«¡Ay si pudiera llevarte la Cruz a cuestas!»
La Santa Cena se supera con su emotivo encuentro en Diputación, que narra en verso escenas del Getsemaní
Eva María Lahoz
Viernes, 25 de marzo 2016, 02:14
Con 11,5 metros de largo y 5,5 metros de ancho, el trono de la Santa Cena es el más grande de los que salen en procesión cada año en España. Y también, sin duda, uno de los más pesados, ya que supera las tres toneladas. Ya solo por eso, merece la pena acercarse el Jueves Santo a la Parroquia de María Auxiliadora para contemplarlo a su salida. Pero es que la procesión ofrece mucho más. Sobre todo desde que el año pasado decidieron dar continuidad al encuentro entre los cuatro pasos frente a la Diputación.
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10.30horas. Sentencia de Jesús. Parroquia Inmaculada del Pla.
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18.00 horas. Mater Desolata. Iglesia San José de Carolinas.
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20.30 horas. Santo Sepulcro. Concatedral de San Nicolás.
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20.30 horas. Nuestra Señora de la Soledad de Santa María. Basílica de Santa María.
Un encuentro que sirve para relatar el camino de Cristo desde la Última Cena hasta su muerte y que rezuma un dolor que resume el sentir general de los creyentes en la noche del Jueves Santo, en el que se conmemoran los últimos pasos de Cristo antes de morir.
Se esbozó en 2014, por el 100 aniversario de la obra de Don Bosco en Alicante, se mejoró y triunfó en 2015 y este año ha congregado a miles de personas en la avenida de la Estación.
Los 220 costaleros que portan la Santa Cena hacen alarde de su maestría y fervor desde el primer minuto, ya que no es sencillo realizar el primer y ajustadísimo giro hacia la calle, sin que el varal choque con el edificio de enfrente. Una vez más, ayer ejecutaron la maniobra con precisión y se ganaron la ovación de cientos de personas que desde la vía y desde los balcones seguían sus movimientos y las indicaciones del capataz. Hay que destacar, además, que dada la gran cantidad de costaleros que necesita el paso, muchos son de otras hermandades, que se solidarizan con la Santa Cena cada año. Sobre todo, de la Hermandad Agustina, que además se quitaron así la espinita clavada por no haber podido salir ellos el pasado lunes por la lluvia.
Sobre la mesa, manjares frescos bellamente preparados y dispuestos para la ocasión, donados por el Mercado Central y que se entregarán, como siempre, mañana, al Cottolengo. «Todo menos las fresas», especificaba, como curiosidad, el hermano mayor, Alberto Guijarro. «Se las llevamos a los padres salesianos y se las comen ellos, es una tradición», añadía.
La Santa Cena, paso titular de la hermandad a la que da nombre, es siempre el primero de los cuatro en salir, seguido por el Cristo de la Caída, el Cristo Esperanza de los Jóvenes y la Virgen María Madre de Misericordia Auxiliadora del Pueblo Cristiano, que no sale de los Salesianos, sino de la calle paralela, al otro lado del Palacio Provincial.
Un año más, resultó difícil elegir el mejor sitio para ver la procesión en sus inicios, dado que, si la salida es emocionante, lo es más el encuentro entre los cuatro tronos frente al Palacio de la Diputación, que va camino de convertirse en tradición. Este año, más corto que el pasado. Uno a uno, se acercaban los pasos. Por megafonía, pasajes del 'Getsemaní' sobre la Última Cena, el Calvario, la muerte en la Cruz y el luto de la Virgen, recitados con gran emoción. «¡Ay, Señor, si yo pudiera llevarte la Cruz a cuestas!», declamaban al Cristo de la Caída. Una frase que resume el sentimiento de dolor de los creyentes en el Jueves Santo.
Para finalizar, la Santa Cena, la Caída y el Cristo de los Jóvenes se inclinaban en una reverencia a la María Auxiliadora, que les correspondía, entre los aplausos y vítores del público, que abarrotaba la calle. A partir de ahí, siguieron el recorrido habitual.
Dolor y contención
Tras la Santa Cena, Alicante se sumió en la tristeza y el luto de la noche del Jueves Santo, marcada por el silencio y la rigurosidad.
A las 19.30, salía de San Antonio de Padua la Hermandad y Cofradía de Nazarenos de la Santa Redención. El año pasado estrenaron la imagen de la Virgen del Mayor Dolor. Hasta 2014 utilizaban la figura de la Virgen de la Amargura que sale el Martes Santo, con distintos ropajes.
La estrechez de la puerta y el tamaño del paso de la Virgen hacen que la salida sea también compleja.
Este año estrenaban la cruz y los faroles guía, las puntas de lanza de la Redención y el mástil estandarte.
Benalúa se emocionó poco después con la Cofradía de Nuestra Señora de la Piedad y de la Caridad y el Cristo de la Paz, sobre todo con el encuentro entre ambos tronos en la plaza de Ruperto Chapí, momento en el que se estreno la marcha 'En tu regazo, Madre de Piedad'.
Entrada la noche, salía de la Concatedral de San Nicolás la austera Hermandad Penitencial del Perdón, para la que el alumbrado público y el de todos los restaurantes y pubs del entorno se apagan en señal de respeto y luto. El sobrecogedor silencio solo se rompe con el rezo de los rosarios. Este año, estrenaban el trono del Cristo del Perdón, realizado en madera de cedro.
El mismo recogimiento imperó en la salida del Cristo de la Buena Muerte y de Nuestra Señora de las Angustias, poco antes de la medianoche. La imagen titular, muy venerada, procesiona siempre seguida de multitud de personas que han realizado alguna promesa.
Por segundo año consecutivo, el silencio de la madrugada se interrumpió, en determinados puntos del recorrido, incluida la salida, por las voces del coro de San Nicolás, que cantaron misereres a los pasos. El año pasado lo hicieron al paso del Cristo, pero ayer esperaron a Nuestra Señora de las Angustias para cantarles a los dos.
En el trono del Cristo de la Buena Muerte era nueva la peña sobre la que se asienta la Cruz.