban atrapados por las fuertes corrientes de agua.
A su vez, en las primeras luces del amanecer del día 30 de octubre de 2024, y pese a que el hangar del Servicio Aéreo de la Guardia Civil se encontraba inundado en el aeropuerto de Manises, el personal de la Unidad Aérea de Valencia logró despegar el helicóptero para trasladar a los miembros del Grupo de Rescate Especial de Intervención en Montaña (GREIM) a Alzira.
Los especialistas de la Guardia Civil rescataron a numerosas personas que se encontraban aisladas y en peligro, realizaron múltiples operaciones de grúa a baja altitud y evacuaron a los heridos de mayor gravedad a centros hospitalarios. Auxiliaron a las víctimas en unas condiciones meteorológicas muy peligrosas, ya que actuaron con la visibilidad reducida por la niebla y con numerosos obstáculos como antenas y tendidos eléctricos.
«El gran trabajo en equipo desarrollado por estos especialistas, no sólo constató el extraordinario valor demostrado, sino también acreditó la gran profesionalidad de dichos guardias civiles que actuaron siempre con serenidad, pericia y profesionalidad, logrando rescatar y evacuar a numerosos ciudadanos que se encontraban en riesgo de perder la vida», manifestó la guardia civil Sonia Vila, relatora del acto.
En la tarde del fatídico 29 de octubre, cuando se desbordaron las aguas del río Magro sobre Utiel y convirtieron sus calles en un torrente indomable, un grupo de guardias civiles de los cuarteles de Utiel, Siete Aguas y Sinarcas arriesgaron sus vidas para socorrer a muchos vecinos.
Los agentes avanzaron contra la corriente, y valiéndose de un tractor que amenazaba con detenerse en el agua, rescataron a varias personas que estaban atrapadas en sus coches, así como a otros compañeros que habían intentado socorrerles. En otro momento, con el agua a nivel del cuello, derribaron una puerta de una vivienda que ya estaba inundada y lograron rescatar a una persona de avanzada edad.
Este mismo equipo de guardias civiles subió a una embarcación prestada por un militar fuera de servicio para auxiliar a un matrimonio nonagenario que estaba atrapado en una segunda planta que empezaba a inundarse. Pasaron varias horas aislados y permanecieron junto a ellos hasta que bajó el nivel del agua. Cuatro de estos agentes, avanzando a pie por patios inundados y agarrándose a rejas, consiguieron rescatar a otra familia de cinco personas tras subirlas a hombros y sortear techos y ventanas.
«Con estas acciones estos guardias civiles pusieron de manifiesto el extraordinario valor personal, iniciativa y serenidad ante el peligro en acciones que implicaban un ineludible riesgo de perder su vida», destacó la relatora.
Bajo el azote implacable de una dana que convirtió las calles y plazas de Paiporta en ríos desbocados, un grupo de agentes de la Guardia Civil de Paiporta escribieron con coraje y sacrificio una nueva página en la historia del compromiso de la Benemérita con la ciudadanía.
«No hubo obstáculo que detuviera su empeño: liberaron a personas de avanzada edad atrapadas en pozos de cimentación, rodeados de hierros afilados, e incluso a familias enteras refugiadas en techos tambaleantes. Soportaron noches heladas, hipotermia y heridas abiertas, mientras trasladaban heridos a cuestas, sorteando alcantarillas traicioneras ocultas bajo la negrura», explicó la relatora.
Los guardias civiles del cuartel de Paiporta se enfrentaron a torrentes que arrastraban vehículos, y con el agua al cuello y el lodo como enemigo, rescataron a personas especialmente vulnerables, entre ellas a un bebé de tan solo unos meses de vida, así como a una mujer en estado avanzado de gestación. Incluso cuando la catástrofe truncó la vida de un compañero en el cumplimiento del deber, su compromiso para auxiliar a los damnificados no vaciló.
Mención especial tuvieron también un grupo de agentes del cuartel de Alfafar. Estaban fuera de servicio y en cuanto tuvieron noticias del posible desbordamiento del barranco del Poyo, adquirieron material que fue usado como elemento de rescate y evacuaron a personas que estaban atrapadas en vehículos ya casi inundados y en mitad de torrentes con pocas esperanzas de salir.
«Con esta valerosa y profesional actuación, estos guardias civiles no sólo pusieron en riesgo su vida, sino que su actuación fue decisiva para salvar a otros, siendo un nuevo ejemplo de valor y del compromiso benemérito», dijo la relatora.
También fueron reconocidos con la Cruz de la Orden del Mérito de la Guardia Civil, con distintivo rojo, miembros de la Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil de Valencia, ya que solventaron muchas situaciones de riesgo el día 29 de octubre y la madrugada del día 30.
Como han recordado hoy en el acto, la Guardia Civil se creó el 28 de marzo de 1844, mediante un real decreto, como un cuerpo especial de fuerza armada de infantería y caballería con la denominación de guardias civiles. La responsabilidad de organizar este cuerpo fue encomendada al mariscal de campo Francisco Javier Girón y Ezpeleta, segundo duque de Ahumada.
En respuesta al encargo, el duque de Ahumada presentó el 20 de abril un informe sobre la organización del cuerpo que derogó de inmediato el primer real decreto, que ni siquiera llegó a entrar en vigor, y se publicó uno nuevo el 13 de mayo de 1844.
La Guardia Civil cuenta en la actualidad con más de 78.000 efectivos y 2.000 cuarteles y puestos. Además de garantizar el cumplimiento de las leyes, asegurar el libre ejercicio de los derechos y las libertades y preservar la seguridad ciudadana, los agentes de la Benemérita se ocupan de la atención y auxilio a los ciudadanos mediante la colaboración con los servicios de Protección Civil, el rescate y ayuda en montaña y mar en cualquier actuación que precise de socorro a la ciudadanía.
La Guardia Civil tiene además una serie de misiones específicas, como el control de armas y explosivos, el resguardo fiscal del Estado, el tráfico en vías interurbanas (salvo en aquellas comunidades autónomas que lo tengan asumido), la seguridad en puertos y aeropuertos, y la protección de la naturaleza, entre otras.
Para el desempeño de todas estas misiones, la Guardia Civil se estructura en más de 20 especialidades entre las que se encuentran la Agrupación de Tráfico, y servicios como el Servicio de Protección a la Naturaleza (Seprona), Aéreo, Cinológico, Desactivación de Explosivos y Defensa Nuclear, Radiológica, Biológica y Química (NRBQ), Marítimo y Actividades Subacuáticas, Montaña o el Servicio Fiscal, así como distintas unidades de investigación (Servicio de Información y Policía Judicial) y de intervención (UEI, UAR y ARS).
En la actualidad, la Guardia Civil también está presente en el extranjero con diferentes misiones internacionales en las que participa, así como en labores de asesoramiento y colaboración con policías de otros países.
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