El CSI de las aguas de la Albufera
El primer examen del fondo de la laguna en los últimos veinte años permitirá conocer la ubicación y la cantidad de sedimentos depositados en la Albufera: no sólo los que ya estaban sino también los llegados como consecuencia de la dana
El dragado de la Albufera es una reivindicación que suele aflorar en cada debate al respecto del presente y el futuro del valioso enclave natural. ... Un argumento que se esgrime como la actuación imprescindible que asegure la buena salud de sus aguas, requisito vital para garantizar la preservación del conjunto del paraje. Dragar significa, según la RAE, limpiar: es decir, eliminar en este caso la suciedad de toda índole depositada en el fondo de la laguna, paso previo a que el agua fluya como debe, mejore su oxigenación y alivie algunas de las amenazas que acechan históricamente al parque natural. ¿Cómo? Mediante un estudio científico recién encargado por el Consell a un equipo de la Universitat Politècnica, que estos días de un julio abrasador acomete el necesario trabajo previo: una investigación que comienza sobre el estado de los fondos de la laguna que adopta el nombre técnico de levantamiento batimétrico y que en el plazo de unos tres meses deberá servir para dilucidar dónde se encuentra la mayor acumulación de sedimentos.
Hasta entonces, media un arduo trabajo por delante. El grupo formado por Luis Blanch, Josep Pardo y Jesús Palomar, profesores del departamento de ingeniería cartográfica, geodesia y fotogrametría de la UPV, explica en qué consiste su investigación al pie de la laguna. En un descanso de sus pesquisas, atienden a LAS PROVINCIAS en un recodo de El Palmar y detallan el propósito último de su estudio, que acaban de desbrozar: a requerimiento de la conselleria de Medio Ambiente: saber cómo se han comportado los fondos de la laguna luego del paso de la dana que dejó malherido a todo el parque. Es un objetivo que debe medirse teniendo en cuenta el punto de partida: el último estudio de estas características data del año 2004. Es decir, más de 20 años después se desconoce cómo ha evolucionado el fondo de la Albufera con el paso del tiempo, la asimilación de vertidos de diversa naturaleza y la digestión de los limos y arcillas que arrastró el barranco del Poyo durante la riada del 29 de octubre. Blanch cuenta estos pormenores mientras advierte sobre la importancia de las conclusiones a que llegue su investigación: «Si el agua no circula, se acaba degradando». Un inquietante horizonte, fuente segura de contratiempos si así ocurre: por ejemplo, episodios de alta incidencia de mortandad de la fauna o incluso la aparición de enfermedades asociadas a las aguas estancadas como la malaria, una presencia común en la Albufera de décadas atrás.
A este preocupante panorama se añaden otros fenómenos que contribuyen a disparar las alarmas. Blanch recuerda que vivimos aún, pese a las lluvias copiosas de esta primavera, bajo la situación de sequía, un factor condicionante para el estado de la laguna: «Si no se abren las golas para desaguar porque la Albufera necesita agua para que no se seque, falta la circulación interna». Un elemento nocivo para sus claves vitales que el científico de la UPV enfatiza de modo recurrente durante la conversación. «Es básico que el agua fluya a través de los tres canales de desembocadura», reitera en alusión a las golas de Puchol, Perellonet y Perelló, «porque si no sale hacia el mar se empantana». Un contratiempo que se sitúa en el origen de buena parte de los males que padece la laguna: la colmatación de sus suelos, una anomalía que según sus primeras impresiones podría justificar el posterior dragado de algunos puntos. Menciona entre ellos algunos enclaves del norte y también del oeste e incluso zonas del sur en el entorno de Sueca y Sollana, donde no sólo según su parecer sino el conjunto de la comunidad científica observa problemas de comunicación entre las diferentes acequias a causa precisamente del mal estado de sus fondos. «Ahí sí que creo que convendría el dragado», señala Blanch.
