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El viaje del 'Aquarius' se acelera y los buques ya navegan cerca de las Baleares

Italia cierra el puerto a los inmigrantes pero envía juguetes para los pequeños en el último suministro de su guardia costera desde Cerdeña

J. A. MARRAHÍ

VALENCIA.

Sábado, 16 de junio 2018, 00:11

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La esperanza revive a bordo y Valencia está cerca. Los 630 inmigrantes del 'Aquarius' han dejado atrás la isla de Cerdeña. Navegan cerca de Baleares y se dirigen con rumbo directo nuestro puerto. Las proas de los tres buques apuntan de nuevo hacia su destino final tras el gran rodeo del jueves para buscar el abrigo del litoral de la isla italiana por la mala mar.

Con la mejoría del tiempo y la proximidad de la llegada se vivieron algunos buenos momentos: bailes, música de acordeón o el reparto de juguetes entre los niños marcaron la jornada. Eso sí, las atenciones médicas prosiguen. Hay dedos amputados, espaldas flageladas y muchas quemaduras entre los viajeros rescatados en el mar.

A última hora del jueves, el 'Aquarius' se detuvo de nuevo al norte de Cerdeña. «Los guardacostas italianos trajeron comida. Sopas, azúcar, dátiles, snacks y también juguetes para los niños», describió Sara Alonso, periodista de RNE a bordo del buque humanitario. En las cajas, princesas de tez blanca, vestido rosa y diadema. Coches y motos. Hasta algún que otro pequeño poni. A los cooperantes de Médicos sin Fronteras no se les pasó por alto la paradoja: «Es surrealista. Italia rechaza un puerto para 630 personas exhaustas y, bajo coordinación de sus autoridades marítimas, las envía a más de 1.000 kilómetros. Pero proporciona regalos para los niños».

El 'Aquarius' amaneció con notas de acordeón. La tocaba Altos Vinard, coordinador de la organización humanitaria. «Un fiestón», celebró Alonso. Bálsamo para un sufrimiento anclado en muchos recuerdos. Como los de Alí, inmigrante de 18 años a un paso de morir en el Mediterráneo. «Éramos 135 en el barco. Sin chalecos salvavidas. Caímos al agua, la gente tiraba de mí. De mi ropa. De cualquier cosa con tal de sobrevivir».

Ibrahim tiene 20 años. También deja un infierno a sus espaldas. «Fui a Libia buscando trabajo. Cuando llegué me subastaron y me vendieron por 1.000 dinares. Una vez, un amigo de mi dueño estaba borracho. Se llevó a unos hombres negros en su camioneta y les disparó. Tuve que recoger los cuerpos y enterrarlos».

Luz y oscuridad en una travesía agotadora en la que los médicos no cesan sus curas: amputaciones, quemaduras y otras lesiones jalonan la piel de algunos supervivientes. Son las huellas de Libia o de la huida por el Mediterráneo.

DIARIO DE A BORDO

  • u00 horas Poco antes de medianoche, último aprovisionamiento de la guardia costera italiana. Esta vez hay juguetes para los niños.

  • u8 horas Superado el norte de Cerdeña. Otra vez mar abierta. Música antes del desayuno y rumbo fijo hacia el suroeste.

  • u13 25 horas. Curas. Los médicos asisten a un inmigrante cuyos dedos fueron amputados en Libia.

  • u17 horas Nayara Galarraga, periodista de El País a bordo del 'Aquarius', describe la «alegría y sorpresa» que invade a los pequeños en el reparto de los juguetes.

  • u18 horas La flotilla del 'Aquarius' se acerca a Menorca. De nuevo las olas saltan a cubierta.

A los niños les fascina la tecnología de periodistas o cooperantes. En especial, las fotos. «Flipan cada vez que ven la cámara. Les gusta posar y se ríen cuando se ven en la pantalla», describió Alonso.

Ya por la tarde, se repartieron los juguetes entre los pequeños. Y sobre las seis de la tarde, el mar volvió a tornarse hostil. «Saltaban las olas a cubierta y el capitán ordenó a todos que se protegieran. Las mujeres en el refugio y, los varones, en la clínica», contó Nayara Galarraga, periodista de El País en el 'Aquarius'. Un miembro de Médico sin Fronteras resume el sentir de los rescatados: «Ansían ver por fin la tierra seca y que esta prueba acabe».

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