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Una Escuraeta de mes y medio que no termina de convencer tras la reforma de Ribó
Los vendedores lamentan la pérdida de identidad de la tradicional feria y advierten de un leve descenso de las ventas en el primer fin de semana de un evento que se extenderá hasta el 22 de junio
Desde el día de la Virgen de los Desamparados hasta el domingo en el que se celebra el Corpus la tradición dice que la ... plaza de la Reina debe convertirse en un mercado de cerámica. Con más de 800 años de historia, l'Escuraeta es uno de los grandes atractivos de la ciudad durante el mes de mayo. Sin embargo, este año la tardía celebración del Corpus prolongará la feria hasta finales de junio. La teoría dice que a mayor duración, más ventas, pero la práctica no es del todo así. La reforma de la plaza y el cambio de modelo (históricamente los vendedores situaban sus puestos alrededor de la plaza y ahora se encuentran unificados en una hilera de casetas de madera) no termina de convencer ni a clientes, ni a vendedores, que observan como sus compradores de toda la vida cada vez gastan menos.
Por los alrededores del tradicional mercado siguen viéndose imágenes que recuerdan al pasado. Niños de la mano de sus abuelos hacen sonar las campanitas o pitos de cerámica recién adquiridos en alguno de los negocios que durante el mes de la Virgen trasladan su negocio a uno de los puntos más céntricos de la ciudad. Sin embargo, ya nada es como antes. Sólo el centro de la plaza es partícipe de una tradición que los cientos de turistas que pasean por allí no terminan de entender. «Preguntan si esto es de aquí y cuando le dices que si directamente se lo llevan», comenta una de las vendedoras. Su puesto ya tiene carteles en inglés, italiano y alemán indicando que está permitido el pago con Bizum. Adaptarse o morir.
Y eso es lo que hacen los vendedores, algunos con más de medio siglo en l'Escuraeta. Las cazuelas de barro siguen vendiéndose, pero no tanto como los pequeños artilugios de cerámica que sirven como recuerdo de la ciudad. En la tienda R.M.V. calculan que el cincuenta por cien de las compras las hacen los turistas. Eso sí, no tienen claro que los ingresos puedan compensar los gastos, que ascienden hasta los 2.000 euros en algunos casos debido a los costes que deben sufragar los propios vendedores para tener suficiente potencia de luz, una de las quejas más repetidas durante la edición del año pasado.
Cabe recordar que la remodelación de la plaza de la Virgen provocó un cambio en el modelo de l'Escuraeta, que sigue generando cierto escepticismo entre los vendedores. Algunos piensan que este nuevo formato es mucho más práctico y seguro, como el propietario del puesto Visantica, pero otros creen que la modernización del mercado llevó implícita una pérdida de identidad que tampoco termina de agradar al cliente de toda la vida. «A los que siempre han venido les gustaba más como estaba ubicado antes en toda la plaza, porque podían ver, tocar y elegir mejor qué producto querían. Lo quisieron hacer más moderno y se equivocaron», indica la propietaria de Castaño, uno de los negocios que participa desde hace más de medio siglo en l'Escuraeta. Desde Visantica coinciden en que el anterior modelo era «mucho más acogedor», aunque ponen en valor la seguridad que les ofrece estar en casetas, sobre todo cuando se produce una llegada masiva de clientes.
Por el momento, en el prime fin de semana tras su apertura, la clientela llega, se pasea, observa y de vez en cuando adquiere algún producto. Eso sí, las cifras de ventas se mantienen parecidas a las de los últimos años o incluso un poco por debajo. «Hemos notado que la gente tiene menos poder adquisitivo, pero a lo largo de los días vamos vendiendo», aseguran desde uno de los puestos.
Esa leve disminución de las ventas se puede atribuir a la bajada de compradores locales. Las nuevas generaciones ya no compran cazuelas de barro y las clientas veteranas llegan a cuentagotas. Cada vez que lo hace una, recibe una cálida bienvenida por parte de los vendedores. Pero los valencianos cada vez compran menos, o al menos esa es la sensación que tienen desde los negocios. «Cuando l'Escuraeta dura menos los valencianos se dan prisa por venir y notamos que compran más», explican desde S. M. V.
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