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Líderes con propósito | Juan Luis Arsuaga

«Para evolucionar es fundamental tener un propósito y unos referentes»

Paleoantropólogo, escritor, divulgador y director de excavaciones de Atapuerca, Juan Luis Arsuaga es un Sapiens muy evolucionado. Ha consagrado su carrera a estudiar el devenir de nuestra especie y hoy, con más motivos que nunca, se plantea cambiar su smartphone por uno menos «inteligente». Para estar aún más desconectado. Su fina ironía y un sentido del humor sin pelos en la lengua le preceden.

Germán Jiménez

Jueves, 13 de noviembre 2025, 10:00

Esta entrevista comienza con un pacto de caballeros, entre las bambalinas del auditorio de la Fundación Giner de los Ríos. «Tú pregunta lo que quieras, que yo contestaré lo que me dé la gana». Eso me espeta, entre risas, Arsuaga, tras declinar revisar el cuestionario que le había preparado. Al otro lado nos espera un patio de butacas repleto de un público ávido por escucharle. No hay mejor metáfora de libertad y librepensamiento para un foro de estas características.

Juan Luis, ¿crees que nuestra sociedad es un buen ejemplo de evolución? Nos seguimos enfrentando por lo mismo que hace siglos y nos hacemos las mismas preguntas...

Las respuestas están siempre ahí fuera, como en la propia sede de este encuentro. Aquí se gestaron muchas ideas positivas para modernizar e internacionalizar España. Fue hogar de una línea de pensamiento llamada Regeneracionismo, basada en los principios krausistas y su apuesta por el optimismo. Estuvo, también, estrechamente vinculada con la Residencia de Estudiantes. Otro lugar con personas que creían que se podía cambiar el mundo desde la educación, la naturaleza y la ciencia. Para evolucionar es fundamental tener un propósito, unos referentes.

¿Podríamos decir que el optimismo promueve la evolución y que el pesimismo es inmovilista?

El pesimismo es la coartada para la inacción. Pienso en el filósofo Karl Popper, cuya vida estuvo marcada por la persecución por ser judío. Tuvo muchos motivos para el pesimismo, pero mantuvo siempre que «es obligatorio ser optimista». El deporte nos da también ejemplos poderosos. Un partido de rugby que vi hace unos días, entre Sudáfrica y Argentina, me dio esperanza sobre la posible solución del conflicto palestino-israelí. Ese partido se celebraba en Durban, una de las capitales del Apartheid, que ahora es un lugar en el que conviven sudafricanos de todas las razas y colores. Les veías cantando juntos el himno nacional y apoyando a un equipo en el que juegan zulúes, holandeses e ingleses. Hace años esa imagen de reconciliación parecía un imposible metafísico. Si eso ha ocurrido en una sociedad tan dividida, es posible tener esperanza.

Has reflexionado mucho sobre el impacto del pensamiento simbólico en la evolución humana. En este foro se habla, también, del pensamiento crítico. ¿Es otra de nuestras características evolutivas? Porque parece que estamos en una sociedad donde escasea.

El pensamiento crítico nunca abunda porque, como decía Nietzsche, «el ser humano siempre busca el calor del establo». Pertenecer a un rebaño proporciona confort emocional y práctico. Además, está el hecho de que todas las sociedades ejercen presión; coaccionan para cohesionar. De ahí que el pensamiento crítico y la libertad paguen el precio de la soledad. Y eso es algo prácticamente heroico. Por eso a mí me gustan los pensadores que yo bautizo como tocapelotas, y el patrón de esta cofradía es Miquel Servet, al que persiguió la inquisición cristiana y la protestante. Calvino acabó quemándole en Ginebra por negarse a modificar sus convicciones. Es lo que se llama un recalcitrante, como Giordano Bruno o Pío Baroja, al que admiro mucho. La independencia de criterio no es fácil de mantener.

¿Qué papel juegan esos recalcitrantes en nuestra sociedad?

Este tipo de personajes críticos ejercen una labor pedagógica y hacen que se desprendan las adherencias superfluas que suelen surgir en torno a valores y creencias. En este sentido, a nivel social, la labor del crítico está vinculada con la higiene porque elimina excrecencias que pueden resultar perjudiciales.

Ante la irrupción de la IA y la revolución tecnológica que la acompaña hay quien habla ya de la era del homo artificialis, como resultado de la hibridación de hombre y máquina. ¿Cuál es tu opinión al respecto?

Espero que con la IA ocurra lo mismo que con otras tantas tecnologías adoptadas por la sociedad. ¿Alguien se angustió por la desaparición del teléfono fijo o de las cabinas con la llegada del móvil? La plasticidad del ser humano nos permite integrar con naturalidad muchos cambios. Y eso pasará, también, con la inteligencia artificial. Como dice el padre de un amigo mío, ante cualquier novedad o situación de alerta: «No será para tanto».

Para terminar, Juan Luis, me gustaría proponerte un juego. Que respondas lo primero que se te ocurra cuando te diga cinco palabras que tengo preparadas para ti.

¡Vaya! ¿Lo primero que se me pase por la cabeza? Los científicos somos de pensar más que de decir lo primero que se nos ocurra, pero venga, ¡juguemos!

Vamos, pues. Ahí va la primera: ¿Naturaleza?

Todo.

¿Conciencia?

Misterio.

¿Alma?

No existe.

¿Pasado?

Tiempo.

¿Futuro?

Un sueño.

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