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Ana limpia el agua que ha entrado en su bar de Paiporta. LP

Así ha despertado Paiporta: calles desiertas, comercios cerrados y vehículos lejos del barranco: «Es un pueblo fantasma»

La Policía Local y Protección Civil han doblado efectivos y se ha diseñado un dispositivo de emergencia con maquinaria pesada preparada por si es necesario actuar

Joaquín Batista

Valencia

Lunes, 29 de septiembre 2025, 11:34

«¿No te resulta extraño el silencio?», le pregunta Raquel a su pareja cerca del Ayuntamiento de Paiporta. Son vecinos del municipio más afectado por la dana del 29 de octubre, que se ha despertado en un escenario completamente extraordinario como consecuencia de la alerta roja. Parece domingo y no lunes. Hay muy poca gente en las calles, muchos comercios han cerrado -siguen así incluso bien entrada la mañana- y hay poca afluencia a los bares, termómetro perfecto para medir la actividad. Hasta el del polígono ha bajado la persiana.

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«Normalmente a estas horas (sobre las 8.30 de la mañana) no hay muchos coches aparcados porque la gente ya se ha ido a trabajar. Y se ve movimiento de vehículos hacia los puentes (de los que empiezan a hacerlo)», explica ella en contraposición al escenario actual. Y es que apenas hay nada. Sólo ese silencio raro. «Paiporta no es así un lunes por la mañana», resume.

La situación se atisba ya entrando desde la CV-400, que presenta poco tráfico (algo del todo inusual) y atravesando el polígono La Mina, con muy poca actividad. Y la confirma una trabajadora de la Cervecería Richi, que está pegada al barranco -«falta mucha gente en las calles, se nota que no hay colegio»- o Pascual, un vecino que se ha parado en el puente del Ayuntamiento a grabar un vídeo del cauce: «Es un pueblo fantasma». En el lecho se ven láminas de agua inconexas, pero no son más que encharcamientos fruto de la lluvia, no de la escorrentía. En las últimas 24 horas han caído 14 litros por metro cuadrado en la localidad, según los registros de Avamet.

La madrugada ha sido tranquila, explican fuentes municipales. De cara a esta jornada se han doblado efectivos de la Policía Local y Protección Civil y se ha montado un dispositivo para actuar en caso de emergencia, distribuyendo cubas extractoras, bañeras y maquinaria pesada por diferentes puntos del municipio. Si algo preocupa es el estado del alcantarillado, seriamente dañado tras la dana, aunque las mismas fuentes destacan que ha funcionado bien «gracias al trabajo de limpieza y preparación de estos meses». En cuanto a incidentes, no se han producido, más allá de un rayo que dejó una finca sin luz durante un tiempo. «La Policía está en coordinación con otros municipios para observar posibles crecidas», añaden desde el Consistorio.

No sólo vigilan los agentes. También muchos vecinos, que comparten imágenes por grupos de Facebook que se van actualizando cada pocas horas. Lo mismo hacen los que se mueven por los alrededores del barranco, que es zona de paso obligado para dirigirse hacia el centro debido a las obras de reconstrucción de dos de los puentes. No hay más remedio que dar un rodeo. Se paran a mirar, comentar o recordar.

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Puente del Ayuntamiento, paradas cerradas en el mercado y tablas colocadas en la calle Constitución. LP

En el centro está el bar de Ana, que acaba de abrir sus puertas y se ha encontrado agua dentro. Todo apunta a que ha entrado esta madrugada, desde la calle, por lo que no es una fuga. «Soy autónoma y tengo dos empleadas, no me puedo permitir cerrar», explica, antes de corroborar lo que se puede ver a simple vista: «Las calles están desiertas».

Varias residentes se acercan a interesarse por su situación y comentan la cantidad de vecinos que en las últimas horas se han llevado sus coches a las afueras, lejos del barranco: a la zona residencial conocida como 'los Pitufos' y a los sectores más elevados del polígono La Mina. Fueron los espacios menos afectados tras la riada del año pasado. Durante la conversación coinciden en que la principal preocupación es, si llueve con intensidad, la acumulación de agua en la calle por los daños en la red de saneamiento.

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El comercio también funciona a medio gas (siendo generosos). Había mercadillo extraordinario, que se suspendió debido a la alerta. Y en el recinto del mercado municipal sólo han abierto el bar y L'Herbolari de Vero. «Un día normal estarían todas paradas funcionando, y más coincidiendo con el mercadito, pero muchos compañeros han preferido cerrar, sobre todo si vienen de fuera para evitar desplazamientos», explica la dueña de este último.

«Tenía cosas que hacer en la tienda y vivo al lado, así que si se complicara la situación enseguida estoy en casa. Incluso siempre podría subir a la parte alta del recinto», señala Vero, haciendo gala de que ha interiorizado las medidas básicas de autoprotección. «Ante estas situaciones hay que tener mucho cuidado y precaución, pero tampoco hay que llegar a paralizarse», reflexiona.

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Cerca, en la calle Constitución (que quedó completamente anegada aquella fatídica noche), se ven tablas protegiendo puertas y entradas a garajes. Síntoma de que el temor no pasa tanto por un nuevo desbordamiento del barranco (de poco servirían estas barreras) sino por inundaciones debido al rebosamiento del alcantarillado.

Pasadas las diez de la mañana hay tres mesas ocupadas en la Cervecería Richi, que luce bien bonita tras su reconstrucción. Cualquier lector puede imaginarse cómo quedó, teniendo en cuenta que sólo una carretera y una acera la separa del Poyo. No es nada habitual, pues los almuerzos y comidas son sus platos fuertes.

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El gerente, Fernando Robles, ha tenido que buscarse la vida para encontrar pan del día, pues su proveedor no trabaja este lunes. «El día está flojo, de normal esto sería un hervidero», explica. Es la metáfora perfecta de las primeras horas de Paiporta durante esta nueva alerta roja.

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