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Interior de la fábrica antes del cierre, en una imagen de Círculo por la Defensa del Patrimonio.
Los tesoros ocultos de la Ceramo

Los tesoros ocultos de la Ceramo

El tripartito reserva sólo dinero para el proyecto de restauración de las naves mientras negocia la permuta del solar donde están los hornos

P. MORENO

Miércoles, 7 de diciembre 2016, 20:31

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El valor de la Ceramo se encuentra entre las paredes de las naves de la avenida Burjassot donde un grupo de arqueólogos realizan ahora un estudio por parte del Ayuntamiento, pero también en unos depósitos del Museo de Cerámica González Martí.

Lo sabe muy bien Alfonso Pastor, profesor jubilado de la Escuela de Cerámica de Manises, quien fue el último copropietario de la empresa antes de su cierre en 1993. En pleno debate sobre los usos que tendrá el recinto después de su restauración, sin plazos todavía, su opinión es que debe dedicarse a la formación del oficio de ceramistas, con una pequeña fábrica fuera de la ciudad donde se hagan las prácticas para cumplir de este modo la normativa sobre la emisión de humos.

Es una de las propuestas que ofrece, además de los valiosos fondos que rescató de la fábrica cuando dejó de producir. «Todo lo que era metal corría el riesgo de ser robado», recuerda sobre una operación casi militar porque obligó a contratar varios camiones de mudanza.

Cita como ejemplo los 3.000 moldes que se empaquetaron y acabaron en un depósito del Museo de Cerámica González Martí, además de herramienta de todo tipo. La Ceramo suministró piezas para edificios tan singulares de la ciudad como la estación del Norte o el mercado de Colón, además de multitud de promociones privadas. «El Palacete del jardín de Ayora», recuerda Pastor.

La nave es propiedad municipal y en los últimos meses, una contrata se ha dedicado a desescombrar y retirar toda la basura que había en las estancias. Ahora es trabajo de los arqueólogos todo lo relativo a catas y recomendaciones a la hora de conservar pinturas murales y otros elementos de la vieja fábrica.

El Consistorio calcula que la recuperación integral de la fábrica costará dos millones de euros. Fuentes de la delegación de Desarrollo Urbano indican que se negocia con un banco la permuta de un solar que recae a la calle José Grollo, donde se sitúan los hornos de cerámica.

«Sin los hornos, la restauración de las naves no tiene sentido», apostilla Pastor, para precisar que no se trata de encenderlos, sino de que formen parte de la exposición, para explicar de dónde salieron piezas de cerámica tan prodigiosas, realizadas a la manera artesanal y cuyas recetas anotaban los químicos en libretas celosamente como custodiar los colores y tonos de tejas y murales.

La permuta todavía no ha cuajado, aunque las mismas fuentes apuntan que la conservación de los hornos es algo obligado, sin opción de negociación. Forma parte de la declaración de Bien de Relevancia Local.

Ahora bien, la demora ha supuesto que el próximo año sólo se incluya una partida de dinero para la redacción del proyecto de rehabilitación. Los dos millones de euros citados no aparecen en el Presupuesto, a la espera de que parte se pueda aprobar en una modificación de créditos. Esto ha sido criticado por asociaciones como Círculo por la Defensa del Patrimonio y Constantí Llombart, que esperaban una mayor decisión por parte del gobierno tripartito a la hora de recuperar de una vez la Ceramo.

Pastor señala que los moldes y el resto de bienes de la fábrica los cedió en depósito al Museo de Cerámica, aunque dos décadas después ya tiene pocas esperanzas de recuperar la propiedad. En lo que sí está interesado es que se restaure la antigua fábrica.

«Miré en el Ayuntamiento y en la Generalitat para trasladar las piezas. La Conselleria de Cultura me ofrecía una antigua mezquita que hay en Campanar, pero no me dada sensación de seguridad y lo descarté». Además de los depósitos, también tiene fondos en otras dos propiedades en Valencia.

Prensa de azulejos

Recuerda una operación fallida con un museo de Onda para desmontar y trasladar allí una prensa de azulejos. «Me gasté 400.000 pesetas en contratar los trabajos, donde tuvieron que hacer hasta herramientas especiales, aunque al final se echaron para atrás, cuando el compromiso era lo contrario», dice.

Plantillas de madera, los moldes del jardín de Monforte, matrices de bronces para los azulejos, junto con el rico archivo histórico de la Ceramo, diferente documentación almacenada y donde deben bucear los investigadores. «Está el caso del Mercado Central, yo diría que no son piezas de la Ceramo, aunque eso podría determinarlo un estudio de los compuestos químicos de las piezas o incluso de las facturas», dice.

La fábrica abrió en 1885 con dos socios, Arturo Ros y Juan Urgell. El primero se hace con toda la propiedad años después, cuando ya era conocida por su producción de excelentes piezas de reflejos metálicos. En el Ayuntamiento hay piezas que salieron de sus hornos.

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