«En el punto más profundo de la laguna, el agua no llega al metro y medio»
Luis Blanch
Profesor de la UPV
Para acometer ese trabajo, falta todavía recorrer un trecho. El equipo que comanda, una especie de CSI de los fondos de la Albufera, debe primero radiografiar el estado que presenta el suelo de la laguna y comparar el resultado de sus indagaciones con las conclusiones que fijó aquel estudio de hace 21 años. Una investigación basada en la captura de parámetros científicos por partida doble. A bordo de una barca equipada con los avances tecnológicos de rigor, un GPS recibe las señales de varios satélites y posiciona en coordenadas X, Y, Z los distintos puntos por donde pasa la barca, que se combina y sincroniza con las aportaciones de otro ingenio tecnológico: una ecosonda que se basa en la tecnología de sonar para detectar la profundidad del fondo, aplicando el conocimiento de la propagación del sonido por el agua. Se trata de recoger una sucesión de pulsos acústicos, es decir, los tiempos de emisión y recepción de cada uno de ellos, los llamados ecos, que son recogidos por el transductor que lleva incorporado la ecosonda.
Con toda esta tecnología puesta en funcionamiento se van a capturar los datos y posteriormente serán tratados para conseguir el levantamiento batimétrico que dotará a la consellería del elemento indispensable para acometer futuras intervenciones. Ese plano del fondo de la laguna, como lo denomina Blanch, será el documento topográfico que ayude a evaluar cómo se encuentra el lecho de la Albufera, aunque ciertas sospechas ya saltan a la vista del equipo investigador: aunque el profesor de la UPV subraya que la situación de la laguna «es muy irregular» («No es una piscina», aclara), sí que puede deducirse que el punto de mayor profundidad se sitúa en el entorno de poco más de un metro. «No llega al metro y medio», señala.
Es decir, que si las aguas no ofrecieran el aspecto actual de elevadísima turbidez y ese color marrón tan alarmante por causa del fitoplancton y unas cianobacterias, sería posible ver el fondo. Este estudio recién abordado, decisivo según Blanch, nos permitirá calcular los metros cúbicos de sedimentación acumulada en la Albufera y su ubicación, condición necesaria para determinar los posibles dragados a realizar.
Un instrumento clave para el futuro del parque
Las indagaciones del equipo de la UPV en el fondo de la laguna forman parte de un encargo de la Conselleria de Medio Ambiente, Infraestructuras y Territorio que se ejecuta durante este mes de julio. «Tras las riadas del pasado otoño», señala en un comunicado, «esta prueba representa una oportunidad clave para mejorar la comprensión y gestión del ecosistema». «Con los resultados dispondremos de información estratégica en el contexto post-dana de cara a una intervención de dragado», añade en una nota que recopila los propósitos de esta investigación. El primero, una evaluación precisa de la morfología del fondo, que pasa por actualizar la batimetría datada en el año 2004. «La dana provocó un aumento súbito del nivel del lago (hasta 1 metro en 6 horas) lo que alteró la distribución de sedimentos», recuerda la Conselleria. «La batimetría». señala, «permitirá identificar zonas de acumulación de sedimentos, arrastrados desde barrancos, acequias y campos agrícolas, que pueden afectar la calidad del agua y la distribución de hábitat». También servirá el estudio para la identificación de zonas más sensibles de actuación: «Con el nuevo mapa batimétrico se podrán cruzar datos de profundidad con perfiles de oxígeno disuelto, mejorando la gestión de bombeos y renovaciones hídricas. De este modo, se hará un mapa exacto de cuáles son las zonas más sensibles del lago para establecer puntos de acción prioritarios». Y de paso se aprovechará para una nueva planificación de la restauración de hábitat sumergidos, así como para la detección de zonas colmatadas o con pérdida de capacidad hidráulica: «Tras la dana se retiraron más de 1.500 metros cúbicos de residuos y sedimentos de acequias, pero hay que conocer con precisión el grado de colmatación del fondo del lago: la batimetría permitirá cuantificar la pérdida de volumen útil del lago y planificar posibles dragados selectivos o medidas de recuperación hidráulica». Además, desde el Consell se confía en que el estudio encargado fije las bases para la «modelización hidrodinámica y gestión adaptativa» de la laguna: «Con un modelo digital del fondo actualizado, se podrán simular escenarios de entrada/salida de agua, dispersión de contaminantes o efectos de futuras danas».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión