
Secciones
Servicios
Destacamos
Dos amigas, vecinas de Catarroja, no pueden contener las lágrimas al hacerse una foto en la puerta de casa. De algún modo, experimentan una catarsis ... al crear un nuevo recuerdo en la misma calle que hace unos meses se convirtió en un infierno de fango. Es como si al mirarse a los ojos y abrazarse ante la cámara pudieran liberar una porción de la pesada carga acumulada desde el pasado 29 de octubre.
«Lo que hemos vivido ha sido duro, tantos recuerdos perdidos...Por eso mismo, esta iniciativa nos emociona, porque nos hace recordar y también valorar lo que tenemos», cuenta Inma, una de las dos mujeres que han sido capturadas por uno de los objetivos del equipo fotográfico de 'Re-generem l'àlbum familiar', impulsada por la Asociación Imatge i Acció, con la colaboración y el impulso de ANDANA.
El testimonio de Inma guarda uno de esos pequeños milagros que te hacen recobrar la alegría en medio de la tragedia. Es el milagro del bonsái y la orquídea. «Yo he perdido casi todas las fotos de mis padres, menos una», afirma. En su salón tenía una foto de sus padres junto a una orquídea de su madre y un bonsái de su padre. «Me dio tiempo a subir las cenizas de ellos, pero estas tres cosas se quedaron en el comedor. Al día siguiente vi que seguían intactas mientras todo lo demás quedó destrozado. La foto tiene las esquinas perjudicadas, pero se ha salvado», cuenta a medida que se le entrecorta la voz. «Yo lo interpreté como una señal», señala esta vecina de Catarroja, quien aún sigue quitando barro de rincones de su vivienda. «Aún sigue saliendo», señala.
Pili, una mujer que debe tener cerca de 80 años, destaca que su puerta aguantó la riada. «La perito me dijo que aguantó porque es antigua, son mejores que las que hacen ahora», afirma después de haberse hecho varias fotos en la entrada de su casa. «Eso sí, el agua entró. En la cocina me sigue saliendo barro cuando limpio», cuenta esta vecina que después seleccionó junto al fotógrafo la imagen que más les gustó. «Al principio tiramos fotos que pensábamos que no habría manera de arreglar», cuenta.
La ternura se palpaba en la atmósfera de la calle Reina del municipio, donde se celebraba el evento. Una madre le da un beso a su hijo cuando ven el retrato a mano alzada que les acaban de hacer en una de las mesas. Unas familias se fotografían con otras. Hablan. Se abrazan. Vuelven a recordar lo vivido. Y se vuelven a abrazar. «Esta desgracia ha hecho que la vecindad se vuelva más cercana e íntima. Hemos pasado por algo duro juntos y eso ahora se ve en una relación fraternal en la calle. De hecho después de los sucedido nos juntamos unas familias con otras», cuenta Boro, otro vecino del municipio.
Boro, además, contribuyó a las actividades a través de su empresa de proyectos educativos y sociales. «Estamos aquí animando también a los más pequeños con un taller de chapas. De algún modo, con estas cosas, se trae esperanza al pueblo», asegura este vecino de Catarroja. «Es algo muy muy emotivo sobre todo para la gente mayor del barrio, que le está encantando por el hecho de poder recuperar esas imágenes y recuerdos», subraya Boro, quien insiste en que «cualquier pequeña acción como esta saca una sonrisa» al vecindario.
Amparo Muñoz es la persona que capitanea la Asociación Imatge i Acció, que ha acompañado durante la mañana del sábado a varias familias afectadas por la dana en la reconstrucción simbólica de su memoria visual y emocional. Tal y como ella cuenta, muchas personas perdieron fotografías, retratos, álbumes enteros que guardaban décadas de recuerdos. Esas imágenes no eran solo papel o tinta: eran raíces, historias de infancia, de familia, de comunidad. «Y cuando las fotografías desaparecen, no se borra solo un objeto: se borra también una parte de lo vivido y de lo sentido», explica.
Tal y como explica Amparo, este evento sirvió para volver a construir un nuevo álbum que recoja lo que son ahora los vecinos de la zona cero. Las personas participantes tuvieron la oportunidad de realizar la primera fotografía de este nuevo álbum, llevarse esa imagen impresa, participar en talleres creativos y disfrutar de actividades culturales en un ambiente afectivo, cercano y transformador.
Los estudiantes de Conservación y Restauración de la Unniversitat Politècnica de València tienen por delante la misión de restaurar 300.000 fotografías dañadas por la dana. Es la cifra actualizada que maneja el equipo del laboratorio de campaña instalado en la universidad, que este sábado mandó a una pequeña delegación a Catarroja para participar en la iniciativa ‘Re-generem l’àlbum familiar’.
«Estas 300.000 instantáneas pertenecen a cerca de 400 familias», explica una de las profesionales que se encontraban este sábado en una de las mesas del evento, donde acercaron a los vecinos el proceso de restauración que deben seguir para rescatar esos recuerdos que acabaron empapados de agua y fango.
Pilar Soriano, subdirectora del Departamento de Conservación y Restauración de Bienes Culturales explica que primero las fotografías se registran con una ficha que recoge todos los datos de la propiedad. Si se trata de un álbum, se hace una fotografía inicial de este cerrado con la ficha. Después, se fotografía cada página del álbum, para registrar la colocación de las imágenes. Posteriormente se desmonta cada foto para limpiarse. Aunque no deben mojarse, en este caso, como proceden de una inundación, se lavan pasando por varias cubetas. Se tienden con unas pinzas para secarlas y se montan, en papeles especiales que se utilizan en restauración.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.