La (eterna) asignatura de la movilidad metropolitana
La dana evidencia las carencias de una red que debe aspirar a ser intermodal y atender las necesidades de los ciudadanos
A nadie se le escapa que la legislatura actual tiene un antes y un después con fecha 29 de octubre de 2024. Lo saben todas ... las consellerias del gobierno de Carlos Mazón pero especialmente –con permiso del vicepresidente Gan Pampols– la cartera de Medio Ambiente, Infraestructuras y Territorio que dirige Vicente Martínez Mus desde julio de 2023 (su predecesora en el cargo fue Salomé Pradas). Porque a este conseller que ocupa el despacho en la planta más alta de la Ciudad Administrativa 9 de Octubre le ha tocado lidiar con un gigante: la reconstrucción de una parte importante de la de red de transporte –tanto de carreteras como de metro– por el impacto de la riada.
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Un hecho que va a marcar, además, lo que queda de legislatura en materia de inversiones, focalizadas ahora en los contratos de reparación. Y no sólo de infraestructuras, pues este departamento también gestiona las áreas de medio ambiente y de territorio (desde la Albufera hasta las depuradoras, pasando por la gestión de residuos, por ejemplo). Para 2025 hay 1.141 millones en el presupuesto, sí, pero casi la mitad (un 44%) se derivará a actuaciones relacionadas con la dana.
Una tarea en la que se antoja necesaria la colaboración con el Ministerio de Transportes, con quien la relación tiene altibajos –de la colaboración inicial a la negativa de inyectar más presupuesto–, y también elevar la voz de las reivindicaciones para aprovechar el replanteamiento de actuaciones y activar aquellas mejoras necesarias para la Comunitat. Léase en la red de Cercanías y en la Media Distancia, la duplicación de la V-30 o el acceso norte al puerto de Valencia para descongestionar también este vial de vehículos pesados.
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Sin olvidar tampoco que ese esfuerzo inversor de la conselleria para recobrar la normalidad puede frenar proyectos pendientes y que, en algunos casos, se habían activado y están en fase de redacción. Pero un proyecto redactado no implica que se vaya a construir de forma inmediata. Ahí está el plan de expansión de Metrovalencia, con las nuevas líneas 11 y 12 o la prolongación norte de la L10 como ejemplo. Propuestas que, por otro lado, se heredan legislatura tras legislatura, como resaltan los expertos consultados, quienes ponen sobre la mesa el gran reto pendiente de la movilidad en el área metropolitana.
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Porque si algo dejó en evidencia la dana fueron las deficiencias de transporte en todo el anillo metropolitano, empezando por un organismo administrativo fuerte que trabaje por adaptar la red a las necesidades reales de la ciudadanía, para dar respuesta a esos casi cinco millones de desplazamientos diarios en el área (casi el 40% de los que se realizan diariamente en la Comunitat), según los datos recogidos en el Plan de Movilidad Metropolitana de Valencia (PMoMe), presentado en 2021 y del que poco más se ha sabido.
Sin metro y con tramos de carreteras cortadas, los atascos, es decir, la alternativa en coche privado, fueron la tónica diaria a falta de una conexión potente en autobuses interurbanos. Servicio que, por otro lado, también adolece de deficiencias y arrastra quejas de aglomeraciones y retrasos. En el lado positivo, la renovación de concesiones, con la consiguiente modernización, que acomete la conselleria.
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Si hay una lección que aprender, y poner en práctica, es la de una apuesta seria por la movilidad y la intermodalidad, por una red potente de metro, por una mejora de frecuencias y por una conexión con Cercanías.
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