Antoñete, una vida de película
Un monumento y un festival al quite de la desmemoria: el toreo se vuelca con Chenel
Desde hoy campea en la esplanada de la plaza de Las Ventas un monumento de reconocimiento a Antoñete. Se lo debían. Por torero, por madrileño ... y por tantos y tantos otros matices que hicieron de su existencia un personaje singular, seguramente no siempre ejemplar pero siempre admirable, gente buena, cuya vida, pura leyenda, encadenaba un hito tras otro, en realidad fue un viaje constante de la gloria al infierno, de la marginación a los palacios y vuelta a empezar. Mañana día de la Hispanidad, organizado por Morante, de clásico a clásico, se celebrará un festival en esa misma plaza. La expectación es tremenda, tanto que se agotaron las localidades en pocas horas.
Es ver el cartel del festival de Madrid y se me llena el alma de felicidad. Y de agradecimiento torero. También de sana nostalgia. Una vida de aficionado reunida en un solo cartel. Una vida de amistad, de emociones, de sustos y satisfacciones, la media verónica, el trincherazo, la mejor mano izquierda en la plaza y también en los sentimientos, la dura posguerra, los malditos huesos, el perenne fumeque, las tardes de las Ventas, los viajes a América, ruina y gloria en vaivenes de auténtico vértigo, ahora arriba, ahora abajo y finalmente, justicia divina, la fortuna recuperada del maestro, la económica y la reputacional, la noche, el día, los amoríos, los amigos, el burle… Y si no para que uno es torero, digo yo ¡Vaya serie, la que se está perdiendo Netflix! Y además, mi amigo Manuel Montoliu, y Martín Recio sin olvidar a Periquito, la cuadrilla perfecta. Poder, elegancia y ocurrencias; el toro blanco, el mechón blanco y el vestido lila, también sus comentarios respetuosos y sabios en la tele, todo eso y más como leitmotiv del cartel de este domingo en Las Ventas, todo en el mismo pasquín,
El festival de Antoñete, se valora como justo, merecido y necesario. Ni el toreo ni Madrid podían pasar de largo ni someter al desgaste del tiempo a quien les ha representado de una manera tan leal y tan fiel, de quien ha sido tan madrileño y tan torero como Antonio. Me gusta, tiene una lectura preciosa, muy de concordia en tiempos en los que tanta falta hace la concordia y la convergencia de posturas en esta sociedad, me gusta decía que el festival lo promueva Morante, el máximo representante del sevillanismo, de la bohemia, de la personalidad, un clásico como lo fue Antoñete, tan clásicos que suenan a innovadores, y que lo haga en una tierra que a lo largo de la historia ha mantenido una competencia abierta con la suya, no cabe obviar lo que costaba que la afición del foro le diese el plácet a los que venían de triunfar en Serva la Bari y al revés por mucho que sí, que los había y los hay capaces de triunfar a un lado y a otro de Despeñaperros, Morante mismamente, pero siempre tiene su dificultad.
El cartel de Antoñete, me gusta más pasquín, suena más izquierdoso, más ad hoc con Antoñete, representa a lo mejor de una época y me gusta mucho que se haya recurrido a la fórmula más tradicional de los festivales, la de dar cabida a los toreros que no están en activo y si, como es el caso, han tenido relación artística y personal con el protagonista del acontecimiento mucho mejor y por esa vía el cartel, el pasquín, el banner, más allá del soporte que esta vez sí me gusta, ha acabado siendo puro lujo, Pablo Hermoso de Mendoza seguido del Curro de su alma, la del maestro, el Curro rubio de los entrenes y las partidas de frontón y de las otras, César Rincón, Enrique Ponce, Julio Aparicio, digamos Julito para entendernos, el vástago de su amigo y competidor el gran Aparicio, a propósito, setenta y cinco años se cumplen de la alternativa del maestro de la Fuente del Berro en Valencia, toda una gloria de Madrid y del planeta toro. Estará también, claro, Morante, el instigador de todo, mis respetos y mi reconocimiento maestro, y la novillera Olga Casado. No va más, es el festival de Antoñete, justo, merecido, oportuno y cargado de motivos, la esplanada de las Ventas nunca hubiese estado bien amueblada sin un guiño a Antoñete. Por cierto, tal día como este del Pilar, Las Ventas, su plaza, en sesión de mañana y tarde, Morante en las dos convocatorias, acogerá a cincuenta mil aficionados ¿Quién dijo crisis?..
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión